Corazón
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Capítulo 3 Capitulo 3

Me gustaba mi propio estilo y hasta ahora, me había funcionado.

-Es nada más una cena Gianna-me dije a mi misma para tranquilizarme, de pronto vino a mi mente una prenda que no me había puesto. Busco entre mi ropa y la encuentro. Tomo lo demás y lo coloco en la cama para observarlo desde lejos.

- Perfecto -Sonrió.

Había elegido una falda corté A de cuero, color negro por encima de mis rodillas, una blusa blanca sin mangas. Con tachas brillantes en el cuello, un blazer negro, para los zapatos escogí unos mocasines de tacón negros y para darle un poco de color al atuendo escogí un Clutch en color granate, del mismo color que llevaría mis labios. Una vez lista, sonrío satisfecha por el resultado. Rocío un poco de perfume y exactamente a las siete, el timbre del portero suena, tome el clutch y salgo.

Cuando bajo me encuentro con Adriano esperándome.

- Buenas noches- saludo él solo, asiente con su cabeza y me abre la puerta de la Range Rover.

Subo y ya hay alguien al volante. Adriano rodea la camioneta y se monta en el lado del copiloto E inmediatamente nos ponemos en marcha. Podía ver que Adriano era incondicional de Lucas. Siempre habían sido muy unidos, Adriano fue un gran apoyo para mí cuando necesitaba a un hermano. Sí. Él fue ese hermano que me protegía de todo. Entre los dos, creció una amistad y un cariño fraternal que nos llevaba a interceder el uno por el otro, pero por la forma fría de tratarme eso había cambiado. Cuando me fui no quise decirle los motivos tampoco, sabía que le diría a Lucas y haría mi partida más difícil

-Ya estamos, señorita -prácticamente escupe las palabras.

Miro por la ventana y estamos frente al sesto canto un restaurante que tenía un ambiente íntimo y la comida era estupenda. Adriano se baja y me abre la puerta -Lucas la espera adentro.

-Adriano -susurro sintiéndome mal por la manera que me mira-Lo siento...

-No debería llegar tarde -no presta atención a mis palabras-No le gusta la impuntualidad- cierro mis ojos y camino abatida por sus palabras.

Durante todo el día medite mis acciones y como cada vez que lo hacía, sabía que me había equivocado, pero ya era tarde para cambiar las cosas.

Entro y efectivamente, Lucas ya está esperándome. Mientras camino a su encuentro pongo mi máscara de que, nada me importa, solo yo. Lucas se pone de pie cuando llego a la mesa situada al fondo donde nos daría la privacidad para hablar de lo que quisiera.

-Buenas noches- mi voz sale serena.

Y, era un logró porque, lo menos que me sentía, era serena. Corre mi silla invitándome a tomar Asiento. Al menos algunas cosas no cambian, me dije a mi misma. La caballerosidad de Lucas fue una de las cosas que me gustaron cuando lo conocí.

Hace una seña y un camarero. Este se acerca hasta nosotros y me entrega la carta.

-Bienvenidos a sesto canto -dice el camarero -¿Puedo tomar su orden?

-Tomé la del señor- digo abriendo la carta y mirando el menú.

-De entrada, los canapés de calabacín -escucho a Lucas decir -Y tomaré el risotto.

-¿Algún vino? ¿Postre de preferencia? - pregunta.

-Un tinto joven -responde- y, preferiría al finalizar un café solo -bajo la carta y lo miro detenidamente. Ahora, llevaba un traje negro de tres piezas que le da un aire peligroso y sexi,

¡Joder contigo, Gianna!

-Señorita -sacudo la mano ligeramente y me concentro en el camarero.

-De entremés deseo antipasto con tomate, ajo y mozzarella -Pido- de plato principal, carne de ternera en papillot con alcachofas y de postre, una tarta de durazno.

-¿Algo más? -pregunta el hombre con una sonrisa.

-Sangría de frutas- digo dándole un vistazo al menú- Pero, sin alcohol, por favor- el camarero se retira y me enfrento a la mirada de Lucas -¿Qué sucede?

-¿Ya no disfrutas de un buen vino? - pregunta, interesado. Me encojo de hombros. Lucas me había enseñado las delicias del vino cuando salíamos.

-Solamente tomo alcohol cuando es una ocasión especial -digo tomando mi copa de agua y dándole un sorbo- Y dime Lucas. ¿De qué te diste cuenta de que me citaste aquí?

-Directo al grano como siempre- sonríe de manera fría. Llegan con las entradas y Lucas solo me observaba en silencio. Algo que me está empezando a incomodar.

-¿Hace cuanto conoces a Claus?

-Dos años- respondo -su esposa e hija son clientas de la boutique y él va siempre que necesita algún traje, camisa, corbatas. Lo que necesite.

-Está bien- nos quedamos de nuevo en silencio mientras comemos las entradas. Cuando el plato principal ha sido dejado en la mesa, Lucas se endereza en su asiento.

