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Paulina Moon
Mi padre está emocionado, faltan 21 días para mi cumpleaños, y con él, mi transformación. Llevo días buscando algo de ropa para ir al instituto, aunque en el fondo, lo que realmente espero es no encontrarme con ese dolor de cabeza que es "mi hermano".
-Princesa, baja a comer -dijo mi papá, tocando la puerta.
-Ya voy -respondí, mientras terminaba de acomodarme la camiseta. Ajustaba los botones de las mangas de la camisa y me dirigí a buscar mi gorra, que estaba sobre la mesa de noche, antes de hacerme la cola medio alta para que no me estorbara.
-Princesa, te esperamos en la mesa, no tardes -dijo mi papá, mientras escuchaba otros pasos acercarse. Era Fabricio, mi hermano.
-Peincisi, ti ispirimis ifiri bla bla bla -dijo él tras la puerta, como siempre con su actitud de superioridad. Ya sabía lo que venía. Me acerqué a la puerta y, como la puerta se abre tanto hacia adentro como hacia afuera, la empujé con fuerza hacia afuera, con suerte golpeando su nariz.
-¡¿Qué te pasa, estúpida?! -gritó él, sobándose la nariz.
Puje una risa, y bajé las escaleras rápidamente, con la risa aún en el aire.
-¡Apúrate, inútil!, ¡Nos esperan Erika y papá! -dije mientras me dirigía al comedor.
-Ven acá, mocosa... me las pagarás -gritó Fabricio, siguiéndome.
Cuando llegué al comedor, vi a Erika y a mi papá. Me detuve frente a la mesa, tratando de contener la risa.
-Buenos días, papá. Buenos días, Erika -saludé, con la voz lo más seria posible.
-¿Qué hiciste ahora, Carolina? -preguntó mi papá.
-¿Yo?, nada, papá. ¿Por qué dices eso? -respondí, haciendo un esfuerzo por parecer inocente. En ese momento, Fabricio apareció, bajando las escaleras con sangre en la nariz. Seguro que el golpe había sido demasiado fuerte porque su regeneración aún no había sanado eso.
-¡Ven acá, estúpida!, ¡Me las pagarás! -dijo, llegando a la mesa. Miró a "sus padres" y no pude aguantar la risa en silencio. Pero respiré hondo, me enderecé y me dirigí al frente.
-¿Qué pasa? -pregunté, manteniendo la calma, aunque la risa me costaba.
-No te hagas la estúpida -dijo él, visiblemente enojado.
-A mí no me culpes por tu poco cerebro -respondí, mostrando una falsa indignación.
-¿Qué pasa aquí? -preguntó Erika.
-Nada, Erika -respondí, dirigiéndome hacia mi silla con calma.
-¿Nada? -Fabricio replicó, furioso. -Me rompiste la nariz, estúpida. ¿Y eso es "nada"?
-¿Es verdad eso, Paulina? -preguntó mi papá, mirándome fijamente.
-No, papá, fue un accidente. Él estaba frente a mi puerta y, cuando la abrí, accidentalmente lo golpeé -dije, conteniéndome para no reír a carcajadas. Me mostré "triste" mientras miraba a papá. -¿Desconfías de mí, papá? -pregunté con tono suave, casi como una niña inocente. Aunque sabía que él no se tragaba mi farsa, suspiro pesado negando.
-¿Y tú qué hacías frente a su habitación, Fabricio? -preguntó Erika, con una mirada victoriosa. Yo lo miré de reojo, le saqué la lengua, pero me contuve de hacer algo más, no quería que papá me regañara, eso simplemente me haría llegar tarde a clases.
-La llamaba, porque ella pasa una eternidad en ese cuarto y no quiero llegar tarde -respondió Fabricio.
-Pero tu padre ya la había llamado, incluso ya venía hacia acá -dijo Erika, refiriéndose a papá como su padre.
No sé por qué, pero eso me molestó, y mi risa interna desapareció. Miré a Erika fijamente y luego a Fabricio.
-¿Vas a responder, Fabricio? -presionó Erika.
-La llamaba porque siempre se tarda en su cuarto -replicó otra vez, casi como una excusa.
-Pero, él ya la había llamado -dijo Erika. Fue como si me hubieran dado una victoria sin hacer nada. Pero me quedé en silencio y observé a papá, que me miraba severo.
»-¿Vas a desayunar, Paulina? -dijo Erika, interrumpiendo el silencio.
