Freya
Tres semanas habían pasado y la mente no me daba para más, entre el trabajo y ayudar a mi hermana a realizar los preparativos de su boda, que sería el próximo mes, todavía no podía entender el repentino casamiento; Carlota me llevaba tres años menos y yo seguía soltera con amantes, uno por semana de eso no me podía quejar, con un suspiro cargado de tantas emociones, bebí un sorbo de café el mejor de todos por ser del Jardín del Aroma una cafetería increíble; en donde la decoración es al estilo de la misma naturaleza y las flores, los ponqués que venden son increíbles de eso no hay la menor duda, mi favorito es el de avena con chocolate se me haca agua la boca, antes de ser interrumpida por uno de mis colegas de la tienda.
-Freya... tenemos un problema. -bufe por lo bajo, ante esos problemas.
Con suavidad me di media vuelta, para encarar a Frederic, que con su porte amanerado e impecable uniforme; me quedo mirándolo antes de beber lo que queda de mi vaso mediano de vainilla, lo tiro en el cesto de basura y no dudó en hablar.
-Veamos ¿Cuál es el problema?
En el camino me cuenta, que en el segundo piso de la tienda, donde es el área infantil hay una eventualidad con un cliente, al llevarse una mercancía grande de juguetes para bebés y no hay la cantidad que desea, ese problema lo puedo atribuir como clientes insatisfechos, al no tener lo que desean. Apenas; llegamos a la planta me encuentro con un señor mayor, de ojos claros asumo que es extranjero me doy ánimos para hablar con toda la cortesía posible y llegar a un acuerdo.
Hago una inspección exhaustiva de la situación, donde Tara trata de llegar a un acuerdo que no veo el alcance, por la negativa del caballero con su porte de brazos cruzados y mirada intimidante; hace que ella se ponga incomoda por la situación, tomo una respiración profunda, tocando el hombro de Tara, haciendo que ella me permita dialogar con el cliente.
- ¿Señor en que podemos servirle? -dije, con voz amable y una sonrisa a la vez.
El semblante le cambio; al ver mi porta nombre de supervisora general en material de plata, algo que nos fue dado a todos los supervisores de cada tienda, el mismo que identifica mi nombre.
-Le decía a su supervisor, que acabo de colocar en mi carrito ochenta juguetes de bebés, para una fundación y al conseguir solo cincuenta, mande a pedir si hay disponibilidad, pero la negativa de mi pedido fue rechazado, así que exijo tener todo, de ese mismo modelo no me iré; sin comprarlos. -informo la situación, sumado a lo que dijo mi colega.
-Entiendo, pero debe saber algo importante manejamos un lote de cincuenta productos en toda la tienda; porque las ventas grandes son pocas las que llegan; así que me permite ver el producto. -pedí al extender mi mano, donde él se encargó de entregarme uno.
Me quedé viendo el juguete, eran de figuras geométricas de colores como rasca encías, para los bebés fue buena elección para ambos sexos, solo que el problema persistía; saque mí radio para comunicarme con almacén, estando delante del cliente.
-Departamento de Almacén.
Es un aparato, que usamos los supervisores para comunicarnos con el personal de cada área, que es asesor líder de la tienda; entonces detallo su respuesta por el mismo aparato.
- ¡Aquí almacén!
-Necesito disponibilidad del producto por el código Q8965, a brevedad posible.
-Entendido, nos ponemos en la búsqueda.
Me enfoco nuevamente en el señor, que se encarga de monitorear su teléfono, lo ignoro, dándome la vuelta para ir hacía Tara que no duda en hablar en tono bajo.
-Freya ya hable con almacén y de ese producto no hay más disponibilidad, le comente al cliente y se puso eufórico; como lo pudiste ver. -se queja, mirando a dicho cliente detrás de mí, pero niego antes esa reacción de su parte.
-No te preocupes tengo una solución, solo que es un favor; que ambas debemos pagar, cuando lo requiera el gerente de la otra sucursal, que tenemos de la parte sur. -Aclaré haciendo una mueca, conociendo al supervisor de esa tienda.
-Qué más da... necesitamos salir de este cliente, otorgándole sus treinta juguetes restantes. -di un asentimiento, estando de acuerdo.
De inmediato me aleje un poco del personal, algunos clientes curiosos se quedaban viendo y otros seguir comprando, los infantes sonreírles a sus padres para que le compren juguetes; tomo mi teléfono del bolsillo trasero, marcando al gerente general de la tienda sur, pasan dos timbres hasta que atiende.
-Hola Freya en ¿qué te puedo ayudar?
Tan cordial y adulador como siempre, fue un buen amigo de dos noches; pero decido enfocarme en el problema.
-Necesito treinta juguetes, del código Q8965 por favor los puedes enviar, con el transporte al centro comercial.
Su silencio me hizo, esperar una respuesta positiva.
-De acuerdo. Tienes problemas con un cliente preciosa.
Ahí va su coqueteo, pero le seguiré el juego a mi modo.
-No es el mío, pero debo solucionarlo conoces que en el trabajo soy buena Flavio.
