-N-no lo sé- Hice una mueca mientras movía nerviosamente mis manos sobre mi regazo-. No creo que esté bien- Digo lo que pienso.
- ¿Por qué no ha de estar bien? Sólo me enseñarás matemáticas, no hay nada de malo en eso- Dice, pero aun así no me convence de que esto no está bien-. Solo tienes que aceptar, no perderás nada..., al contrario, ganarás mucho- Dijo parando el auto en un semáforo en rojo.
¿Qué acaba de decir? ¿A qué se refiere con que "ganaré mucho"? No lo entiendo.
-Bien pero, ¿qué tendré yo a cambio?- Le pregunté mirándole. Necesito saber a qué se refiere.
Él me miró de vuelta, pude observar la diversión y el jugueteó en sus ojos, algo que no me gustaba del todo para ser sincera. Había algo en él que no me daba mucha confianza.
-Tú me enseñas matemáticas..., y yo te enseño otras cosas más divertidas, pequeña.
...
No entendí a qué quiso referirse con eso, pero me asustaba. Me asustaba su expresión y la forma en cómo lo dijo. Me estoy arrepintiendo de haber aceptado su invitación de llevarme a casa.
-¿Q-qué cosa?- Pregunté con claro nerviosismo intentando alejarme de él, pero ya no me era posible debido a que ya estaba chocando contra la puerta.
Rió quedo ante mi reacción. De seguro mi cara era de completo terror y confusión en este momento.
-Puedo hacerte sentir el placer...- Hizo una gran pausa. Algo que hizo que mi miedo aumentara significativamente-. Que sientes cuando le ayudas a alguien que lo necesita- Terminó su oración con una sonrisa. Solté un suspiro de alivio.
Este hombre va a matarme de un infarto en cualquier momento.
-Ahm..., Eh...- Balbuceé al no poder articular las palabras.
-¿Qué pasa, pequeña?- Sentí una electricidad recorrerme el cuerpo ante el apodo, era algo extraño que no había sentido antes, pero me agrado la sensación.
Comencé a balbucear una vez más. ¿Qué rayos me pasa?
Tan solo evité el verlo, si lo hacía era más probable que me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba. Giré mi rostro hacia enfrente mientras mis manos se movían con desesperación y nerviosismo sobre mi regazo.
-¿Pasa algo?- Insistió.
-Ahm..., e-el sema...- Exhalé pesadamente.
-¿El qué?- Inquirió al no comprender mis palabras. Me lindé a apuntar hacia enfrente al no confiar en que las palabras salieran correctamente de mi boca, indicándole que el semáforo estaba en verde. -Oh, ya veo- Dijo antes de avanzar.
Demonios, enserio que estoy nerviosa. Nunca antes había experimentado esto. Este sentimiento no se compara al nerviosismo que sentí la primera vez que actué en público en mi primera obra escolar, o el temor que sentía el primer día de clases. Esto es peor.
-No has contestado mi pregunta, Marylise- Habló haciendo que saliera de mis cavilaciones-. ¿Aceptas o no?- Inquirió. Abrí mi boca para hablar, pero de esta no salió nada.
Ni siquiera podía hablar.
Apunté hacia la derecha esperando a que lo notara, ya que no podía pronunciar palabra.
-¿Quieres que doble a la derecha?- Inquirió a lo que yo afirmé. Asintió antes de hacerlo.
-¿Por qué no hablas?- Cuestionó cortando el silencio previo-. ¿Te comió la lengua el ratón?- Bromeó dedicándome una mirada alígera.
No entiendo ni la mitad de las cosas que dice y aun así me provoca todo esto.
-A-aquí a la izqui-erda, es la sexta casa- Le dije con algo de dificultad debido a mi estado.
-Está bien- Dijo asintiendo con la cabeza-. Ya veo que tu lengua está completa- Siguió bromeando con lo mismo.
-Sí, mi lengua está bien, gracias- Me sorprendí porque esta vez las palabras salieron bien, pero algo bruscas a mi parecer.
