Freya
Un olor fuerte me hace despertar, tanto que mi cuerpo lo siento entumecido de una forma increíble, un leve quejido brota de mis labios, sumado a unas voces, que a simple vista no logro descifrar; hasta que aclaro un poco mi vista, siendo al menos unas cinco personas, además de la chica morena que tiene una preocupación inmensa.
- ¡Dios! Que dolor tengo. -objete tocando mi frente, como cuello que siento ligeras punzadas en ese lugar.
- ¿Te encuentras bien? -dice Tara, asiento solo por dejar el tema.
-Algo así...
Me levanto con ayuda de Frederic, al estar de pie observo los rostros preocupados del personal, no me gusta ser el centro de atención, pero digamos que ahora sucedió, por un imbécil delincuente con traje elegante, busco asfixiarme hasta dejarme inconsciente, lo poco que recuerdo me hace fruncir el ceño como también sentir nuevamente la punzada en mi frente, niego antes de volver a oír una voz.
- ¿Todo en orden señorita Freya? -esa voz era del hijo del dueño, trate de no decir alguna grosería.
Lo que menos deseaba, era tener preocupaciones del área administrativa, pero seguro la bala, que se pudo escuchar por ese tipo, puso una alerta en toda la tienda, esperaba no comenzarán un interrogatorio y fue lo que sucedió, mientras vi como mi jefe estaba al lado de un hombre, vestido de policía la cuestión se puso peor, internamente negué por el rumbo de la situación.
Poco después; estaba sentada en la oficina de mi jefe, junto al oficial que estaba de pie con otro que tomaba notas del interrogatorio, que se dispusieron hacerme delante del hijo del dueño, los ojos mieles del eludido estaban fijos en mí, buscando la forma de que nada se me escape, ya que estuve cerca del posible hecho, pero como siempre me encuentro en desventaja, a causa del atacante que busco sacarme del camino, por un lado se lo agradecí.
La voz del oficial López, me hace tocar mi frente por los sonidos que ahora me parecen horribles.
- ¿Y bien? ¿Qué más sucedió? en el área de probadores de damas. -insiste por segunda vez, después de haber hablado.
Me siento mejor en la silla en donde estoy, y dejo que mis palabras terminen de aclarar sus dudas, detesto dar tantas explicaciones.
-Como mencione antes oficial López, estaba realizando mis funciones en los probadores junto a una compañera que estaba sola y después ella tuvo que ir al baño, en ese lapso de tiempo digamos no sé; quince minutos y él hombre de cabello negro algo largo y porte elegante se acercó al lugar. -pauso un momento, tratando de recordar algo más. -
Entonces le dije ¿Qué hacía? Y no me dio respuesta, solo hablo en un idioma diferente que ni entendí...
Fui interrumpida por el otro oficial, que anota y decía acotar algo más.
-Entendemos desde ese punto, lo que necesitamos saber es ¿cómo sucedió el disparo? y que enfrentamiento vio; es crucial señorita Curbelo. -demanda, niego ante su actitud.
Le echo un vistazo a mi jefe, que me indica continuar y es lo que hago.
-Pues... al estar sometida por ese hombre en uno de los cubículos, mi voy al pedir auxilio, hizo que el desconocido enfureciera saliendo del sitio a enfrentar a otra persona; que al parecer intuí que lo estaba siguiendo, ¿era extraño? Tanto que salí evidenciando que se apuntaban, pero el hombre de ojos azules le disparo e hizo un intercambio de palabras, solo que mis gritos lo volvieron a enfurecer. -me detuve tocando mis manos entre sí, sumiéndome en un miedo insoportable.
-Señores. -habla mi jefe, que elevo mi rostro para verlo.
Los oficiales no dudan en prestarles atención, deseo irme; estar en el trabajo me hace recordar como fui sometida por ese desconocido, que trato de matarme tomando mi cuello.
-Creo que es mejor, que se marchen la señorita Curbelo ha tenido un día fatal, es mejor que las otras preguntas, se las realicen en la delegación si es necesario; para que continúen con su investigación. -sentí alivio por esas palabras, que los mismos hombres asintieron estando de acuerdo.
-Seguro señor. -hablo el oficial López, que le indico a su compañero irse.
