Cruzaron un acantilado gracias a un puente macizo que llevaba a Madargruz. Hombres encapuchados custodiaban las puertas, pero no tardaron en abrir estas, se trataban de una sombra nocturna, un brujo de clase baja y un lobo de pelaje blanquecino.
El rey Fausto Dankworth deseaba ver cuanto antes al cuervo y también al brujo Percival. Pues tenia una importante noticia que darles, además de felicitarlos por llevar una gran cantidad de riquezas al reino y no solo eso. Secuestrar al pequeño hombre, que se trataba de un miembro importante de la realeza de Pearsea. Tenerlo bajo su poder serviría como chantaje para algún movimiento hacia él ya mencionado reino. Pues el reino oscuro tenía el ojo puesto en el pequeño reino conformado por islas, parecía un reino insignificante a la vista. Pero estaba repleto de riquezas inconmensurables y al reino maligno eso le interesaba.
Tanto el cuervo de la noche, como el brujo se dirigieron a la sala del trono, allí sentado en el trono estaba Fausto. Los dos caminaron hasta quedar cerca de unas escaleras y dieron una respectiva reverencia en señal de respeto.
-Debo felicitamos, han traído un gran botín y también un miembro de la realeza de Pearsea -El rey dio tres aplausos y continuo con sus respectivas palabras, las cuales serían de mucha importancia para Brigham Loughty y Percival.
-El líder de las sombras nocturnas a muerto -explicó Dankworth al cuervo, pues seguramente estaría interesado en postularse al puesto de líder. Cosa que si le interesaba.
-Ese inútil inservible no cumplió con una importante misión, al parecer no estaba lo suficientemente bien entrenado para matar a Wolfgang Firklous y Barry Firklous -masculló el rey de Darnpectra furioso de haber perdido la oportunidad perfecta de deshacerse de dos piezas cruciales en la guerra de poder.
-Como bien sabes, se realizan diversas pruebas para optar por ese puesto... -le continuo.
-Si deseas participar en los grandes juegos de las sombras, no dudes en dar tu nombre al organizador del evento, podrás encontrarlo en el gran salón. -Al recibir la información, el cuervo de la noche agradeció. Pero aún faltaba una noticia para Percival.
-Y tú, brujo de clase baja inmundo. Recibirás un ascenso. Ya no serás un inútil brujo de pacotilla más del reino. Ahora tendrás un entrenamiento más arduo, conocerás otros secretos de las artes malignas que fortalecerán tus habilidades que hasta ahora solo han servido para dar lastima. -Percival agradeció al rey por sus sabías palabras y él junto a la sombra nocturna se retiraron de la sala del trono.
-¿Piensas entrar a los juegos? -Percival sabía lo que significaba participar en los grandes juegos de las sombras, Brigham también. Pero el cuervo de la noche no dudaba de sus habilidades, una sonrisa se esbozo en su rostro aunque era imposible de ver por aquel manto que le cubría desde la nariz al mentón.
Percival no tenía ningún tipo de relación con nadie del castillo, el único con el que podía conversar medianamente era Brigham Loughty. Percival no era ningún santo, no le importaban otras personas en el castillo. Pero por alguna razón, le importaba el cuervo.
«¿Existirá algún método de evitar su participación?» maquino el brujo. Pero el sabía muy bien que no la había. El asesino silente estaba dispuesto a dar su vida por ese título de líder de las sombras nocturnas. No solo le otorgaría un mayor estatus en la jerarquía que conformaba esta élite de asesinos. Sino que también sería otro gran paso para cumplir sus ambiciones y recuperar aquello que por derecho le pertenecía.
-Si, planeo participar -la sombra nocturna se dirigió al gran salón dejando a Percival en un largo pasillo tenebroso.
Al llegar al gran salón un centenar de esta élite de asesinos daban su nombre a un anciano de rostro demacrado y barba larga con los conocimientos en lectura y escritura.
Cada asesino esperaba su turno para dar su nombre al anciano, al momento de pasar Loughty camino con confianza y sin ningún tipo de temor, su rostro era frío sin ningún tipo de expresión que denotase debilidad. Al darle a anciano su nombre, este lo anoto en un libro de lomo negro y hojas de papel viejas y manchadas. Prontamente se retiró del gran salón y fuera de el, le esperaba Percival.
El apuesto asesino ignoro la presencia del brujo, pero este aún así le seguía. Se dirigieron a la parte baja del castillo, dónde se encontraban las mazmorras salas y habitaciones más deplorables del castillo.
-Hasta luego -Percival se despidió del cuervo, pero a pesar de que era habitual que Brigham le ignorase, está vez el cuervo de la noche dirigió su mirada al brujo. Su mirada era fría y esos ojos negros le observaron directamente a los ojos color café del brujo de cabellos castaños.
-Hasta luego -le respondió para entrar a su lugubre habitación, cosa que sorprendió a Percival. Ya que Brigham lo trataba como si de una simple rata sucia se tratase.
Loughty quito todos sus ropajes sucios, protecciones y demás para darse un baño y meditar sobre los recientes acontecimientos. Una sonrisa se esbozo en su rostro. No solo había completado con éxito su misión al reino de Nordiha, también había robado una cantidad absurda de oro, una cantidad con la cual sabía exactamente qué hacer, no obstante aún no era el momento adecuado para iniciar con sus jugadas minuciosamente calculadas y mal intencionadas.
Pero no solo tenía mucho oro, joyas y piedras preciosas. Un lobo de pelaje blanco seguía sus ordenes y tendría la oportunidad de participar en los grandes juegos sombríos, estaba feliz también por la muerte de Plutarco, durante mucho tiempo había sido una piedra en sus zapatos. Ahora no existía nadie que le frenará en sus grandes ambiciones y un gran paso para él, sería convertirse en el líder de las sombras nocturnas. Podía saborear el éxito, pues no había ningún asesino sombrío que pudiera comparársele.