Capítulo 6 4

Lukyan

Algo sudoroso cumplo mi rutina de flexiones en el gimnasio, que poseo en la planta alta con un mirador exclusivo de la mejor vista, de mis territorios como el inmenso mar a lo lejos; que no puedo dejar de contemplar cada amanecer que salgo a realizar mis ejercicios, el espacio es inmenso con pisos de madera pulida, que puedes ver tu reflejo en la misma, además de las maquinas, que puedes usar para todo tipo de ejercicio que necesites, en mi caso las flexiones como la caminadora, para darle fuerza a mis brazos como piernas al terminar la última rutina, me incorporo del suelo sin camisa, teniendo solamente el torso descubierto mi respiración acelerada va cediendo; al momento que me siento tomando una toalla negra, que tengo en mis bancos de madera amplios.

Me encargo de pasarlo por mi frente, cuello y parte del torso; antes de ver la pantalla de mi teléfono encenderse; como vibrar al mismo tiempo, hago una mueca conociendo de quien se trata, así que no tengo de otra sino atender la llamada.

-Habla.

- ¡Oye! Un buenos días y ¿Cómo estás? No vendría mal.

-Jamás lo diré, así que al grano Gavrel.

Un suspiro pesado, pude percibir de su parte; no pienso ahondar en sentimentalismos; un Rey de la mafia no puede ser débil.

-Bien... el problema fue resuelto en la zona Oeste, está despejado de escorias, tuve que hacer limpieza, como también en la parte Este; cada una está volviendo a operar con personal que mande a llamar, que pronto tendrás los documentos en tú escritorio.

- ¡Perfecto! Por fin algo bueno; después de tanta porquería.

-De todas formas seguiré vigilando; espero órdenes si deseas, que me quedé más tiempo o ¿regreso?

Busco mi termo térmico en color bronce, lo destapo aun con la llamada, sobre mi oreja sujetándolo con mi hombro; al beber el primer sorbo le doy mi respuesta.

-Quédate un mes más, hasta que veas que todo se calme; solo necesito conocer como las ganancias bajaron ¿Qué lo causo?

Busque saber, la cortesía no va conmigo y todos lo conocen perfectamente; incluso las dos familias, que me quedan de sangre.

-Digamos que eso lo sabes fue Frolov, más una parte de nuestro personal se alió a él; pero ahora cada uno está envuelto en cenizas.

Mi sonrisa, se curvo por lograr un cometido, sabiendo que mi primo es sádico; cuando se lo propone, hace un buen trabajo.

-Eso no me sorprende, de todas formas dejaste una marca, tanto en la parte Oeste como Este, para que jamás; se les paso por la mente traicionarme.

-Por supuesto, las cabezas colgadas en la entrada de cada punto, es la evidencia ante los lugareños, que no deben desafiar a la mafia Rusa.

-Excelente que queden ahí durante un mes; después que el mismo personal las quite y las quemé, hablaré con el presidente, es seguro que las noticias estén circulando ya.

-Sabes que la prensa es la primera en enterarse primo.

-En fin... la orden esta; solo regresas en un mes no antes Gavrel.

-Copiado Rey.

Colgué la llamada, dejando un sonoro suspiro por lo bajo detestaba que me tocaran las bolas y eso estaba haciendo Frolov, pero le seguiré el juego, hasta cierto punto; porque una cosa tenia bien clara y es que nadie, debe meterse con el Rey, antes de alejarme del gran ventanal posterior, la figura de Pedro aparece en mi campo de visión, con su simple uniforme de guerrero cada uno con trajes negros.

Lo miró sin darme la vuelta y decido romper el silencio.

- ¿Qué sucede? -ordene.

Con un semblante neutro, fue acercándose, para entregarme un sobre amarillo; fruncí el ceño ante ese sobre; que no pesaba solo había papales.

-Debe ver mí Rey, el señor Morozov lo acabo de recibir. -expresa algo tenso, lo que me deja con muchas dudas.

-De acuerdo.

