A veces es demasiado sobreprotectora, cosa que no me gusta del todo. Por eso mismo es que no le conté que de ahora en adelante le enseñaré matemáticas a Harry, prácticamente un desconocido, porque sabría cómo reaccionaría si le contara, y claramente no me daría permiso.
El tiempo con Harry en su casa hasta el momento ha sido un tanto extraño para ser honesta, fue divertido de cierta forma ya que él es muy bromista y carismático, pero existen ciertas ocasiones en que se comporta de forma distinta. Realmente no sabría cómo describir estas situaciones, no quisiera catalogarlo con un nombre ya que eso me da un poco de ansiedad, porque quizá lo que pienso es algo que no es verdad y solo es producto de mis desvaríos, o quizá sí sea algo totalmente real y lo que llega a mi mente en esos momentos lo estoy interpretando bien; es solo que nunca había pasado por algo así, nunca antes alguien me había mirado de esa forma en la que me mira, nunca me habían sonreído de esa forma en la que él me sonríe cuando actúo nerviosa ante sus provocaciones, es como si quisiese algo de mí, algo más, como si desease algo más.
De tanto pensar en todo lo sucedido, el tiempo se pasó deprisa. Ya era hora de regresar a casa, en aproximadamente veinte minutos llegaría mi mamá del trabajo y si no estoy allí para entonces, sé que me irá muy mal.
-Ya tengo que irme- Le avisé mirando la hora en mi móvil, levantándome de mi asiento.
-Pero si aún es temprano- Dijo marcando su ceño observando cómo me ponía de pie.
-Lo sé, pero si llego tarde a casa mi mamá va a regañarme- Expliqué formando una mueca de disculpa.
-Yo te llevo más tarde, de seguro tu mamá entenderá- Ofreció imitando mi acción previa-. Necesito que esto me quede muy claro- Dijo suplicante.
-Ehm...- Exhalé-, tú no conoces a mi mamá, y aparte ella no sabe que estoy aquí.
-¿No le contaste?- Inquirió a lo que yo negué-. ¿Estás aquí sin permiso?- Sacudí la cabeza en asentimiento.
Sonrió sagazmente mientras negaba lentamente con la cabeza y me miraba de arriba abajo con detenimiento.
-Eres una chica mala, eh- Más que palabras se asemejaban a susurros roncos y casi inaudibles-. No obedeces a tu mamá, y eso solo lo hacen las chicas malas- Me miró de pies a cabeza una vez más antes de sonreír y decir en un murmuro-: Me gusta.
-N-no, yo no soy eso- El nerviosismo se apoderaba de mi boca haciendo que las palabras se escucharan temblorosas al pronunciarlas.
-Siempre hay una primera vez para todo, ¿no crees?- Dijo en el mismo tono de antes. Me ceñí de hombros en respuesta.
El silencio sepulcral se apoderó de la habitación. Un silencio insoportable que hacía el momento mucho más incómodo y aumentaba mi ansiedad e inquietud a niveles que soy incapaz de comprender.
Noté como relamió sus labios causando un leve espasmo en todo mi cuerpo. No podía seguir soportando esto mucho más tiempo, tengo que salir de aquí, tengo que por lo menos un momento descansar y liberarme de esta tensión que provoca su sola mirada posada en mí, en mi cuerpo.
Nunca antes alguien me había mirado de esa manera. Su mirada era como el filo de una navaja recién aguzada, como un torrente poderoso que desfila a toda velocidad e impacta contra mi cuerpo con fuerzas inimaginables. Era tan penetrante y lasciva que me era imposible mirarle a los ojos sin caer en un abismo sin término, me era imposible mirarle sin sentir cómo mi cuerpo se desvanecía poco a poco.
Tomé mis pertenencias de la mesa desapacible y nerviosamente para meterlas a mi mochila.
De repente, oí el sonido de su voz muy cerca de mi cuello, demasiado cerca, haciendo que soltara un suspiro ahogado de completa aprensión y dejara caer mis cosas al piso. Mi pecho vibró debido a los latidos huracanados de mi corazón que amenazaban con perforarme el tórax.
¿Qué creé que hace?
--Quédate aquí unos minutos más-. Pidió en un susurro-. Por favor.
Me alejé en un efímero movimiento y le encaré para ver sus acciones y no darle la espalda como una presa indefensa.
-¿Qué pasa?- Preguntó con preocupación acercándose a mí mientras yo me alejaba-. Solo necesito que lo que me enseñaste hoy me quede claro. Quédate y así me ayudas con eso- Ofreció con una sonrisa.
-N-no- Negué con la cabeza mientras retrocedía.
-¿Por qué no?- Pregunta, con cierto tinte divertido en su voz, avanzando un par de pasos hacia mi, mismos que yo retrocedí.
-P-porque tengo que irme ya- Le digo, casi a modo de súplica. Por un momento dudo que me haya entendido por el titubeo tan marcado que existe en mi voz.