-Solo bromeaba- Se disculpó alzando ambas manos en rendición.
-Detente, aquí me bajo- Le pedí, al llegar a la casa de mi vecino de al lado.
Detuvo el auto en la acera y yo me apresuré a abrir la puerta para salir.
-Espera- Me detuvo tomando mi muñeca evitando que saliera. Tragué duro al encararlo-. No me contestaste, ¿aceptas o no?- Insistió.
Evité mirarlo a los ojos porque si lo hacía actuaría como una idiota una vez más.
-No- Dije cortante apartando su mano de mi muñeca y haciendo ademan en salir de su auto. Solo quería llegar a casa. Solo quería correr a casa.
-Marylise, espera- Me llamó a lo que yo aumenté mi velocidad al caminar, pero mis zancadas eran muy cortas y la velocidad disminuía debido a que cojeaba por mi rodilla lastimada.
-Voy a pagarte- Me detuve en seco al escucharlo.
Últimamente hemos tenido problemas económicos, mi mamá no gana lo suficiente en su trabajo y mi papá no nos deposita dinero muy de seguido. Un ingreso extra podría ayudarnos un poco, por lo menos en mis gastos y así no le pediría a mamá todos los días.
Pero..., no lo sé, esto me aterra un poco. No lo conozco realmente como para confiar en él, sus "bromas" no las entiendo, siento que todo lo que me dice es con otro sentido y me confunde terriblemente, no me inspira la suficiente confianza aún como para aceptar su propuesta de estar con él a solas por varias horas seguidas, no conociéndome, no conociendo a mi mamá; si llega a descubrirlo me va a matar o va a hacer un escándalo, no, no, no... No puedo aceptar.
Bueno... quizá sí, depende de muchas cosas, podría solo intentarlo por un día o dos y probar el terreno, solo tengo que ocultarlo bien de mi madre y todo estará bien. Solo será unos días, a la mínima provocación me voy y no vuelvo a verlo. Si, eso me parece bien.
Me giré hacia él encarándolo antes de decir-: ¿De cuánto estamos hablando?
Le noté sonreír sin mostrar sus dientes al escucharme. Aunque tenga un poco de miedo, no puedo negar que su sonrisa es hermosa.
Para este entonces, él ya se encontraba fuera de su auto; se alejó de este y caminó hacia mí.
-No lo sé, tu pon una cifra.
-Cinco por hora- Me apresuré a proponer. Rio.
-Wow, para esto si hablas rápido ¿eh?- Sonrió jovial.
No era mi intención que pensara eso.
-¿Qué te parecen tres por hora?- Sugirió.
-¿Qué te parecen diez?- Dije elocuente en forma de broma a lo que él rio.
-Veo que eres una chica de negocios- Sonreí tímidamente. Se acerca otro poco -. Pero el chiste es bajar la cifra, ¿aceptas los tres?- Dijo inquirente. No contesté a su pregunta, simplemente giré sobre mi eje dirigiéndome a mi casa.
No quisiera aprovecharme de él, solo quiero probarlo y ver cuánto está dispuesto a pagar.
-Espera, espera- Me detengo y le encaro-. Bien- Exhaló-. Ni tú, ni yo, cuatro por hora..., y es mi última oferta- Habló con determinación.
Si son cuatro libras por hora, serían unas tres horas de clases, cinco días a la semana, entonces, ganaría doce por día, que serían 60 por semana, eso me ayudaría mucho.
No sé si deba aceptar, no lo conozco realmente, no sé quién es o qué intenciones tenga, solo sé su nombre, algunas cosas que me contó sobre su persona y que es vecino de Dalila. Pero, necesito ese dinero.
Solo le enseñaré un poco de matemáticas, ¿qué podría salir mal?
-Está bien- Dije con una sonrisa a medias.
-¿Aceptas?- Asentí con la cabeza-. Bien, sabía que aceptarías..., Nos vemos mañana entonces.
-¿Mañana?- Indagué con confusión. ¿Por qué tan pronto?
-Sí, mañana empezamos, ¿o no puedes?