Con esas últimas palabras, me enfoco en el dichoso sobre, lo abro y saco unas fotos en dónde, ubican al imbécil de Frolov junto a otro, que me hace apretar las fotografías reconociendo que es Kuzmina uno de mis líderes, que está al mando de los países latinos; es buen negocio trabajar con ellos, los consumidores son altos; pero en este caso en las manos equivocadas, hará que mi furia se expanda no solo en Rusia sino mundialmente, cosa que no me conviene por ahora tengo otros mafiosos, que me seguirán si mantengo mi poder en lo alto, sino se irán al mejor que busque quitarme del puesto, cosa que no permitiré.

Eleve mi rostro hacía Pedro, que no dudo en esperar mis órdenes.

- ¿Cuándo llegaron? -exijo saber.

-Hace dos horas... lo que nos indica, que se está moviendo el objetivo Señor. -indico, antes de tirar las fotos que me dio; ya mi día inicio con mal pie.

-Rey...

-Necesito, que me digas ¿en dónde? se encuentra ahora Kuzmina, es posible que no esté en la base de Perú; como suele estar. -ordene, mientras Pedro sacaba su teléfono y verificaba las coordenadas de cada líder, que está bajo el mando de mi mafia.

Le toma al menos dos minutos; antes de fijar sus ojos verdes sobre los míos, anunciando lo que necesito saber.

-Se encuentra ahora en Uruguay, en la capital de Montevideo. -informa volviendo a colocar el aparato en su saco interno.

Toco mi mentón procediendo a caminar, necesito salir para darme una ducha, al menos eso relajará mi cuerpo de tanta tensión; es posible que tenga sexo nocturno con cualquier mujer del bajo mundo, es bueno para eliminar todo el estrés acumulado de los últimos meses. Apenas, logro llegar a mi dormitorio principal con dos guardias custodiando la entrada, me giro para encarar a Pedro.

-Necesito más información desde cuando está en ese país y porque ha decidido quedarse más tiempo; para después proceder hacerle una visita. -añadí al chasquear los dedos, logrando que cada hombre; abra la puerta doble de roble y mi habitación general con colores austeros me reciba.

-Enseguida señor. -responde al tocar su pecho y dar una leve inclinación.

Lo veo irse por el pedido, solo que al cerrar mis puertas no dudo en tomar con mis manos una mesa de madera y estrellarla contra el suelo, dejando un ruido seco en la habitación; por nada del mundo, mis guardias ingresan en mi estado colérico, Frolov está rebasando mi limite y pensar que era mi fiel aliado; mientras buscaba la manera de sacarme del camino, niego el rumbo de mis pensamientos la Bratva es mía y nadie osará quitarme o dejaré de llamarme Lukyan Vasilev.

...

En las siguientes horas estuve en el despacho realizando las funciones como líder; además de hablar con los proveedores que necesitan más pedidos, acuerdos van y vienen hasta que siento como la voz madura del ama de llaves me saca de toda la mierda de trabajo en la que estoy sumergido, chasqueo los dedos y es la señal para que las tres personas que están a mi alrededor se marchen, dejando que mis ojos se claven en la mujer de cincuenta años y cabello gris enfundado en un moño alto con su atuendo impecable como siempre.

- ¡Buenas tardes señor! He traído su almuerzo / cena. -dice al llevar una charola de plata en la mano, la cual deja en mi escritorio con mucho cuidado de no dañar papeles.

La observo inquisitivo, pero me pongo de pie abotonando mi saco negro con algunas líneas en gris, además de los gemelos en color oro que resaltan de forma elegante camino hasta llegar al bar que poseo y me sirvo una copa de Coñac escoces traído de la mejor tierra, el imbécil tiene clase me aventuro a tomar un sorbo antes de recibir la mirada severa de Bet la única mujer, que puedo tolerar.

-No deseo comer, tengo trabajo. -zanjo al volver a tomar otro sorbo, para ir a mi asiento.

-Señor... debe comer, sino volverá a enfermarse. -insiste, que me hace colocar el vaso de cristal sobre el escritorio de forma brusca, obteniendo un respingo de su parte.

-Ya dije que no... dáselo a otros que de verdad lo requieran; después comeré. -repuse serio, dejando que Bet asienta derrotada llevándose la charola.

-Como ordene Rey.