-¿Me tienes miedo?- Preguntó con aflijo acercándose más a mí. Dejé de retroceder cuando mi cuerpo se encontró con la pared evitando que me alejara más de él-. Yo no voy a hacerte nada malo- Prometió con voz apacible acariciando mi mejilla con la parte posterior de su dedo índice. No pude evitar sentir un estremecimiento ante su contacto-. Sino todo lo contrario- Declaró con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro.
¿Todo lo contrario? Eso significa que todo lo que me hará será bueno, ¿a qué se refiere con eso?
-Y-ya tengo que irme- Hablé titubeante. Soltó un suspiro y se alejó un poco dándome espacio.
-¿No vas a quedarte?- Inquirió con algo de desilusión en su voz.
Me atreví a negar con la cabeza una vez más. Hizo una mueca de desánimo y soltó un suspiro pesado antes de asentir.
-Está bien, entonces, ¿nos veremos mañana?
No contesté a su pregunta. Estaba tan conmocionada y aturdida por el momento que ni siquiera pude contestar.
No estoy muy segura de querer venir de nuevo.
Su rostro cambio, pude notarlo. Pasó de divertido y risueño a exacerbado y serio.
-Nos vemos mañana- Dijo lentamente en un mascullo, está vez más como una afirmación que como una pregunta. Asentí rápidamente con la cabeza temiendo a lo que podía pasar si me negaba.
-Bien- Sonrió-. Entonces vamos, te llevaré a tu casa- Dijo volviendo mágicamente a su lado risueño y alegre, cosa que me dio un poco de miedo y a la vez me desconcertó.
¿Por qué cambió tan prontamente?
Asentí para evitar más problemas que me confundan aún más. Él bajó al piso y juntó las cosas que había tirado debido a mi sobresalto antes de entregármelas. Le agradecí en un susurró que ni siquiera yo fui capaz de escuchar, pero él pareció comprender ya que asintió con la cabeza y sonrió en respuesta.
Me acerqué a mi mochila en la mesa y metí todas mis pertenencias dentro lo más rápido que pude para salir de allí.
A veces me da un poco de miedo el solo hecho de pensar que pueda hacerme daño, que pueda secuestrarme o algo mucho peor que eso, por ello es que quiero cancelar esto para no volverlo a ver, pero a la vez me acobardo y pienso en las secuelas que pueden llegar a ocurrir si le digo eso. He notado que es una persona muy impredecible y algo impulsivo, quizá no lo acepte o quizá me entienda y termine por asentir. No lo sé, no sé qué pueda pasar, y eso es lo que me aterra. Es un tipo intimidante.
Tomé mi mochila y la coloqué sobre mi hombro antes de caminar hacia la puerta. Él la abrió dejándome salir primero. Mientras Harry bloqueaba la puerta de su casa, me dirigí a su auto y entré en este para esperarlo. Unos cuantos segundos después, él también entró y puso en marcha el auto para dirigirnos a mi casa.
Solo espero que el viaje sea rápido y no haga preguntas que me pongan aún más incómoda.
-¿Por qué me tienes miedo?-. Preguntó tras el previo silencio.
Confirmo que el universo me odia.
-No te he dado motivos para que me temas..., ¿o sí?- Inquirió dedicándome una mirada rápida mientras yo deseaba que el auto fuese más ancho para así poderme alejar más de él.
Es un hombre de más de veinte años que le dice cosas extrañas a, prácticamente, una niña de casi dieciséis, ¿quién en mi situación no temería de él?
-Si hice o dije algo que te incomodó, solo dímelo- Pidió, pero no hubo respuesta de mi parte.
La mayoría de las cosas que han salido de su boca han sido incomodas para mí.
Soltó un suspiro antes de hablar-: Perdón si te incomodé, no era mi intención.
-E-está bien- Le sonreí tímidamente para darle a entender que no importaba, aunque importara mucho. Giré de nuevo mi vista hacia la carretera para no estarlo viendo a los ojos.
Le escuché soltar una ligera risa nasal y cuando le encaré, vi que sonreía, quería saber por qué sonreía, así que le pregunté-: ¿Qué?
-¿Hm?- Pronunció al no comprender mi pregunta.
-¿Por qué sonríes?- Me osé a preguntar, aún mi cuerpo y mi tono de voz no se recuperaban de todo lo pasado.
Una luz roja intensa iluminó el auto y por consiguiente este se detuvo. Él me miró, ya me había mirado así un par de veces, y justo en esas veces fue cuando mi corazón se aceleró en un instante y sentía como la respiración me faltaba. Me recorrió el cuerpo con la mirada mientras yo sentía que en cualquier momento comenzaría a convulsionarme.
-Es solo que eres tan inocente-. Declaró con la misma sonrisa de antes. No pude evitar sentir una corriente eléctrica que me recorrió el cuerpo al escucharlo-, Y eso me gusta, ¿sabes?
Abrí mi boca para hablar, pero la cerré de golpe al notar que de esta no saldría nada coherente ante eso. Me dediqué a mirar mis manos que se movían como si fuesen peces fuera del agua sobre mi regazo para no verlo y evitar que me ponga más mal.