-Eh, si, si puedo- Sentí ganas de golpearme por haber sonado tan nerviosa.
-Bien, ¿a qué hora sales del colegio?
-A las dos de la tarde- Contesté con un ligero titubeo en mi voz.
-Te veo allá entonces- Levantó su mano en despedida y se giró dándome la espalda para caminar hacia su auto.
-Espera, espera- Lo detuve. Me encaró -¿Irás por mí?- Inquirí con desconcierto.
-Sí, ¿o alguien más va por ti saliendo?- Balbuceé un poco antes de negar-. Entonces pasó por ti- Dijo, más como un aviso que como una pregunta.
-No te molestes, puedo irme sola.
-No es ninguna molestia- Sonrió -. Me queda de paso y aparte no dejaré que camines tanto con tu rodilla lastimada- Dijo observándola. Noté como me miró de arriba abajo lentamente, como si quisiera encontrar algo perdido en mi cuerpo. Todo eso hizo que sintiera una corriente eléctrica recorrerme mi espina dorsal.
-E-está bien- Asentí titubeante.
-Nos vemos mañana- Se despide, caminando de espaldas agitando su mano a modo de ademán. Le sonreí tímidamente en respuesta y fue entonces cuando él metió sus manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros y me dio la espalda para entrar a su auto.
Solté un gran suspiro antes de entrar a casa.
Me pregunto por qué me lo pidió a mí. No entiendo por qué no se lo pidió a alguien de su curso, que esté a su nivel de estudio, ¿por qué a mí? Es algo absurdo que alguien que me lleva poco más de 8 años, le pida a alguien de quince que le enseñe matemáticas. Es algo que no tiene lógica, no logro comprender por qué me eligió a mí, si quisiera aprender de verdad simplemente contrata a un asesor, a alguien profesional que sí pueda ayudarle, no a una estudiante con conocimientos algo básicos
Solo espero que lo que dijo sea verdad y no sea un abusador o un asesino, aunque no tenga pinta de serlo, aun así, me da un poco de miedo que sea así.
No quisiera juzgarlo ni mucho menos, pero no puedo evitar sobre pensar las cosas. Miles de preguntas que tienen que ver con mi integridad física y mental invaden mi cabeza cada vez que recuerdo todo lo que acaba de pasar en cuestión de poco más de media hora. Es demasiado para procesar, no puedo comprender ni siquiera la mitad de todo lo que sucedió. No entiendo nada, y eso me aterra demasiado.
~*~
Por suerte mi mamá aún no había llegado a casa cuando yo llegué, si hubiera sido lo contrario de seguro me hubiera hecho millones de preguntas sobre el por qué llegué más tarde y sobre quién era ese tipo que me llevó a casa. Definitivamente no puedo contarle absolutamente nada sobre lo que sucedió a mi mamá, no sé qué sería capaz de hacer si se entera que estaré a solas con un hombre para ayudarle con matemáticas.
Pensando en eso último, me sigue pareciendo demasiado raro todo, algo no me termina de convencer, pero decidí que no debo juzgar sin conocer así que es mejor que deje de darle vueltas al asunto y simplemente me disponga a ayudarle, ya si me encuentro en alguna situación extraña puedo irme en cualquier momento y listo.
Por desgracia, las clases ya habían terminado por hoy, ya era hora de irnos a casa, ya era hora de darle clases de matemáticas a Harry.
Hace diez minutos que las clases terminaron y yo lo espero fuera del colegio. Dijo que pasaría por mí, pero no pensé que tardara tanto.
La mamá de Dalila se había ofrecido a llevarme a casa y yo no acepté solo para esperarlo a él porque había prometido venir. Mejor hubiera aceptado la invitación de Dali.
15 minutos y ninguna pista de él. Estoy comenzando a desesperarme. Quizá lo olvidó o quizá tuvo algo qué hacer, el día de ayer no me dio su número de teléfono ni yo le di el mío como para comunicarme con él, todo fue tan rápido que no hubo tiempo ni oportunidad de hacerlo. Gran error, no estaría esperando tanto tiempo si se lo hubiese pedido.
