Capítulo 10 8

Lukyan

Estando en la suite de un hotel, me mantengo en la ducha descargando todo el estrés, que siento de los últimos días, han pasado casi una semana, en donde el paradero de Frolov ha cambiado; con pesar golpeo la baldosa, sin sentir dolor en el proceso es la única forma de descargar la ira que siento, ya que el objetivo que atrapamos, se llevó el secreto a la tumba, recibió la tortura y al final uno de mis hombres le termino cortando la garganta en fin un desperdicio.

Con algo de pesar salgo de la ducha, con el cuerpo húmedo la toalla estaba en la cama la busco; dejando un camino húmedo debajo de la planta de mis pies; luego me paso la toalla por el cuerpo, hasta colocarla alrededor de mí cintura, estiro mi cabello como de costumbre antes de ser interrumpido con el toque en mi puerta, un ligero pase brota de mis labios, otorgándole a la otra persona que ingrese.

-Señor tiene una llamada del sr. Morozov. -suelto un gruñido antes de girarme.

-No pueden dejar de fastidiar. -expreso con molestia, mientras Pedro se mantiene serio extendiendo un celular.

Con algo de molestia, tomo el aparato para atender la tediosa llamada de mi Tío; desde anoche había apagado el celular, por las constantes llamadas que hacía y mi primo no sé quedo atrás; porque al estar en misión no dejaba de joderme la paciencia.

-Diga.

-Sé puede saber ¿Qué te pasa?

Toco el puente de mi nariz ante las reprimendas, sin sentidos que suelo tener con él.

-No ilumíname.

-No te pases de listo muchacho, sabes que soy tú tío y debes conocer que el respeto...

-Eso se gana, además sabes que estoy de casería; pero las cosas han dado otro rumbo.

-Exactamente por eso te llamo, debes volver a la base; porque Gavrel me envió unos archivos que debes ver, no puedo enviártelos, no sabemos si las redes las pueden intervenir.

Di un ligero asentimiento, estando de acuerdo es seguro que el imbécil se esté moviendo; pero en este caso, debo usar la estrategia de búsqueda con otros socios de mafias, resulta mejor y mantengo la protección en la Bratva; no es bueno ausentarme tanto tiempo, eso causaría sospechas antes mis enemigos que son muchos perdería el tiempo contándolos.

-Lukyan...

-Sí te acabo de oír, estaré dos días más; porque cerraré un acuerdo para montar al nuevo hombre que quedará al mando de la zona latina, no podemos perder clientes de este lado.

Un silencio efímero basto, para darme cuenta que no le gustaba la idea; no tenía otra opción más, que aceptar mis órdenes.

-Está bien... solo no demores, es de suma importancia, que llegues a Rusia.

-Nos veremos pronto.

Cuelgo la llamada, para pasarle el aparato a Pedro, que se ha mantenido en su posición sin moverse; me toco el rostro con ambas manos, antes de pasar una mano por mi nuca aligerarlo el estrés que necesito drenar y solo el licor puede ayudarme, me giro para encarar a mi escolta y dar una orden.

-Iremos a la ceremonia y después al dichoso club, que nos invitaron dicen que es nuevo por su apertura que será exclusiva; así que nos tomaremos un leve descanso por así decirlo, tal vez el objetivo este cerca. -argumente; al tocar mi quijada rosando la leve barba que tengo.

-Como usted, ordene señor. -dice al tocar su pecho y dar una leve reverencia, para salir por la puerta.

En el transcurso del día me mantuve en la base de la mafia, dirigiendo al grupo como junto a Pedro enseñarles como la mercancía debe mantenerse en perfecto estado al descargarlas en sus camiones y llevarlas a posibles almacenes donde las personas del exterior piensan que son productos no precederos, es un camuflaje para que la droga y las armas pasen seguras; sin ser detectadas por las autoridades del país que se han vuelto más estrictos con su seguridad, por un lado era bueno que brindarán la seguridad a sus habitantes una sonrisa ladeada apareció al tomar un sorbo del licor de la ciudad era un ron diferente, no tan bueno como otro que probé, pero al menos servía, para refrescar mi garganta.

De inmediato me detuve al dejar el frasco de vidrio en uno de los grandes mesones que había, nos encontrábamos en un galpón de más de mil metros todo reforzado de acero pulido junto a más de miles de personas trabajar con el cargamento nuevo que les mande hace días y llego el día de hoy, enseguida Pedro se posiciona a mi lado para anunciarme algo.

-Rey el señor Jiménez lo está esperando en su despacho. -asiento, manteniendo un rostro imperturbable.

-De acuerdo.