-También en la cama, pero por ayudarte me deberás un favor.
-Lo tengo claro, además Tara también te ayudará.
-No lo quiero de ella, sino de ti mi dulce Freya, cita nocturna el sábado ¿Qué dices? Debes cumplir.
Negué del otro lado de la línea por sus tonterías, bueno al menos una noche me servirá, para distraerme y todo volverá a la normalidad; tome un suspiro y termine de hablar.
-OK. El sábado, a las ocho en el mismo bar; trae mi mercancía y cerramos el trato con gusto.
-Ya la están cargando, llegará en diez minutos, adiós preciosa.
-Bye... pene jocoso.
Su risa exploto, pero decidí colgar; teniendo una sonrisa de suficiencia.
Luego de regresar; almacén se comunica y da negativo en cantidad, les digo que muchas gracias, antes de volverme con el cliente y dar por terminado el asunto, cuando le doy el aviso de que tendrá sus ochenta juguetes, su sonrisa se expande y no duda en ir a pagar al área de caja, le doy las indicaciones a Tara de supervisar el cargamento de treinta juguetes, para que le hagan la entrega a dicho cliente, que posee una camioneta grande; mientras el personal de vendedores al menos cinco van ayudando a la cajera, a embalar los productos y terminar llevándolo a dicho auto, el señor que pago en efectivo, pero abrió el vehículo dejando que ingresen todos en el mismo.
Cuando hubo terminado todo, el cliente se acerca hasta donde estoy, extendiendo su mano por agradecimiento; la estrecho pero resulta que mis palabras salen, sin filtro.
-Señor... para la próxima recuerde que tenemos de cantidad de productos, cincuenta de cada uno no más, esos son los parámetros de la tienda; espero los pueda entender. -repuse con seriedad, soltando su mano.
-Enterado señorita Curbelo, pero valió la pena tener mi pedido. -soltó con ironía, mi sonrisa prevalecía sin afectarme.
-Ya veo... entonces busque otra tienda, porque la próxima no tendrá el consentimiento del dueño, para entrar. -Deje por sentado, al darme la vuelta.
No me intereso oír sus quejas, pero una cosa tengo clara, es que nada en la vida se obtiene por poder, debes trabajar duro manteniendo la amabilidad de por medio, con un suspiro bajo; volví a la tienda enfocándome en las demás labores, hoy salimos a la misma hora, pero una cena familiar me espera.
¡Ojala llegue a tiempo!
...
En la hora del cierre pude ver todo en orden, antes de tomar otro taxi y pedir que me llevara a casa de mis Padres, como pude me arregle en el auto, quitándome el chaleco gris estire un poco mi cabello dejando que las ondas queden mejor, por haberlo tenido amarrado todo el día, volteé mi rostro a la ventana, logrando ver que estamos a cinco minutos de llegar, pero detallo mi reloj de muñeca frunciendo los labios, por siempre llegar tarde en cuestiones familiares.
Después de haber llegado, baje con cuidado y me apresure en tocar la puerta unos segundos pasaron descubriendo la cara seria de Carlota con un sermón que no deseo oír, pero ella se enfrasca en hacerlo dejándome pasar para guardar las cosas en el sofá individual como lo es mi cartera y chaleco, quitándome un peso de encima.
- ¡Otra vez tarde!
-Por favor... no quiero reproche Carlota, discúlpame el trabajo debo cumplirlo. -respondí como defensa, mientras ella negaba elevando una ceja.
-Lo dejaré pasar por Madre que pidió esperar y pudieras llegar a comer con nosotros. -explica, y le doy la razón.
Eso tenía mi Madre que nunca permite comer sin la familia incompleta, con algo de nostalgia voy en su búsqueda; pero mi hermana me detiene nuevamente dándome otra información.
-Madre está en su habitación, Papá la está acompañando puedes ir; mientras estoy terminando de servir en la mesa con Tomás. -asentí, viéndola irse al pasillo por el área de la cocina.
Toque mi cuello, tratando de calmar el cansancio interno que todos los días llego a casa agotada tomando un baño y después caer rendida en la cama, ese es mi día a día no puedo quejarme con pasos seguros, voy directo al segundo piso me quedo mirando las paredes en color crema uno de los favoritos de mamá; algunos cuadros adornan los mismos entre ellos los familiares cada uno representa el crecimiento de ambas con episodios felices y otros muy chistosos, cuando llego a la puerta marrón al final del pasillo, tomo una respiración antes de tocar con prudencia recibiendo el pase del otro lado, así que con seguridad tomo el pomo y lo giro, para abrir la puerta.
Conforme ingreso cierro la misma y no puedo sentirme más sensible de lo normal, jamás en toda tu vida nada te prepara para ver a tu Madre en una cama con una bombona de oxígeno, brindándole el apoyo para seguir viviendo, con algo fuerza de voluntad dejo que mi sonrisa aparezca, mi Papá está a su lado no duda en ponerse de pie para darme una abrazo que le doy con todo el amor.
-Qué bueno verte hija. -dice, al dejarlo de abrazar.