Antes de retirarse me pidieron ir, al departamento de policía dentro de tres días, para continuar la declaración por ser una de las personas, que estuvo en el hecho con algo de pereza asentí, viéndolos partir y dejar la puerta cerrada. Sin embargo; los ojos de mi jefe me escrutaban con millones de preguntas y necesitaba ir a casa, tanto interrogatorio, me ponía fatal.
-Señorita Curbelo...
Lo detuve al ponerme de pie.
-Señor, lamento que esto haya pasado en su tienda; jamás en toda mi vida he presenciado lo que hubo hoy; es más, para mí no es fácil hablar con policías, no les tengo miedo, es solo que no tolero tantas preguntas les dije todo; pero ellos siguen preguntando me hacen quedar, como la mala de todo el problema. -saque todo lo que llevaba guardado, mientras mi jefe se mantenía inescrutable.
De pronto él se puso de pie y se colocó las manos detrás de su espalda, antes de anunciar algo, que no me sentí cómoda con su decisión.
-Te daré una semana libre para que descanses, es lo menos que puedo hacer, al ver que fuiste víctima de un altercado de guerra entre bandas criminales, en todos los años que tengo en este centro comercial, jamás creí que sucediera; pero como dice mi Padre, siempre hay una primera vez y lastimosamente nos tocó. -explica antes de quedar frente a mí.
Por vergüenza y molestia me veo asintiendo a su orden, tiene sus razones que no puedo contradecirlas por más, que lo desee.
-Lo haré señor... y de nuevo mil disculpas, como hubiese querido no estar cerca de ese problema. -deje por sentado, caminando hacia la puerta.
-No sé preocupe su trabajo ha sido intachable en la empresa; así que al terminar de declarar, usted volverá la siguiente semana y esto será solo un tonto recuerdo, que le servirá de experiencia para contarlo. -asentí con una leve sonrisa, saliendo de su oficina.
...
El regreso a casa fue silencioso, tanto que mis compañeros, cuando me vieron salir de la tienda, aun en jornada trataron de hablarme; pero negué ante todos y con sutileza me despedí, después hablaría con ellos de ese asunto, ahora no me apetecía el taxis fue rápido al apartamento le pague, baje con mi cartera contemplando mi edificio en color naranja la estructura; salude al guardia de seguridad que trato de hablarme.
-Señorita Freya. -menciono, pero le di una mirada que no deseaba hablar.
-Adiós.
Fue todo lo que hable, adentrándome al ascensor; para después de unos minutos estar abriendo la puerta de mi apartamento, me vi lanzando mi cartera en el mueble, como mi mente estar en modo Off ante toda la situación, sin darme cuenta dejo mi cuerpo caer en la cama con el uniforme y zapatos puestos, estando boca abajo cierro los ojos por un tiempo corto, antes de oír el gallo cantar; un gruñido brota de mis labios al reconocer que es una llamada telefónica.
-Dios... quiero estar sola. -murmuro por lo bajo, antes de sacar el teléfono en mi bolsillo trasero.
***
-Bueno.
- ¡Freya Curbelo! cómo es posible que no llames a tú hermana.
Otro suspiro brota de mis labios, para girar y quedar boca arriba mirando el techo en color crema, no necesitaba el sermón de mi hermana menor, así que me apresuro a contestar.
-Carlota no estoy de ánimos ¿qué quieres?
-Saber de ti, vi las noticias y tuve que enterarme por nuestra vecina que hubo un ataca casi terrorista en la tienda donde trabajas.
Aleje el aparato de mi oído, porque la voz chillona de ella hacía; que me doliera la cabeza como no tienes idea.
-Por favor baja la voz, me siento mal tengo un dolor de cabeza horrible, además de ser ahorcada por un criminal, que me dejo inconsciente; deseo al menos que me dejen descansar y olvidar este día.
Un jadeo por parte de mi hermana, me hizo reprocharme al contarle todo; ya que tuve que sentarme en la cama, antes de escuchar su respuesta.
-Freya ¿Cómo que te lastimaron?
- ¿Algo así?
-No... no... no... me vas a decir ahora mismo, voy a pedirle a Tomás; que me lleve al apartamento, es más te quedarás y me esperaras.
-De acuerdo... dejaré la puerta abierta, ¿tienes la llave?
Pregunte y ella no dudó en responder.
-Por supuesto, nos vemos.
-Chao.
