No debí haber aceptado, debí haberle dicho a alguien desde un principio, pero no lo hice, tenía miedo de que me hiciera algo si lo hacía. Tenía miedo de todo, hasta de mí misma por sentir eso que sentí.
¿Y si vuelvo a sentirlo? ¿Y si me gusta lo que me vaya a hacer? Entonces, ¿tendré que seguir con esto? No quiero..., no quiero sentir esto, no quiero que me toque, no quiero nada que tenga que ver con él, o bueno, no lo sé... Es un sentimiento muy extraño, no quererlo, pero desearlo en el mismo momento.
Aunque no quiera aceptarlo, se sintió bien lo que hizo ayer, ¿volverá a hacerme lo mismo? Si lo de ayer me gustó, es muy probable que lo de hoy también me guste. Tengo miedo de lo que pueda sentir porque sé que esto está mal, está muy mal, aunque se sienta diferente.
-¿Me acompañas?- Pide, sacándome de mis inquietudes, mientras se separa un poco de mí y me extiende su mano.
Sé que quiere que la tome, pero no sé a dónde me llevará si lo hago, no sé si quiera aceptarla.
Me armo de valor tomando una inspiración profunda y tomo su mano para que me guíe a dónde quiera que vayamos a ir. Supongo que a su cama porque es donde usualmente...
No creo que esté preparada para esto.
Él me regala una sonrisa torcida y comienza a caminar conmigo a su lado.
El camino a lo que supongo es su habitación es demasiado largo, o por lo menos eso me parece a mí. Caminar por ese pasillo con él guiándome me hace sentir demasiado diminuta, demasiado insegura y desprotegida, como si de una niña pequeña se tratase, y no me gusta sentir eso.
Mis manos y piernas tiemblan con cada paso que doy y al parecer él se da cuenta de eso, ya que me mira y comienza a caminar más lento; pero yo no quiero que vaya más lento, ya quiero terminar con esto, ya quiero que comience con lo que no terminó ayer...
No, no. Quiero decir, ya quiero decirle que no quiero seguir con esto y llegar a mí casa, sí, eso...
Él abre la última puerta del pasillo una vez que llegamos y entramos en la habitación. Me lleva hacia el centro de ésta y luego suelta mi mano. Me abrazo a mí misma, sólo porque me siento demasiado inestable estando aquí. Comienzo a observar el lugar; las paredes están pintadas de un monótono color blanco mientras que la cama y algunas decoraciones son de tonos grisáceos y negros. No había nada de color, excepto a una guitarra que tenía en una esquina.
Ya había estado aquí antes, pero no lo había observado bien, ya que despertar en su cama con él tocándome fue un choque a mis sentidos, mi mente no pudo analizar bien en dónde me encontraba ya que sólo se concentraba en él, en su mirada, en la forma en cómo me tocaba, en...
Suelto un suspiro pesado al revivir todo eso.
Tengo miedo, y ya no es porque pueda hacerme algo malo, que pueda abusar de mí o algo parecido, porque sé que no lo hará, él lo prometió. Aunque dijo que no era muy bueno cumpliendo promesas..., como sea, igual eso no es lo que preocupa justo ahora.
Lo único que ronda en mi mente son sus otras palabras: "Te prometo que no te arrepentirás, pequeña"
Tengo miedo de que eso se cumpla, de que me guste lo que vaya a hacerme y después no quiera salir de esto; que lo disfrute tanto que quiera volver a hacerlo. No quiero seguir con esto.
Él me dijo que, si me gustaba, me haría sentir eso y mucho más, él me dijo que no me iba a arrepentir de haber aceptado, me dijo tantas cosas que ahora no soporto traerlas en mi cabeza.
-¿Lista?- Pregunta, sacándome de mis preocupaciones. Me giro hacia él, encarándolo, para después negar con la cabeza.
No mentiré, no estoy lista para lo que sea que venga.
Noto como ensancha una sonrisa ante mi respuesta, y dice-: Tranquila, esto te gustará- me regala un guiño-, confía en mí.