-A mi igual Padre.
Para cuando camino, hacía mamá la veo con sus ojos cerrados y no dudo en inclinarme del lado izquierdo de la cama, tomando su mano delicada la cual beso en el dorso y su voz suave llena mis días de tristeza.
-Hola mi niña... ya llegaste. -su voz es solo un susurro, que me abraza.
-Sí Madre... te vez hermosa hoy. -digo, haciéndola sonreír ligeramente por la mascarilla de oxígeno.
-Gracias lo aprecio mucho, viniendo de mi hija mayor. -una ligera lagrima; pasa por mi pómulo derecho, pero me percato quitándola con mis dedos.
Me tomo un momento con ella, antes de recibir el toque en la puerta donde Carlota anuncia que tenemos que ir a comer, es cuando dejo que Papá vaya con mi hermana, mientras instalo todo para mamá para mí siempre; será un honor ayudarla. Durante los quince minutos siguientes, estoy llevando a mi madre a la mesa junto con su bombona pequeña de oxigeno sin dejar de soltar su mana siendo su apoyo, en caso de mareo o caídas.
Ya habiendo llegado al comedor, la pongo en el lugar junto a mi Padre que siempre está en la cabeza, mi progenitor agradece por lo bajo, antes de recibir un apretón por parte de Mamá que curva una sonrisa; después me siento junto con mi cuñado que comienza a dar las gracias antes de comenzar a degustar el famoso pollo a la canasta con arroz dorado junto al puré de papas que levanta mi apetito, que no tuve en todo el día.
A medida que la cena va pasando, los comentarios chistosos que hago llenan la mesa, trato de hacer reír a mamá de una forma suave, sin sobresaltos por su condición; pero ella no duda en mirarnos a ambas con un brillo único, esos son recuerdos de cuando éramos niñas y siempre peleábamos por ser la mejor en algo, hasta que dejaba ganar a Carlota por ser la más llorona y lo sigue siendo, pero sin llorar solo quejarse.
- ¿Y bien? ¿Cómo van los preparativos de la boda? -pregunta Madre, mientras Carlota toma la mano de Tomás, con gran devoción.
-Pues... vamos avanzando, es posible que mañana Freya me ayude a elegir las flores, de último dejo el vestido porque me quedan dos semanas y las dedicaré a ello; mientras mi dama de honor, ajusta el banquete para hacerlo en el jardín trasero de la casa. -cuenta con emoción, mientras mastico con calma al saber que tendré que llegar un poco tarde al trabajo.
Recompongo mi postura y decido hablar.
-Carlota es posible que mañana...
-Nada de negarte Freya, sabes que te necesito para los arreglos de mi boda. -hizo un puchero, que me hizo fruncir los labios; volviendo a comer un poco más de puré.
-Perdón por decir algo, pero es bueno que te distraigas un poco Freya lo necesitas. -lo miré, negando con una sonrisa.
-Tal vez cuñado, lo haré para no tener a está tonta reprochándome todo el santo día, mientras su mejor amiga se encarga de lo demás.
- ¡Oye! -se quejó la aludida, donde estallamos en risas.
Poco después; de haber cenado me quede ayudando en la cocina a Carlota lavando los trastes y ella limpiar lo que quedo en la cocina con un pañuelo húmedo; mientras Papá se despidió con madre para llevarla a descansar iba a ofrecerme, pero se negó añadiendo que necesitaba hablar con ella, lo deje estar y me enfoque en limpiar todo; sin dejar rastro de platos en ningún lado.
-Freya. -me llama mi hermana, por lo que me giro para encararla terminando de secar un plato hondo.
-Dime.
Termino de ordenar y se cruzó de brazos, para así verme.
-Necesito que seas abierta y honesta conmigo si no deseas participar en la boda, sé que la noticia no te cayó en gracia; pero al menos podrías fingir que te agrada. -aclara, con algo de molestia.
-Carlota deja de pensar por mí, eso lo hemos hablado; obviamente la noticia fue muy imprevista mi hermana menor casarse, siendo la mayor que debe dar el ejemplo. -digo con sinceridad, detallando la confusión en sus ojos.
Un vago silencio se instaura en ambas y no tengo más remedio que acercarme, limpiando mis manos antes de abrazarla; para darle la fuerza que ella necesita es cuestión de pequeños segundos, donde comienza a llorar sé que está asustada y no voy a dejar de apoyarla en todo lo que necesite, en el momento que nos separamos, le limpio un poco sus lágrimas y le brindo una sonrisa cálida que llena los corazones de las personas que más amó.
-No llores... eres una Curbelo y nosotras somos fuertes y graciosas. -trato de bromear, dejando que sonría como lo debe hacer siempre.
-Gracias... y no te pongas así, pronto llegará ese hombre; que te haga suspirar como temblar a la vez. -lo último me hizo negar, porque eso lo dudó.
-Veremos. -deje por sentado.
-Espero poder verte en ese proceso Freya, te apoyaré; para que no dejes de luchar. -curve un sonrisa, reconociendo que juntas podemos con todo y así será.