Desganada lance el teléfono, luego de que ella colgará me puse de pie y comencé a desvestirme entre al baño abrí la cortina con diseño de sirenas, que puedo decir amo todo lo referente al mar, el agua golpeo mi cuerpo no me importo la temperatura estaba acostumbrada del frío de las tuberías no puedo desear más de lo que poseo; pero si confiar en Dios por protegerme de esa persona, vagamente el recuerdo del suceso llega a mi mente y toda mi piel entra en tensión más por esos ojos azules tan frío que me llenaron de miedo por su ataque y dejarme sin respiración, con algo de dificultad coloque las manos en las baldosa de azulejos; mientras continuaba temblando un leve sollozo me invadió.
No supe cuando tiempo dure, debajo de la ducha; antes de oír la puerta cerrarse y la ligera voz de Carlota decir que llego, lo que me hizo terminar de bañarme; para después envolverme en una toalla en color rojo, como otra más pequeña secar mi cabello por haberlo lavado, antes de sentarme en mi cama aparece mi hermana con un rostro lleno de angustia, niego levemente ante lo que se viene.
-Hermana ¿estás bien? -doy un asentimiento, no pasa mucho para que tome asiento a mi lado.
-Lo estoy.
Un suspiro sale de sus labios, tocando mis hombros para verme y ver si tengo alguna herida; hasta que logra identificar unos tres puntos en mi cuello que antes detalle en el pequeño espejo del baño, lo que me hizo bufar por lo bajo al reconocer que la presión que obtuve adquirió un color verde, los ojos marrones de Carlota me pedían una explicación y fue lo que comencé hacer, necesitaba desahogarme con alguien.
Después de terminar, como también de vestirme con mi pijama en color verde oliva combinando con mis ojos a simple vista todos dirían que son verdes; pero son un oliva claro que al estar en el sol, se une con otro tono siendo el miel predominando antes de ponerse sus pantuflas blancas, su hermana decide hablar.
-Vaya... todo lo que dices suena como una película de terror. -simplifica, logrando que asienta.
-Diría que de acción; pero gana el terror. - expreso al poner mis manos en la cintura y sentir un ruido que me dejo en alerta.
Una sonrisa brota de los labios de Carlota antes de contarme.
-Tranquila es Tomás, trajo la cena seguro no has comido nada; después de lo sucedido. -hago una mueca, recordando que no comí ni el almuerzo.
-Gracias... pero no debiste hacerlo, es más tampoco haber venido seguro papá te necesita junto con mamá. -sugiero; pero su negativa llega antes de tomarme del brazo para salir a la cocina.
-Papá y mamá están bien, claro manteniendo los cuidados siempre de ella en todo momento; sabes que la próxima semana tendrá cita con el médico. -me informa, lo que me tensa antes, de saludar a mi cuñado.
-Hola Cuñado. -lo que hace es acercarse para darme un abrazo.
No dura mucho, ya que él siente que no me gusta ser tan cariñosa en ese ámbito; pero es algo que respeta de mi parte.
- ¿Todo bien? - asiento, mientras él se acerca para tomar de la cintura a mi hermana que le da un beso en la mejilla.
Ruedo los ojos por el momento, tan empalagoso entre ellos; lo que hace que ambos sonrían.
-Cambiando de tema, ¿Qué vamos a comer? -pregunto.
-Arroz chino. -dicen al unísono, lo que hace sonreír de lado.
-Perfecto tengo hambre, así que no perdamos tiempo. -digo al caminar a la cocina y ellos seguirme.
-Solo toma asiento cuñada, mientras Carlota y yo nos encargamos de lo demás. -dice, que no tengo más remedio sino tomar asiento.
Coloco mis manos en la mini barra de la cocina, junto mis palmas para reposar mi mentón en ellas; no perdiendo de vista como ambos sirven los platos uno la comida y él otro las bebidas una pequeña sonrisa interna se me escapa, descubriendo el amor que siente mi hermana por Tomás y como él le devuelve lo mismo dejando sus ojos brillas llenos de admiración por Carlota, doy gracias a Dios porque ella encontró la felicidad y con lo paciente que ha sido mi cuñado en su relación, jamás se me paso por la cabeza que quisieran casarse; cosa que estuve equivocada el amor existe de formas tan pequeñas como inesperadas, una punzada brota en mi corazón al sentir un vacío extraño, solo que lo aleje de mis pensamientos comenzando a comer y ellos contarme que hicieron durante el día, lo cual agradecí porque necesitaba olvidar el suceso de hoy; deseando no se volviera a repetir.