Justo eso es lo que no quiero, que esto me llegue a gustar.
Da unos cuantos pasos hacia atrás, cosa que me confunde, pero no digo nada al respecto. Frunce su ceño y lleva una mano a su boca, tapándola con sus dedos un poco mientras me observa de pies a cabeza.
¿Y ahora qué? ¿Por qué se aleja? ¿Por qué me mira así?
-Bien, ahora..., quítate la ropa- Conmina, con firmeza en su voz. Algo sube de mi estómago hasta mi garganta al ver la forma en que me mira, y sobre todo por lo que ha dicho.
Pensé que haría lo mismo de ayer, no que tendría que quitarme la ropa. Eso no era parte del plan, eso no lo tenía previsto.
-¿Uh?- Alcanzo a pronunciar, más allá de lo confundida, porque quiero estar segura de lo que dijo.
-Quítate la ropa- Repite, pero ésta vez con un tono más cálido-. ¿O quieres que yo lo haga?- Pregunta, retándome con la mirada. Trago duro y aparto mis ojos de los suyos, sólo porque no puedo mantenerlos.
No quiero quitarme la ropa, no quiero exponerme frente a él. No sabía que tenía que hacer esto. No me lo había dicho antes, podía haberme avisado.
Pero, supongo que debí de haberlo imaginado, debí haberlo previsto. Ya acepté, ya no me puedo echar para atrás. Aunque no quiera tengo que hacerlo o si no se enojará y no quiero hacerlo enojar.
-Voy al baño- Digo, pero más como un aviso se escucha como una pregunta, como si necesitara que él lo aceptara.
Intento caminar para salir de la habitación, pero él me lo impide tomándome del antebrazo.
-No necesitas de un baño para hacerlo- Murmura, con voz sugerente-. Puedes quitarte la ropa aquí mismo- Dice, pero sé por su tono de voz que no busca una respuesta, sino una acción de mi parte.
¿Aquí? ¿Ahora? ¿Frente a él? No, ¿por qué? Ya es demasiado como para hacerlo delante de él.
-¿O quieres que lo haga yo?- Pregunta una vez más, pero no recibe una respuesta de mi parte-. Lo haría con gusto..., pero yo quiero que lo hagas tu- Sonríe de medio lado, causándome escalofríos en toda mi espalda.
Abro mi boca para contestar, pero de esta no sale sonido alguno, así que me limito a asentir con la cabeza aunque no esté totalmente convencida de hacerlo.
-Ahora vuelve a dónde estabas antes y desnúdate para mí, pequeña- vuelve a guiñar soltando su agarre de mi brazo.
Camino de vuelta hacia el centro de la habitación con lentitud, sólo porque sé que si voy rápido probablemente mis piernas me traicionen.
Siento a todo mi cuerpo temblar debido a los nervios acumulados. Y sé que él lo sabe, sé que disfruta verme de esta manera, si no fuera así no me hubiese pedido que me desnudara frente a él, si no fuera así no me hubiese pedido hacer todo esto.
No quiero que me vea desnuda, que vergüenza. ¿Y si no le gusta lo que ve...?
¿Por qué siquiera pienso en eso? ¿Por qué siquiera me importa si le gusto o no? Eso no debería interesarme ahora.
Vuelvo a mi lugar, pero no me muevo. Estoy demasiado nerviosa y asustada como para hacer algún movimiento. Me atrevo a mirarle y noto como él levanta ambas cejas en señal de presión. Quiere que lo haga ya, pero yo no estoy lista.
En un arranque de valentía, dejó todas las inseguridades y miedos en una esquina dentro de mi cabeza y comienzo a hacerlo. Ya he llegado hasta aquí, ya no puedo arrepentirme.
Primeramente me deshago de mis zapatos y después empiezo a desabotonar mi camisa pero no la saco aún. Bajo mi falta por mis piernas y ésta cae al piso, justo debajo de mis pies. Me pongo de cuclillas para levantarla y la tomo entre mis manos.