Ya han pasado más de 20 minutos y no llega, no llegará. Se olvidó de mí, debí suponerlo, no lo conozco, no debí confiar en él.
Me separé del auto en el que estaba recargada y me dispuse a caminar hacia la parada del bus que quedaba a una cuadra del colegio.
Mi rodilla ya no dolía tanto, pero aun así cojeaba un poco porque no la podía apoyar muy bien; todo esto haciendo mi caminar mucho más lento.
-¿A dónde vas tan sola?- Escucho una voz ronca a mis espaldas, esa voz que reconocería hasta en un lugar lleno de personas.
A pesar de haberlo escuchado perfectamente hago caso omiso, pretendiendo que no me he percatado de su presencia.
-Marylise, soy yo, ven- Me pide, pero sigo ignorándole-. Marylise, hey, ¿a dónde vas?
-A casa- Contesté finalmente, sin mirarle porque ya sabía de quién se trataba.
-Sube, te llevaré- Ofreció, pero hice caso omiso; me abracé a mí misma y aceleré el paso lo más que pude -. ¿No subirás?- Inquirió a lo que negué con la cabeza-. Vamos, te llevaré a casa, no puedes caminar bien.
Me detuve antes de girarme hacia él. Me miró esperando a que actuara o dijera algo, pero no lo hice, me quedé ahí mirándole con mis brazos cruzados a la altura de mi cintura. Noto como suelta una exhalación y prosigue a bajarse del auto y dirigirse al lado del copiloto para abrir la puerta, haciendo un ademán con su mano para que entrase a este.
Mi cara en ese momento es de completa confusión y asombro, mi intención no era esa, no quería que pensara que me quedé esperando a que hiciese ese acto de "caballerosidad", no fue mi intención solo me quedé esperando a ver lo que hacía.
Siento que debo aceptar su proposición, a pesar de que hizo mal en llegar tan tarde debe tener su razón, solo estoy exagerando y siendo muy ruda con él. Quizá debo aprender a ser más tolerante.
Suspiré y me acerqué a su auto para entrar en él. Harry cerró la puerta una vez estuve dentro y se apresuró a dar la vuelta para adentrarse e irnos de ahí.
-Perdón por llegar tarde, había mucho tráfico- Se apresura a decir, a modo de disculpa. Yo tan solo me lindé a asentir con la cabeza mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho y miraba mis zapatos.
Le escuché suspirar y por consiguiente puso en marcha el auto.
El camino a casa fue demasiado silencioso, solo se escuchaba el ruido que se crea cuando el auto avanza por el asfalto.
No estaba poniendo atención al camino, solo me distraía con cualquier otra cosa, como mis manos, mi mochila o tan solo observaba mis pies. No lo miraba a él porque, si lo hacía, aumentaría mi nerviosismo significativamente.
-Ya llegamos- Me avisa, aparcando el auto en la cochera. Observé por el vidrio de enfrente y noté que esta no era mi casa
-¿Dónde estamos?- Pregunté con desconcierto.
-En mi casa- Contesta, obviando su respuesta-, ¿dónde más?
Se baja del auto y se dirige al lado del copiloto para abrirme la puerta. Después de hacerlo, me ofreció su mano para ayudarme a bajar. Dudé un poco, mucho, pero al final la acepté.
-¿Por qué me trajiste aquí?-
Pregunté para salir de mi duda.
-Aquí estudiaremos- Dijo mientras caminaba hacia la casa. Le seguí.
-Creí que lo haríamos en mi casa- Se giró de repente haciendo que nuestros cuerpos chocaran, caminé dos pasos hacia atrás en ese momento. Fue entonces cuando me di cuenta de la gran diferencia de altura entre nosotros. Tuve que elevar la cabeza y él bajarla para poder mirarnos a los ojos.
-Podemos hacerlo donde tú quieras- Habló pausadamente antes de mojar sus labios con su lengua.
-¿Q-qué cosa?- Mi nerviosismo aumentó considerablemente ante su acción. Casi puedo escuchar los latidos de mi corazón acelerados.