Es todo lo que digo, antes de comenzar a caminar a unas escaleras de metal del extremo derecho que los lleva a un segundo piso, para después llegar a un pasillo ancho con puertas a cada lado, teniendo números en sus puertas allí se guardaba cada mercancía, y ser sacada siempre que lo dispusiera el don o líder de las mafias, haciendo una nota mental de como Jiménez, llego a la base fue memorable; le había servido por años a Kuzmina tanto que él entrego lo más valioso a manos de mi ex socio, en la mafia tenemos un código de lealtad, son tres en total en los tiempos del siglo XVIII habían como veintes que casi nadie le permitían ser lo suficientemente buenos, para ser parte de la organización.

De modo que si alguno invalidaba dicha ley, tenía que verse en la obligación de que su cuerpo le pertenecía al círculo rojo sin objetar nada, ahora el punto de partida que llevo a este hombre asumir ahora el próximo mando de la zona latina, fue por haber sacrificado a su propio hijo; el único que Dios le permitió tener o como dicen las personas creyentes o religiosas. No obstante, fue duro su decisión porque tuvo que presenciar como moría ante sus ojos, por ser apuñalado en todas partes, una muerte dolorosa como lenta y si es un niño de doce años mucho más algo dentro de mi ser hierve de la rabia por esos sacrificios que se llevan a cabo, buscando ascender de cualquier manera.

-Listo señor. -la voz de Pedro, me vuelve a sacar de mis pensamientos.

Hecho un vistazo reconociendo que llegamos a dicha oficina privada, la cual le fue entregada dos días después de la muerte de Kuzmina; solo le falta el ritual de ascenso el único que se plasmará en papel, de forma oficial uno de mis hombres abre la puerta dejándome pasar primero y luego seguirme mis tres hombres.

Sin perder tiempo el hombre de piel canela y ojos miel me observa seriamente, poniéndose de pie luciendo un traje impoluto de color gris; que se adecua a su cuerpo al tener casi los cuarenta años se mantiene en buena salud, sin tener rastro de envejecimiento en su piel, cauteloso avanza hasta quedar delante de mí, se inclina ante el protocolo de la mafia que no dura mucho, lo cual agradecí antes de iniciar la conversación.

-Rey.

-Augusto Jiménez. -le respondo sin perder la seriedad.

-Usted dirá señor ¿Cuándo iniciamos? -dice determinado, a lo que asiento mirando a Pedro que no duda en avanzar hasta el escritorio.

- ¿Conoces el protocolo de ascenso? - pregunto, mientas él castaño asiente.

-Perfectamente señor.

-Entonces iniciemos, no perdamos tiempo. -ordeno y uno de mis hombres se para al lado de mi mano derecha que ha posicionado tres papeles en la misma madera.

El proceso de ascenso es simple, como algo tedioso en este caso hay una copa de cristal mediana en el centro junto a una navaja filosa y puntiaguda que ha pertenecido por décadas en la mafia rusa, incluso el juramento está grabado en nuestro idioma por el mismo objeto transcurren veinte minutos en donde Jiménez se coloca delante del escritorio amplio sin las sillas que antes fueron corridas por mi personal.

Poco a poco me acerco, hasta sentarme del otro lado tomando el mando del Rey de la Bratva, para no perder detalle de lo que hará el nuevo integrante y las palabras finales que debe cumplir hasta el último respiro que salga de su boca, los ojos mieles se fijan sobre persona esperando autorización, la cual con doy.

-Bien... señor Jiménez acepta la responsabilidad de ser el líder de la zona sur latina, para comandar y liderar todo lo que compete de la mafia, buscando siempre avanzar y no retroceder ante los mandatos expresos por su Rey. -Informo con total seriedad.

El hombre inmóvil en su lugar, asiente respondiendo.

-Lo juro mi Rey. -declaro con total seguridad, que me hizo sonreír internamente.

-Sin más que añadir, proceda a la alianza legal. -aclaro señalando el objeto filoso.

Acto seguido el hombre toma la navaja con la izquierda, realiza un corte preciso en su mano derecha; algo profunda para apretar su mano, por encima de la copa llenando con diez gotas aproximadamente el recipiente de vidrio, luego uno de mis hombre se acerca con una toalla y un recipiente hondo para lavar su herida y secarla al tener el paño en su mano lo aprieta para que no drene más sangre, mientras que busca con una pluma, sumergirlo en la copa y comenzar a firmar los tres papeles; donde avala todo el ritual, como también las responsabilidades que debe tener al ser el nuevo líder todo es llenado con éxito, antes de ponerme de pie mis pasos certeros llegan al castaño que ahora aprieta su herida sin la toalla.

Extiendo mi mano hacía su persona, lo que permite que Jiménez extienda la suya sellando la alianza, una sonrisa brota de sus labios; mientras la mía permanece imperturbable el saludo termina y mis palabras son firmes ante el nuevo líder.