-Ya no tengo hambre, Erika -recalqué su nombre con énfasis, mientras tomaba mi bolso que estaba junto a la silla. Me levanté rápidamente y me dirigí a la puerta.
-¿No desayunarás? -insistió Erika.
-¡Ya te dije que no tengo hambre, Erika! -respondí, sin poder evitar levantar la voz un poco más de lo necesario. Me dirigí hacia la salida.
-Paulina Carolina Moon -dijo mi papá, con tono serio, usando mi nombre completo-. Vuelve a desayunar. No irás al instituto con el estómago vacío.
-¡No tengo hambre, papá! -respondí, y casi sentí cómo mi paciencia se agotaba.
-Puedes irte, Paulina -dijo Erika, tocando el brazo de mi papá con suavidad.
-Gracias, supongo -respondí con molestia, saliendo del comedor como una fiera. Abrí la puerta de la casa y vi a uno de los guardias.
-Trae mi moto, hoy iré sola al instituto -dije, con tono firme.
-Pero señorita, usted... -empezó a decir el guardia.
-¡Ahora! -ordené.
-Sí, señorita -dijo, y se fue rápidamente. No pasó mucho tiempo antes de que se acercara con mi moto, una Pulsar roja brillante. Tomé el casco que me entregó, guardé las llaves en el bolso y me subí rápidamente. Me puse la gorra en un costado del cuerpo y me acomodé el casco.
Cuando llegué al instituto, estacioné la moto en el lugar reservado para ella. Saqué el casco, lo coloqué en mi brazo, saqué la gorra del bolso y me la puse, mientras me acercaba a Kate, quien estaba esperándome.
-¡Por fin viniste en tu moto! -dijo Kate, sonriendo.
-Claro, no aguanto el mismo aire que ese pendejo -respondí, mientras me acercaba a ella. Ella se rió.
-¿Y ahora qué? -preguntó, mirando atrás, al notar que Fabricio venía hacia mí, acompañado de Sora. Seguramente salió luego de mí.
-Tuve que hacerle frente -dije, entre dientes. Pero me estaba empezando a sentir tranquila al estar con Kate. Caminamos hacia los casilleros, y dejé mi casco allí.
De repente, el gilipollas de Fabricio se acercó y me miró furioso.
-Tú... -dijo, señalándome con dedo acusador-. Me las pagarás.
-¿Qué quieres? -respondí con indiferencia. Tenía prisa y no quería perder el tiempo con él.
Sora, su estúpida amiga, se acercó y trató de intervenir.
-Oye, no le hables así -dijo, levantando una mano, como si quisiera pegarme.
-¿Y tú qué harás? -le respondí amenazante-. Aaaah, ya sé.- di aplausos al aire como si hubiese descubierto algún secreto super importante- ¡Nada!. Porque eres una inútil que no hace nada, solo se esconde tras tu novio y sus amigos.
-¿¡Cómo te atreves!? -gritó Sora, levantando la mano para golpearme.
La tomé del brazo con rapidez, torciéndolo detrás de su espalda y la lancé sin esfuerzo hacia Fabricio.
-Controla a tu perra -le dije, mientras ella caía en sus brazos-, o yo lo haré. Y sabes bien que ella será la que salga lastimada, no yo.
Fabricio, visiblemente furioso, me miró con enojo y molestia.
-Si no te callas, te va a ir muy mal -amenazó.
-Ay, sí. Mira cómo tiemblo -respondí, haciendo una mueca de burla mientras sacudía mis manos fingiendo temblar.
»-¿Y qué harás?, ¿Acusarme con mi papá? Después de todo, solo eso sabes hacer, pero él no te cree, porque sí soy su hija -le respondí, con tono desafiante.
En ese instante, su puño golpeó mi mejilla con fuerza, y sentí el ardor de la sangre. Me toqué la mejilla y vi que sangraba. Dolía mucho, pero lo que más me irritó fue su actitud.
-¿Ya sacaste boleto para el hospital? -le dije, tocándome la mejilla que palpitaba por el golpe, con un toque de sarcasmo.
Kate me sujetó del brazo, mirándome con cara de desaprobación, como si quisiera evitar que continuara.
-Espera a la salida, las clases ya van a comenzar. Si te agarran, tu papá te encerrará con él de nuevo -me susurró, con una mirada preocupada.
Aunque, en el fondo, ya me imaginaba cómo se desarrollaría la situación.