Estaba dispuesta a sacarme la camisa de una vez por todas, pero todo pareció congelarse y las inseguridades y miedos salieron de dónde las había apartado y volvieron a apoderarse de mi cuando mi mirada se encontró con la suya.
Me recorría el cuerpo lentamente de arriba abajo una y otra vez haciendo que me sintiera aún más incómoda.
Es la misma mirada que tenía antes, es la misma mirada de ayer cuando se confesó y me pidió hacer esto. Conozco esa mirada, está deseosa de algo y eso me hace sentir bien. El pensar que me desea es algo chocante, pero a la vez sugestivo y tentador. Por una extraña razón me gusta que me mire así, pero no cuando esa mirada se transforma en una más ávida y estremecedora. Eso sí me asusta. Me siento deseada, cosa que nunca había experimentado antes.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no sigues?- Pregunta en tono juguetón, pero eso sólo provoca que mi nerviosismo aumente-. Eres... - Suelta una exhalación mientras me mira una vez más-, eres realmente hermosa- Murmura, con voz rasposa, mientras suelta un suspiro y humedece sus labios con su lengua.
Una especie de ardor se instala en mis mejillas al escucharle decir eso, así que tengo que inclinar mi cabeza hacia abajo para que no lo note; aunque de seguro ya lo habrá notado.
Llevo una mano a mi pecho y junto ambos bordes de la abertura central de mi camisa para intentar tapar lo que he descubierto antes. No quiero que me vea..., bueno, en realidad sí, pero no... No lo sé.
-No, ¿por qué haces eso?- Pregunta, se le escucha confundido y puedo apostar que su seño se frunció ante mi acción. Me atrevo a mirarle y, efectivamente, su expresión era de completa confusión y también algo de indignación.
No, que no se moleste por esto. No quiero que esté enojado cuando... Cuando eso pase...
Pero esto no pasa, no veo que su expresión haya cambiado a una molesta, lo cual me tranquiliza un poco.
Comienza a acercarse a zancadas lentas pero grandes por lo que pronto llega a mí. Siento a mis músculos tensarse cuando coloca sus manos en mis caderas y me acerca más a él. Hunde su rostro en mi cuello y deposita un beso en éste. Mi piel se eriza ante su contacto. Su toque va bajando poco a poco hasta llegar al cuello de mi camisa, es cuando aparta una mano de donde la tenía previamente y con ésta comienza a bajar la manga por mi brazo intentando sacarla, repartiendo besos en la piel de mi hombro que va descubriendo. Cientos de sensaciones extrañas y agradables me recorren el cuerpo ante sus caricias. Si esto seguirá así ya no podré controlarme.
-Hueles tan bien- Murmura contra mi piel causándome escalofríos-. Pero de seguro sabes mucho mejor- dice, volviendo a mi cuello para besarlo mientras desliza la camisa por mis brazos.
¿A qué se refiere con que de seguro sé mejor? ¿Va a probarme? Pero, ¿cómo? ¿En qué sentido? Esto me asusta aún más.
Sus húmedos besos comenzaron a descender desde mi cuello hasta mi clavícula, mientras sus manos seguían aferradas a mis caderas, pero aun así yo seguía pensando en lo que dijo hace unos segundos; fue tan extraño, quiero saber a qué se refiere con eso.
De pronto se separa de mí unos cuantos centímetros y sus caricias ceden dejándome respirar. Me observa detenidamente de pies a cabeza y yo no puedo sentirme más incómoda
Un pequeño gruñido sale de su boca antes de mascullar un-: Me encantas.
¿Le gusto? Entonces no se decepcionó de lo que vio, le gusto..., pero, no debería de alegrarme por eso. No es algo por lo que deba sentirme bien. Era mucho mejor no gustarle, así él ya me dejaría en paz porque no creo que quiera meterse con alguien que no le gusta, ¿o sí?..., Entonces, ¿es algo bueno o malo? Se siente bien que diga eso, pero no creo que sirva de mucho si quiero alejarme de él.