Rió quedo antes de decir-: Estudiar, a eso te referías, ¿o no?
-Ahm..., ehm...- Balbuceé. Me sentí tan idiota por lo que acaba de suceder. ¿Por qué me provoca todo esto? No tiene sentido.
Solté una exhalación forzada y me lindé a asentir.
-Acompáñame- Ordenó. Asentí y le seguí.
Estoy comenzando a darme cuenta que cuando me pone nerviosa con cualquier gesto que haga provoca que solo asienta a sus peticiones y obedezca sus mandatos. No entiendo nada.
Entramos a su casa. Él me dijo que podía dejar mis cosas sobre la mesa mientras él iba por todo lo necesario para estudiar, no sin antes ofrecerme algo de beber, a lo cual yo me negué por el momento.
Me senté en una de las sillas del comedor principal para esperarlo. Noté que ya no había tanto desorden como lo había el día de ayer. Quizá se dedicó a limpiar desde que me fui.
Poco tiempo después llegó y dejó su mochila sobre la mesa, sacó su libro de matemáticas y un cuaderno cuadriculado, así como un lápiz y un bolígrafo.
- ¿Qué quieres que te enseñe primero?
Murmuró algo que no fui capaz de escuchar, lo que si noté fue su mirada. Nunca antes alguien me había mirado de la misma forma. Nunca antes había sentido esta sensación extraña en mi vientre.
-¿Qué?- Pregunté para que repitiera lo que había dicho ya que no lo había escuchado bien.
-Que nunca he entendido las fracciones- Confesó.
Oh, pensé que había dicho otra cosa. No se entendió como eso, pero simplemente lo deje pasar.
-Entonces podemos empezar con eso si te parece bien.
~*~
-No, Harry, no me estás entendiendo.
¿Por qué es tan complicado que aprenda?
-Lo entiendo perfectamente, es muy fácil- Habla, con suficiencia en su tono de voz.
-¿Enserio?- Asintió-. Si eso crees, entonces puedes decirme quién es el numerador- Le reté.
-Es el número de arriba que te dice cuántas partes tomaste- Contestó, sonriendo ligeramente de lado, como si fuese pan comido para él.
-Muy bien, ¿y el denominador?
-Es el de abajo. Es el número de partes en que se dividió el total.
-Sí, eso es- Sonreí complacida al ver que por fin había entendido los conceptos. No sé cuánto tiempo me llevó, pero creo que fue mucho.
-Es como si yo fuera el numerador y tú el denominador ¿no?- Fruncí mi ceño en confusión al no comprenderlo.
-¿Cómo?- Le pregunté desconcertada.
-Sí, tu abajo y yo arriba- Humedeció sus labios-. ¿O prefieres al revés?
-Ahm..., n-no te entiendo.
-Es como si tú y yo...- Calló y comenzó a reír-. Olvídalo- Negó con la cabeza restándole importancia; pero yo quería saber de qué hablaba.
-¿A qué te refieres con eso?- Insisto, entre curiosa, confundida y nerviosa.
-Solo olvídalo, era una broma- Esclareció-. Prosigue, que necesito aprender más de esto.
-Pero quiero saber...
-Ya- Me interrumpe, acallándome en ese instante.
Intento abrir mi boca para renegar, pero algo me impide hacerlo, no sé si haya sido su orden o su mirada determinante, solo sentía dentro de mí que debía obedecerle, y así hice, limitándome tan solo a asentir con la cabeza.
En el escaso tiempo que llevo de conocerlo me ha dicho cosas como esas que sinceramente no entiendo. Cosas como que me enseñaría otra cosa si yo le enseñaba matemáticas, o balbuceos y murmullos que no alcanzo a escuchar mientras me mira de esa forma tan... tan... no lo sé, no sé cómo describirlo ya que nunca me había pasado nada parecido. No sé si es algo correcto o no, no sé si solo es producto de mi imaginación. Es extraño todo lo que provocan en mí sus palabras y acciones, no sé si me gusta.