Me acaba de pedir disculpas por hacerme sentir incomoda antes, y ahora dice esto, ¿enserio?
El auto comenzó a moverse cuando supongo el semáforo cambio. Solo espero que mi casa esté cerca de aquí.
-Bueno, cambiemos de tema.
Le agradecí internamente por haber dicho eso porque no creo que pueda soportar más cosas como lo previo.
-Quiero saber más de ti, dime, ¿a qué universidad piensas entrar?- Preguntó, mirándome un par de segundos antes de seguir enfocando su vista en la carretera.
-No lo sé todavía- Aún los nervios se apoderaban de mí y eso se notaba en mi habla.
-Pero, falta poco para que te gradúes, tienes que decidir pronto.
-Si casi tres años te parecen poco...- Dije en tono irónico contrayéndome de hombros.
-¿Qué? ¿Tres años?- Inquirió con impresión. Me lindé a asentir con la cabeza. Soltó un suspiro frustrado. -Espera..., ¿Cuántos años tienes?- Preguntó con desconcierto.
Le miré extrañada. Su ceño estaba fruncido en confusión y su boca ligeramente abierta.
No entiendo por qué le importa tanto mi edad, no es algo que importe mucho si solo estudiarás matemáticas, ¿o sí?
-T-tengo quince- Confesé.
-¿Qué? ¿Quince?- Preguntó con desconfianza. Asentí-¿No tienes diecisiete?- Inquirió-. ¿O dieciocho?- Niego con la cabeza en respuesta-. Estás bromeando ¿cierto?- Hablo con mordacidad.
-¿Por qué tendría que bromear con mi edad?- Dije con confusión en mi tono de voz.
Soltó un bufido y hecho su cabello hacia atrás con una mano antes de mascullar una maldición que no alcancé a comprender. Cosa que hizo que mi confusión creciera. No entiendo por qué reaccionó así, no creo que mi edad sea algo que importe mucho.
-¿P-por qué te afecta que tenga quince?- Sondeé con desconcierto.
-Pensé que eras más grande, que tenías dieciocho o estabas a punto de cumplirlos- Bufó antes de mirarme-. Te ves más grande de lo que pareces.
¿Me veo de más edad? Según yo me veía más chica.
-Pero ya casi cumplo los dieciséis- Notifiqué, intentando sonreír para aligerar la situación extraña, pero lo hice terrible.
Soltó una risita escasa de humor antes de hablar-: Eso no cambia nada, Marylise- Indicó con hastío en su tono de voz.
- ¿Cambiar qué?
-El hecho de que eres muy chica aún, no estás lista- Suelta una exhalación pesada, me mira por unos segundos por el rabillo de su ojo y vuelve la vista al frente, antes de murmurar algo que apenas y entendí.
No sé si haya dicho lo que creo que escuché, es solo que no comprendo por qué diría eso. No entiendo por qué diría que "aún soy prohibida". ¿Prohibida por qué? Realmente no lo logro comprender al cien por ciento, pero no sé si me agrada.
- ¿L-lista para qué?- Me atreví a preguntar, escuchándome nerviosa y a la vez curiosa por lo que acabo de escucharle murmurar.
Él simplemente se lindó a asentir dejándome con la duda.
-Es aquí donde vives, ¿no?- Preguntó. Su voz se escuchaba apagada y algo brusca, un gran contraste entre su tono de hace unos minutos y la de ahora.
¿Qué le pasa?
-Eh, si- Afirmé titubeante al observar a mí alrededor y ver mi casa-. Gracias por traerme- Le dije con una sonrisa tímida situada en mis labios.
-Por nada- Contestó en el mismo tono de antes.
Abrí mi boca para hablar, pero de esta solo salió un suspiro. Me confiné a salir del auto, pero antes de cerrar la puerta le dije:- Nos vemos mañana entonces.
-Sí- Contestó sin siquiera mirarme.
Iba a decir otra cosa, pero me arrepentí al darme cuenta que él ahora no estaba de ánimos para contestar. Así que me lindé a cerrar la puerta. Unos cuantos segundos después, arrancó el auto emprendiendo su camino sin siquiera decir un adiós.
¿Por qué cambiara tan rápido de actitud?
Hay tantas cosas que me intrigan de él, como por ejemplo que diga cosas tan raras como lo que me ha dicho, que me mire de esa manera tan asediadora o simplemente lo que acaba de pasar; hay tantas cosas que no entiendo, quisiera poder saber que pasa por su mente cada vez que hace o dice esas cosas.
Sinceramente no entiendo por qué cambio tanto de actitud al decirle mi edad, ¿por qué le afecta tanto? ¿por qué es tan importante para él que yo sea mayor como pensaba? ¿por qué piensa que aún soy muy chica?
No logro comprender nada, no me gusta esta sensación, quisiera que contestara a todas mis preguntas, quisiera que disipara todas mis dudas, pero eso no va a pasar, sé que no me atreveré a preguntar una vez teniéndolo enfrente y también sé que no responderá, aunque lo haga.