-Espero su máximo potencial sr. Jiménez; porque la lealtad a la Bratva no es un juego, así que cada orden que se indique o información que desconozca con el objetivo F, debe informarlo inmediatamente recuerde lo que le sucedió, al líder anterior. -Dejo por sentado, asintiendo a mis palabras.

-Por supuesto señor.

No hubo más que añadir, los papales fueron recogidos y la zona fue limpia, manteniendo el escritorio despejado para el nuevo hombre que liderará la zona; antes de retirarnos el castaño anuncia unas palabras.

-Lo espero en el club Señor. -su invitación no podía dejarla de lado.

-Ahí estaré.

Con las últimas palabras, salí junto a mis hombres que al pasar quince minutos nos encontramos en las camionetas blindadas; tuve que rentar un mansión para no quedarme en el hotel, había estado muchos días y no es bueno permanecer en un mismo lugar, ahora con algo de humor verifico el celular, detallando cada llamada que ha sido registrada; me dispuse a llamar a cada uno, resolviendo los asuntos como dar órdenes, que no podía dejar a la ligera, el trascurso fue ameno observe que nos detuvimos, uno de mis hombres abrió mi puerta; donde seguí el camino de piedras, hasta pasar por las puertas de madera.

Para cuando ingreso, el lujo es impartido en cada rincón con los muebles preestablecidos, para en cada zona de la mansión, el suelo impoluto con cerámica fina, cuadros de artista en blanco con negro, sin figuras o rostros solo líneas de arte que en su tiempo fueron la sensación y que la dan un toque único, sin llegar a lo excesivo, el lugar está compuesto por una terraza al final del corredor, despacho privado con biblioteca, cocina empotrada en colores neutros servidumbre activo las doce horas del día, un jardín inmenso con una fuente, que le sirve de relleno al no ver flores solo grama.

En la segunda planta están las habitaciones; además de que cada una que posee baño particular, subo las escaleras de espiral de hierro; bañado en oro mis pasos se dirigen a un camino angosto, con decoraciones en marrón claro, alfombra roja hasta llegar a la habitación principal; con todo lo que el Rey requiera. Enseguida comienzo a desabrocharme la corbata negra, como quitarme lo demás, quedando desnudo toco mi cuello, ingresando al baño opto por una ducha con agua caliente, para relajar la mente y los músculos, sigo encabronado por no dar con la cabeza de Frolov, tanto que el agua me cubre soltando un suspiro a la vez, que comienzo a lavar mi cabello como partes del cuerpo.

Cuando recuesto las palmas sobre la baldosa en color olivo un color extraño, que me hace recordar ¿algo?, pero no termino reconociendo que es... logra que saque un suspiro bajo, pero mi mente termina, llevándome a unos ojos aguamarina de ella.

-Maldición. -digo por lo bajo, alejando esos pensamientos.

En más de diez años, no tuve un pensamiento de ella; la única mujer que me amó y velo por mi bienestar; antes de que un ser despreciable la matará delante de mis ojos, me veo apretando la mandíbula, por lo que salgo de la ducha cerrándola en el proceso tomo una toalla la cual me coloco en mi cintura; sin importar que me escurra agua en cada parte, me veo entrando a una puerta en el extremo izquierdo, para detallar el gran armario con todo lo que poseo, finalizando la habitación hay un espejo de cuerpo completo; en donde me quedo un momento detallando mi reflejo, giro para mirar la espalda ancha con la cual nací, las marcas de latigazos de cualquier material están ahí, siendo el reflejo de todo los abusos y torturas que no pedí tener, cada una con líneas casi indistintas, pero que hacen parte del tatuaje con un diseño único, alejo aquellos pensamientos oscuros que acechan mi mente enfocándome en el ahora.

Me dispongo a buscar uno de los muchos trajes negros, junto a los zapatos puntiagudos a la vez que comienzo a vestirme, me toma alrededor de unos veinte minutos, antes de guardar mis armas dentro del saco a simple vista no se ven, el sastre ruso los confecciona para el Rey; al dar unos ajustes en mis gemelos la puerta es tocada nuevamente, doy el pase mirando a Pedro, listo para la medianoche, una ligera sonrisa curvada sale antes de hablar.

- ¡Andando! -ordeno, antes de pasarle por un lado con él siguiéndome.

Esperaba que la noche fuera de mi agrado, me encargaré de beber, hasta mi límite; no puedo perder el juicio, la noche será importante para ganar terreno ante el objetivo, porque estoy seguro que Frolov no trabaja solo, conseguiré a sus aliados y les dejaré un mensaje especial ante su jefe, curvó una sonrisa cerrada saliendo de la mansión junto al equipo de seguridad.

            
            

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