Suelto un grito ahogado de sorpresa cuando mis pies ya no tocan el piso. Me dice que me aferre a sus caderas para que no caiga, así que lo hago. Él reanuda su repartición de besos a mi cuello, y la tortura para mi corazón, pulmones y mente también.
Siento que está caminando, pero no puedo ver nada ya que tengo cerrados los ojos al igual que mis puños para evitar cualquier sonido o expresión que le demuestre que me gusta lo que hace. Dijo que si le decía que lo que sea que vaya a hacerme no me gustó entonces me dejaría en paz, eso es parte del trato, él lo dijo..., bien, le demostraré que esto no me gusta, aunque en el fondo sé que estaré mintiendo.
A los pocos segundos siento como mi cuerpo comienza a descender y por consiguiente, mi espalda hace contacto con una superficie acolchonada. No es necesario que sea un adivino o que abra los ojos para darme cuenta que ya estoy en su cama. Aunque ahora esté en otra posición, los besos y caricias no han cedido, y ya se me está haciendo muy difícil controlar mis reacciones.
Él me pide que abra los ojos, pero yo no quiero hacerlo, no quiero ver lo que me hace porque sé que eso hará que estas sensaciones aumenten. Pero al final tengo que hacerlo cuando me lo pide una vez más porque no quiero hacerlo enojar.
Ha bajado desde mi cuello hasta mi estómago y ya he dado algunos pequeños brincos cuando muerde la piel de esa zona, lo cual parece que lo divierte ya que lo hace otra vez.
Mi piel se eriza cuando comienza a subir hasta mis pechos, besando la piel que no alcanza a cubrir mi sostén. Un escalofrío me recorre la espina dorsal cuando sube a mi cuello y lo besa de nuevo.
Demonios, esto se siente tan bien, no me importa arrepentirme después, pero yo quiero seguir sintiendo esto. Es una especie de..., ni siquiera sé cómo describirlo, pero me gusta y creo que él se está dando cuenta de ello ya que puedo sentir su sonrisa rozar contra mi cuello. No quiero que se dé cuenta, eso es lo que quiero evitar a toda costa, pero no creo que pueda lograrlo si se sigue sintiendo así.
Siento como su mano comienza a descender con cautela, acariciando suavemente mi piel desde mi hombro hasta mi cadera. Me aferro a las sábanas con mis maños hechas puños sólo porque no quiero emitir ningún sonido que delate el estado en el que me encuentro.
Mi respiración está demasiado agitada, siento como mi corazón impacta contra mi pecho, sólo espero no tener otro ataque aquí mismo. Si eso llegase a pasar, habrá valido la pena porque esto se siente tan... Espera, ¡¿qué está haciendo?!
La resolución me golpea de lleno cuando siento como comienza a jugar con el borde de mis bragas halándolo hacia abajo.
Saco las fuerzas de quién sabe dónde y lo empujo tratando de detenerlo, pero él ni siquiera se mueve dos centímetros. Sus besos, caricias, absolutamente todo movimiento se ataja. Separa su rostro de mi cuello y me mira con sus ojos inexpresivos, no puedo descifrar cómo está en este momento, no sé si está molesto, confuso u otra cosa mucho peor.
No sé realmente lo que está pasando. ¿Por qué intentaba bajar mis bragas? Pensé que haría lo mismo que ayer. ¿Qué pretendía hacer?
No soporto ver esos ojos, ese rostro sin emoción; así que pregunto, con timidez-: ¿Qué haces?
-No, ¿Qué haces tú?- Pregunta, mientras su ceño se frunce en señal de indignación. Abro mi boca para hablar, pero él no me deja hacerlo ya que lo hace primero-. Yo sólo iba a tocarte, eso es parte del trato- Menciona.
-¿Qué trato?- Pregunto, confundida. Él no habló de esto en ningún trato.