-Necesito que persuadas a Claus de que me venda el edificio que tiene en Génova -me quedo con el cubierto a la altura de mis labios. Lo dejo de regreso en el plato antes de contestar.

-Estás loco -no entendía -¿Por qué yo?

-Bueno. Veámoslo de esta manera. Si logró ese edificio tú te quedas con la boutique -me suelta de manera rápidamente- Fingiremos ser pareja y me acompañarás a algunas cenas donde estará Claus y es ahí donde tú dirás lo buena idea que es que yo obtenga ese edificio o haré efectivo el cobro de la boutique.

-Es una broma, ¿no? -siento que me falta el aire.

-Para nada -se inclina en su silla- Vi el aprecio que Claus te tiene y le pienso sacar provecho. Veámoslo como un negocio donde todos ganamos -continúa- Entonces, ¿Qué me dices?

-Tengo que pensarlo -susurro. Era una locura. Sabía que, si fingíamos ser pareja, perdería mi corazón en el proceso.

-No deberías pensarlo -da un sorbo a su vino -Tienes hasta mañana en la noche para responder, Gianna. No doy concesiones.

-Es bueno saberlo- la ironía brota en mis palabras, me estaba cansando de su actitud grosera, déspota y porque mentir, también dolía. Por eso decidí cambiar de tema - ¿Cómo están Federico y Marena? -pregunto.

-Como estén mis padres no es de tu incumbencia -su actitud me sorprendió llenándome el buche de piedras.

-¡Que te den, Lucas! -digo en un siseo, apretando los dientes- No voy a permitir que me trates así -Lucas golpea la mesa y varias personas nos observan. Se da cuenta de lo que ha hecho y trata de cambiar su postura.

-No vengas ahora a dártelas de ofendida -gruñe -¿Te importaron cuando te fuiste y me dejaste? Ellos te amaban como a la hija que nunca tuvieron. Les Rompiste el corazón -su tono de voz se endurece -No tenías derecho a irte sin más explicaciones que; No estoy lista para el matrimonio.

-Veo que me odias- susurro en voz ronca y luchando con las lágrimas.

-Como a nadie- escupe con desprecio. Me levanto lo más rápido que mi cuerpo se podía mover y salgo como alma que llevaba el diablo.

Escucho a Lucas llamarme, pero sigo caminando. Al salir, me topo con Adriano y el chofer. El primero llega hasta mí en dos pasos.

-Gianna- su tono es suave y si no fuera porque sabía que era imposible, diría que preocupado.

-¡Quítate de mi camino, Adriano! -las lágrimas corrían por mi rostro -Ya tuve suficiente de personas que me desprecian- miro su rostro a través de mis lágrimas y mi respiración es agitada.

Miro buscando un taxi. Vislumbro uno y le hago señas. Sin importar, lo agarro desprevenido y lo hago a un lado de un empujón. Corro y me subo al taxi.

-Arranque señor -digo al conductor.

Miro hacia la entrada y veo a Lucas saliendo del restaurante. Limpio mis lágrimas y me hundo en el asiento.

******

LUCAS POV.

-¿Sabes lo que se les hace a los tramposos? -Gruño al chico que estaba haciendo trampa en el Black Jack.

Las cámaras lo captaron y de inmediato fue llevado a las oficinas de seguridad

-Señor-dice asustado mientras mira al par de sujetos de seguridad que pertenecen a mi equipo para luego mirarme-Yo solo pensé que...

-Pensaste que podías venir y robarme-lo corto-No es la primera vez que lo haces, Estamos partiendo de un precedente

-Finn, me envió-se defiende nervioso-Me dijo que sería fácil-espeta mientras tiembla visiblemente

-Ya sabes qué hacer-digo a Rafa, uno de mis hombres asintió

-¡Señor Salvatore! -grita el hombre mientras me doy media vuelta y salgo de ahí -¡Señor! -camino por el pasillo y llegó a mi oficina

-¿Problemas? -Adriano, está sentado en el sofá de mi oficina con una cerveza en la mano

-Nada que no se pueda solucionar-Me siento en mi silla detrás del escritorio y desabrocho mi saco-Pero me parece que tú deberías estar allá, en vez de estar aquí, en mi sofá, bebiendo mis cervezas

-Vengo de cumplir tus órdenes-bebe un trago-Noche difícil-sabía a qué se refería. O, mejor dicho, a quien

-¿Qué descubriste? -tomo una pequeña pelota para el estrés que me había traído el mismo Adriano. Y comienzo a lanzarla

-La seguí hasta el complejo de departamentos donde vive. Minutos después salió de nuevo y me llevo hasta el gimnasio de Caleb-detengo el movimiento de la pelota y lo miré frunciendo el ceño

-¿Qué hacía allí? -pregunto.