-¿Y qué?, ¿Ya te acobardaste? -dijo, con una sonrisa
-¡Wow!, Pensé que el niño se acobardaría después de todo, siempre le gano en los entrenamientos.- Di la vuelta, jalé a Kate y miré atrás de reojo.- Pero ahora será frente a la zorra de tu novia y el instituto... Esperaré con ansias el toque de salida para partirte la cara y bajarte de ese pedestal en el cual te subiste solo. Me va a dar tanto gusto hacerlo. - dije en tono venenoso antes de seguír caminando, jalando a Kate. En eso, él pegó a un casillero de lo molesto que estaba y me reí como una desquiciada.
(...)
Después de clases, estaba en el patio detrás del instituto esperando al galipollas con Kate.
-¿Estás segura de esto? -dijo Kate con miedo en su voz.
-Claro -la miré, la tomé de las manos-, así sabrá que no se meta con nosotras. Y después de lo que hizo la zorra de su novia, luego iré con ella. No dejaré que te metan en esto.- frote sus brazos con delicadeza sonriéndole, mientras los recuerdos de lo que ocurrió antes.
"Estamos en el salón, la tercera clase terminó, salimos del salón. En eso se acerco la zorra de Sora y empuja a Kate, haciendo que me enoje. En eso, sus perras falderas me agarran de los brazos evitando que me mueva. Mientras tres de ellas me sostenían, la llevaban a Kate al baño de chicas, junto conmigo tras ellas, aún agarrada por las perras de Sora, le agarró del pelo a Kate.
Ella lloraba y en eso le metió la cabeza al baño, jadeé sintiendo mi mirada nublarse de rabia. Sora estaba con una sonrisa de oreja a oreja mientras metía más la cara de mi amiga en el baño. Volteó a verme y rió más, con sorna. Trague en seco.
-¡Déjala! -grité, forcejeando con las tres perras que me tenían agarrada.
-¿O qué? -dijo ella entre un ronroneo. Me molesté mucho, muchísimo más.
Estrellé a una de las que me tenía con la pared del lavabo, luego la lancé hacia las otras dos. Las tres cayeron al suelo. Luego me fui directo a Sora, la agarré del pelo, haciendo que soltara a Kate, quien estaba con la cara ahí dentro. Aún agarré a Sora para hacer lo mismo que hizo ella con mi amiga. Kate tosió con violencia, respirando muy rápido y se desmayó, corrí a ella, soltando a Sora en el acto, agarré a Kate y las eché de ahí.
-Pagarás por esto -le dije a Sora-, luego de mi "hermano" vas tú, así que cuídate. Ella me miró aterrada y salió corriendo del baño con las supuestas amigas. Agarré a Kate, la cargué de alguna forma y la llevé a la enfermería con apuro."
Acaricié su mejilla y le sonreí cálidamente a Kate, quien tenía sus ojos inundados señalando que iba a llorar. En eso, me abrazó. Yo respondí el abrazo.
-Oh, qué linda pareja -dijo Fabricio, haciendo que me separara de Kate. Atrás de él estaba Sora, con el miedo reflejado en su mirada. Sonreí.
-Ay, hermanito, sabes que me importa una mierda tu opinión, así que deja de hablar y apúrate, que tengo cosas pendientes con la zorra que tienes detrás. -brame, señalando a Sora. Ella se encogió y eso me dio tanta satisfacción. En eso, comenzaron a venir muchos estudiantes del instituto. El rumor de la pelea de los hijos del alpha se corrió rápido.
-¿Así que esperas tarjeta de invitación o qué? -dije con voz burlona. Él se acercó a mí y trató de golpearme, pero en el instante en que esquive el golpe, termino en el rostro de Kate, que estaba detrás de mí. Cuando aparté la cara, le dio a ella. Ella cayó al suelo.
Intuitivamente, me fijé en ella. Estaba en el suelo con expresión mareada y la agarré.
-¡Eres un imbécil!- brame-, Acabas de firmar tu acta de muerte -dije. Me puse de pie. Cuando lo golpeé, retrocedió ligeramente aturdido.
En eso sonó la alarma de la manada. Yo estaba encima de él con el puño arriba para golpearlo de nuevo. Miré alrededor y vi a todos corriendo de un lado a otro para salir de ahí. Me levanté, agarré a Kate y corrí con ella en el brazo. Agarré mi moto, la monté y la llevé cerca de unos guardias.
-Protéjanla con su vida -dije-. Si le pasa algo, morirán -dije. Me monté en la moto y la conduje rápidamente al centro de la manada.