Es lo último, que menciona al cerrar la puerta y dejarme solo con mis demonios internos; esos que cada noche me hacen sudar de frío, como deambular en las madrugadas, para sentir que el amanecer calma la tempestad interna, que cada día lucha con arrasarme llevo nuevamente la copa a mis labios antes de oír el teléfono vibrar lo tomo, e inspecciono el número suelto un suspiro, antes de contestar.

-Habla.

-Huuuuí, que carácter mi Rey.

Su odiosa voz de seductora, no me hace cosquillas.

- ¿Qué quieres?

-Rey... sabes; que mi cama está vacía sin tu calor arropándome.

Suertuda busca que le deje marcas en la piel, cada vez que la penetro en la intimidad.

-Esta noche te daré lo que buscas; pero ya conoces mis reglas Celi, no deseo volver a recordártelas.

-Perfecto mi Rey; con encaje o sin nada.

-Sin nada, adiós.

Mientras colgué la llamada; la puerta es tocada nuevamente un gruñido reverbera en mi ser, antes de dar el pase la figura de mi Tío aparece con su rostro impasible, lo que significa que debo solucionar un problema grave; decido ir por dos copas es seguro que la necesite, cuando termino de servir le paso el brandy que toma con gran ansia, lo que me hace enarcar una ceja tomando asiento, detrás del escritorio.

- ¿Novedades? -voy al grano.

-Así es hijo.

-Solo dilo Tío. -aclaro al dejar la copa vacía de golpe, debo anticipar mi trago.

-Pedro me informo de tus órdenes; la situación se está tornando grave y más con Frolov debiste llegar a un acuerdo y no sacarlo de la mafia conoces, que es mejor tener al enemigo cerca, para dar la estocada final. -expone su consejo, pero de inmediato niego.

-El cometió un error en traicionarme pago el precio de su tortura, solo que vivío para contarlo el imbécil...

-Y estas pagando ahora las consecuencias porque ahora Frolov busca la mafia y luego matarte estas en su preciada lista Lukyan.

- ¡Mierda! -vociferé en ruso.

Con paciencia mi tío se puso en pie, dejando el vaso sobre el escritorio y fijo su ojos grises tan fríos como los de él; niego ante ese vago recuerdo es irrelevante tenerlo, porque está muerto junto a mi mayor tesoro, ese que tengo en el ático cubierto de polvo, es todo lo que me queda de ella.

Una mano sobre mi hombro me saca de mi trance, acompañado de una mirada de compresión.

-El pasado vuelve hijo. -con una mirada fría, retire su mano pasando de él.

-Ese tema es intocable Morozov. -respondí, devuelta.

La manera que pronuncio su apellido lo deja algo descolocado, una de las cosas que odio, es que me recuerden el pasado y más si viene, por parte de mi tío todo los inicios llevaron sangre y cicatrices ninguna me hace ser perfecto; pero es un recordatorio, que si deseas un imperio; debes arrancarlo con los dientes fue algo que se me enseño y los traumas que conllevaron mi mente a mejorar, el mismo psiquiatra no ha podido hallarle, una cura a lo que reflejo en mis sueños. Apenas era un niño que inicio su vida, pero vio siempre el negro antes que el blanco sumado a la sangre, que cada día era derramada en cada espacio de esa pequeña casa, solo el fuego consumió lo que quedo; incluso a ella...

-Te dejaré solo hijo; pero no olvides que es mejor dejar fluir el dolor, eres un ser humano no una máquina. -añadió con pesar, al abrir la puerta y salir por la misma.

-Ojala fuera sencillo; pero ni yo mismo puedo. -susurre por lo bajo, tomando asiento nuevamente.

Necesitaba despejar mi mente de toda la basura, que ha sido mi vida; no importa el tiempo que pase siempre hará su aparición, recordándote que fuiste un asesino al matar a tú propio Padre, antes de que ella pereciera por sus manos, todo por conseguir un pacto de sangre y con ello llevándose la inocencia de ambos; pero esa fatídica noche deje de ser un niño de seis años, para convertirme en la oscuridad de muchos en toda Rusia, no por nada era conocido como el Ruso sanguinario; es allí los inicios que fueron los cimientos de mi Reinado en la Bratva.

            
            

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