-Al parecer, la Gianna delicada que conocimos se volvió Dura- una sombra de anhelo cruza su rostro-La vi con el saco y es buena, pero tuve que salir a vigilar desde afuera porque están llamando mucho la atención-sonríe -digo. No pinta nada un tío en traje

-¿Qué piensas? -verla era duro para ambos. Adriano se remueve en el sofá y se termina la cerveza de un trago.

-Me pidió disculpas-deja la botella en la mesa del centro frente a sofá-Pero no estoy preparado aún-continúa -La quería como mi hermana, ¡Mierda! Era mi hermana y ella me dejo atrás sin más-parece furioso-Ahora. Lo que yo quiero saber es, ¿Qué vas a hacer si ella acepta?, ¿qué harás?

-Nada-respondo-Es así de sencillo. Digamos que, Gianna es el medio para conseguir un propósito. Una vez obtenga el inmobiliario me quedaré con la tienda-lo miro fijamente-Esa será mi venganza

-No estoy de acuerdo con tu proceder-se pone de pie abrochando la chaqueta de su traje-Pero sabes que soy fiel a nuestra sociedad y si eso es lo que deseas solo asegurarte de no salir jodido al final-camina hasta la puerta y se detiene antes de salir-Porque, por más que lo niegues, Gianna sigue allí-se toca el lado izquierdo de su pecho. Voy a desmentirlo, pero se adelanta-Lo sé porque a mí me sucede igual.

-¿Desde cuándo te volviste tan sentimental? -Es lo que digo ante sus palabras-Lo único que me mueve es la venganza por lo que me hizo hace ocho años y la tendré. Ahora, ve a la oficina de seguridad y cerciórate que todo abajo vaya como debe ser-Hablo haciendo referencia al casino que estaba a medio llenar, hoy miércoles.

Adriano, asiente y sale de mi oficina. Una vez solo, me dejo ir hacia atrás en mi silla y resoplo.

Gianna Bianchi. Mi mayor alegría, pero también mi mayor desilusión. Verla después de tanto tiempo abrió viejas heridas que pensé haber cerrado. Mirarla detrás de ese mostrador, toda sonrisa con sus clientes me perturbó.

Pero había cambiado su forma de expresarse, de comportarse. Denotaba madures. Cuando pude apreciar sus atributos, también noté el cambio. Sus caderas estaban más redondeadas, su busto también parecía más lleno y su cabello rubio era extremadamente largo en comparación a como siempre lo usaba. Paso de llevarlo por los hombros a llevarlo al ras de sus caderas. Pero si quería cumplir mi propósito, debía centrarme en mi objetivo y era la venganza.

Ocho años atrás, me dejo a tan solo un día antes de la boda. Sin duda el amor que me decía tener era muy pobre. Pero, a pesar de todo, no busque vengarme, eso solo llegó por si solo gracias a la adicción de Piero Bianchi. Qué jugo todas y cada una de sus propiedades, dando la oportunidad de saborear el hundimiento de Gianna. Y como bono, me haré con el edificio que quiero en Génova para agrandar mi imperio de casinos.

Un golpe en la puerta me saco de mis pensamientos

-Adelante-uno de mis hombres de seguridad camina hasta estar frente a mí -¿supongo que le dieron su merecido al hombre que robaba? -digo mirando a Leónidas con mi ceja arqueada

-Sí, señor-responde sin inmutarse-se le dio el tratamiento leve. Como lo indica siempre.

-Me parece bien-concuerdo-Con tres dedos rotos puede que se lo piense antes de volver a querer robar en uno de mis casinos-él, solo asiente- ¿Algo más?

-De hecho, señor. Quería pedirle un favor-me levanto y me sirvo un poco de bourbon-Tengo un amigo que desea hablar con usted

-¿Quién es? -inquiero intrigado. Leónidas poco hablaba, y era muy leal a mis órdenes.

-Bueno. Es el primo de este-continúa-Mi amigo se llama Fabrizio Rizzo-asiento.

-Creo recordar a los Rizzo-me siento de nuevo en mi silla-pero, ¿De qué desean hablar conmigo?

-La verdad, no lo sé, señor. Fabrizio me dijo que su primo, el señor Luciano Grimaldi, quería hablar con usted-pensé en la posibilidad mientras movía mi vaso

-¿Qué sabes de ese hombre?

-La verdad. No mucho-dijo-Pero mañana tendré esa información-asentí

-Dile que venga a verme el domingo-concedo-después de medio día que no estaré tan ocupado-Leónidas era uno de mis mejores hombres- Necesito que vigiles a alguien. Su nombre es Gianna Bianchi, dile a Adriano que te dé lo que tenemos

-Está bien jefe. Me encargo de todo-asiente y sin más sale de mi oficina sin decir más.

No debería importarme la vida de Gianna. Pero, si tenía un propósito, debía llevar la delantera. ¿Estaría viendo a alguien? Golpeo la mesa con frustración.

            
            

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