-El de hace unos minutos, recuérdalo, cariño- Algo extraño recorrió mi vientre al escucharle llamarme así, pero no debo concentrarme en eso ahora-. Tú lo aceptaste y ahora sólo tienes que dejarme hacerlo- Dice, pero suena más como una orden para mí.
-Pero...
-Shhh...- Eleva su mano hacia mi rostro y tapa mi boca con su dedo índice para callarme. Toda expresión de molestia se esfuma para ser reemplazada por una ligera sonrisa-. Tranquila, te va a gustar...- promete en un murmuro-, confía en mí...
Dicho esto, sus besos y caricias vuelven, los cuales son bien recibidos por mi cuerpo al instante, ya que éste comienza a reaccionar involuntariamente a cada estímulo.
Baja desde mi cuello hasta mi vientre, besando y acariciando toda esa zona, causándome muchos espasmos y haciendo que soltara uno que otro jadeo.
-¿Va a doler?- Me atrevo a preguntar, necesito saberlo.
Él levanta su rostro para mirarme y los múltiples besos en mi abdomen, alrededor de mi ombligo, ceden.
-Claro que no- Niega con la cabeza, pero se queda unos segundos haciendo ese movimiento-. Lo único que sentirás es placer, pequeña...- Remoja sus labios con la punta de su lengua haciéndome estremecer-, sólo placer...- Murmura cerca de mi ombligo, en un tono sugestivo, para después volver con sus besos, haciéndome estremecer.
Todas estas sensaciones son indescriptibles para mí, no sé realmente cómo explicarlas porque nunca las había sentido antes; es como una especie de electricidad que me recorre completamente cada vez que besa, mordisquea o lame cualquier parte de mi cuerpo, sobre todo en mi cuello, pecho y abdomen. Cuando lo hace en esas zonas se siente realmente bien.
Sólo espero no arruinar lo que he planeado.
Su boca sigue descendiendo cada vez más, hasta que se detiene llegando al borde superior de mis bragas.
-Eso lo dejaremos para después- Murmura subiendo nuevamente para besar mi cuello.
¿Después? ¿Piensa hacerlo más veces?
Muerdo mi labio inferior intentado callar un gemido que se ha creado en mi garganta. Siento como su mano se desliza por todo mi cuerpo hasta llegar al lugar al que llegó antes. Pero extrañamente ésta vez no intenta bajar mis bragas, no lo hace, sólo su mano permanece allí moviéndose poco a poco cada vez más hacia abajo.
-Demonios..., desde aquí puedo notar lo húmeda que estás- Murmura en mi oído.
Él separa aún más mis piernas y yo no opongo resistencia, a este nivel del juego ya estoy completamente a su merced.
Mi espalda se arquea y de mi boca sale un jadeo que callo rápidamente justo cuando sus dedos comienzan a trazar lentamente pequeños círculos por encima de la tela de mi ropa interior.
¿Qué fue eso? ¿Por qué se sintió así?
Otro jadeo se escapa de mi boca cuando lo hace de nuevo, pero esta vez no se detiene haciendo que la sensación sea mucho más grande. Muerdo mi labio inferior y aprieto la sabana en mis manos hechas puños con tanta fuerza que creo que mis nudillos se están poniendo blancos.
Esto se siente mil veces mejor que lo anterior. Se está cumpliendo lo que dijo, esto se siente realmente bien, esto me gusta demasiado, tanto que no puedo evitar demostrarlo con mi cuerpo, que se contrae y arquea a cada segundo; y mi boca, que emite sonidos que confirman que esto realmente me está gustando.
Sus labios en mi cuello y sus dedos tocándome me están volviendo loca. No creo que pueda soportarlo.
-¿Te gusta?- Murmura en mi oído-. ¿Te gusta cuando hago esto?- acompaña sus palabras con acciones, acelerando la velocidad sus movimientos.
No recibe respuesta alguna de mi parte así que vuelve a preguntar, pero sigo sin contestar porque sé que si lo hago soltare un gemido de..., de placer.
¿Así es como se siente? ¿Esto es lo que dijo que sentiría? Si es así, quiero seguir sintiéndolo.
Es..., es..., no lo sé, pero está comenzando a arder. Hace calor aquí dentro, o quizá solo soy yo. No lo sé, y no tengo cabeza ahora como para pensar en ello.
-¿Te gusta?- Pregunta una vez más, pero no contesto, sólo porque no puedo hacerlo.
De repente, la sensación de ardor desaparece, todo desaparece, ¿por qué?
Él intenta levantarse de encima de mí pero yo no se lo permito, tomándolo de su camisa con mis manos hechas puños. Quiero que esa sensación tan placentera siga, ¿por qué se detuvo?
Observa mis manos en su camisa y luego a mis ojos, su expresión es confusa, no logro descifrarla muy bien.
-¿Quieres soltarme?- Dice, pero se escucha más como una orden. Me atrevo a negar con la cabeza.
No quiero que se vaya, no quiero que me deje así.
-Ah..., ¿no vas a soltarme?- Pregunta, escuchándose el reto y la diversión en su voz.
Quiero que siga, pero no me atrevo a admitirlo
-¿Qué es lo que quieres entonces?- Me pregunta, con un tono de voz más sugerente. No contesto, sin embargo-. ¿Quieres que siga?
Si le digo que si probablemente lo tome como una aceptación a su propuesta de antes, a la cual no sé si aceptar todavía; pero si le digo que no entonces se irá, esto se acabará y ya no volveré a sentirlo. No sé qué es lo que quiero. Por una parte quiero que esto se termine porque sé que está mal, pero por otra quiero que siga porque se siente muy bien. Supongo que si esto pasa solo una vez no habrá ningún problema, sólo será una y después le diré que no sentí nada y me dejará en paz. Sí, eso haré, sólo una vez y listo. Le diré que siga con esto.
-Marylise...- Insiste-. Contesta, sí o no, es fácil.
Asiento con la cabeza en respuesta sólo porque no confío en mis palabras. Una sonrisa juguetona aparece en sus labios, provocando que me arrepienta un poco de mi decisión.
-Dime qué es lo que quieres, pequeña.
-Quiero...- Suelto un suspiro para intentar controlar mi temblor interno-. Quiero que sigas.
-¿Qué siga qué?
-Eh..., con esto.
-¿Con esto, qué?
-Quiero que sigas- Repito.
-¿Quieres que siga qué?- Insiste
-¿P-por favor?- Digo, más como una pregunta que como una respuesta, porque no sé realmente que quiere que diga.
-¿Por favor qué?
Mi ceño se frunce ante la confusión que me provoca. ¿Por qué cuestiona todo lo que digo? ¿Qué es lo que realmente quiere escuchar? No lo entiendo.
-Sigue con lo que estabas haciendo- Digo, en un murmuro agitado, tomando su mano y llevándola hacia mi parte íntima, en un acto de valor.
Su sonrisa juguetona da paso a una risa divertida ante mi acción, provocando que aleje su mano rápidamente y sienta mi cara arder. Se está divirtiendo al ponerme en este estado, pero yo sólo me confundo más.
-Que atrevida- Comenta-. Pero así me gustas...
En un efímero movimiento, hunde su rostro en mi cuello y me castiga con un par de besos mojados en la zona. Eso se siente tan bien...
-Escucha- Habla a mi oído, seguidamente se separa un poco de éste para encararme-, de ahora en adelante quiero que me llames papi. ¿de acuerdo?- Dice, o más bien ordena.
¿Papi? Pero, ¿qué?
-Si quieres algo, cualquier cosa, sólo tienes que pedírmelo así- Dice, regalándome un guiño.
¿Quiere que lo llame papi? Pero, ¿por qué? Ni si quiera a mi papá le llamo así, bueno, sólo a veces. ¿Por qué tendría que llamarle así a él? Dijo que si quería algo tenía que llamarle así, y yo quiero seguir sintiendo lo que sentí, así que tengo que hacerlo, aunque sea extraño para mí.
-Quiero..., quiero que sigas, por favor- él levanta ambas cejas en señal de presión cuando enmudezco. Trago duro-. Por favor, papi- pido en un murmuro.
Noto como su sonrisa se ensancha con mis palabras y dice-: Eso hubieras dicho desde un principio, pequeña.
Se acerca peligrosamente a mi cuello y sus caricias vuelven. Aparto mis manos y las llevo a mis costados para evitar arañarlo o pellizcarlo cada vez que sienta algo fuerte.
Su mano regresa al lugar previo y las sensaciones que quería que volvieran regresan con mucha más fuerza. Ahora él lo hace más rápido y los besos en mi cuello son mucho más desesperados. Incluso uno de estos dolió ya que parecía que succionaba mi piel hasta el punto en el que dolía. Bajó a mis pechos e hizo lo mismo, creo que eso me dejará una marca. Sólo espero que no sea visible cuando me ponga la ropa.
Esto quema, siento como si hubiesen encendido una fogata en mi vientre. Tengo tanto calor, estoy sudando. Esto no es normal. ¿O lo es? ¿por qué quema tanto?
Aunque esto arda se siente realmente bien, es algo extraño porque cuando algo arde, quema o duele no es una sensación agradable, pero esto sí. Es tan extraño.
Mis piernas tiemblan y la sensación de ardor no ha desaparecido, sino que aumenta con cada uno de sus movimientos.
Un gemido se escapa de mi boca sin que pueda detenerlo, pero a estas alturas del partido ya no me importa mucho, sólo me interesa seguir sintiendo esto.
De repente todo se detiene una vez más, pero ésta vez él si se levanta. ¿Qué está pasando? ¿Por qué se detuvo? ¿Qué hice ahora?
-Listo- Dice, acomodando su camisa.
¿Listo? ¿Eso es todo?
-Ya puedes vestirte..., o quédate así mejor, me gustas más así- Dice, sonriendo observándome de arriba abajo. Algo se removió dentro de mi estómago al escucharle decir eso.
-P-pero...- Intento rebatir, pero él no me lo permite.
-¿Qué? ¿Esperabas algo más?- su risa silenciosa me provoca escalofríos-. Para eso tendrás que aceptar- Sonríe-. Si quieres saber qué hay más allá, yo con gusto puedo mostrártelo, pero no podré hacerlo hasta que aceptes, no podré hacerlo hasta que me digas que aceptarás lo que te propuse.
Entonces, ¿hay algo más que esto? ¿puedo sentir mucho más?
-Esto no fue nada, me detuve justo a la mitad. No quería darte todo de una sola vez porque después ya no lo disfrutaría, sólo te estaba probando- Ríe de la misma forma que antes-. Y espero poder probarte literalmente después- atrapa con sus dientes su labio inferior al decir eso.
-¿C-cómo?- Me atrevo a preguntar, ya que no he entendido nada.
-Tu y yo..., ya sabes- Hace una mueca al ver mi rostro de completa confusión-. Bueno, no creo que lo sepas..., pero pronto lo sabrás, sólo tienes que aceptar para averiguarlo- Dice, con elocuencia en su voz.
Lo hizo de nuevo, sabe muy bien qué decir para convencerme. Sé que dije que no iba a aceptar, pero ahora en verdad quiero hacerlo. Quiero que me enseñe todas esas cosas que prometió enseñarme si aceptaba. En verdad lo quiero, pero tengo miedo de lo que pueda pasar si acepto.
-Bien, ¿sabes qué?...- Toma mi ropa del piso en donde la había dejado y me la entrega-. Vístete, te llevaré a tu casa. Tienes muchas cosas en qué pensar, linda. Mañana me dirás tu respuesta- me señala con su dedo índice en advertencia y me guiña un ojo, antes de dar la media vuelta y comenzar a caminar hacia la puerta.
-Te espero abajo, pequeña. No tardes, que tengo que deshacerme de esto- Dice, para después salir de la habitación.
¿Qué cosa?
Oh..., eso.