Capítulo 7 Capitulo •6•.

Fabricio

Recibí un mensaje que me hizo fruncir el ceño: "Alphas de manadas cercanas quieren hablar conmigo". Pensé en lo que acababa de suceder con Paulina; ella se había ido a transformarse. Dejé a mis padres y a Kate, la amiga de Pau, atrás y me despedí rápido. De repente, un olor a jazmín y coco me inundó, y mi lobo, Matt, reaccionó de inmediato.

-Mate, mate -dijo, inquieto.

-Luego la buscaremos, ahora hay algo que hacer -le respondí, intentando calmarlo. -Prometo buscarla tan pronto termine.

-Bien -dijo, desganado, aunque se notaba su frustración.

(...)

El reloj marcaba casi las cinco o seis de la mañana cuando regresé a casa. Al entrar, el mismo olor dulce y embriagante me golpeó de nuevo.

-Mate, mate -insistió Matt, su voz ahora más ansiosa.

-¿Cómo?, ¿Acá en la casa? -pregunté, alarmado.

-Noooo, en la casa del vecino -respondió, sarcástico-. Además, búscala... Creo que es ella.

-No, mierda... Pero ella... -dije, dudando, aunque una parte de mí ya sabía la respuesta.

-Me vale mierda, camina y confirma mis sospechas... O tomo el control y la declaro mía, ¡ya! -amenazó.

-Ya voy, ya voy... -respondí, resignado.

Caminé hacia el aroma, que ahora se sentía aún más fuerte. Abrí la puerta del cuarto de Paulina y, efectivamente, el aroma venía de allí. Maldita sea, esto será un problema. Según lo que sabíamos, éramos "hermanos" y ella me odiaba. Pero si la Diosa Luna lo quiso así, pues así será. Iba a conquistarla, solo esperaba que no se lo tomara a mal...

Me acerqué a su cama, la besé en la mejilla y susurré:

-Mía.

Ella se giró, todavía profundamente dormida.

-Tuya -ronroneó, aún en el limbo entre el sueño y la vigilia. Me alegré tanto al escuchar sus palabras. Aunque estaba dormida, ya nos aceptábamos. Me levanté y, con suavidad, besé sus labios de forma casta y pura. Luego me dirigí a la puerta, salí del cuarto y me fui a mi habitación. Ya era de día y Marcus pronto llegaría, así que me di una ducha rápida y me preparé para el desayuno.

(...)

Al terminar de desayunar, estaba en el living con Marcus, hablando sobre estupideces, como siempre. De repente, Paulina bajó corriendo. Se veía increíble, recién levantada, con el cabello desarreglado y en pijama: una camiseta de tirantes y un short flojo. Corrió hasta Marcus y se tiró encima de él. Él solo se quedó allí, asombrado, como si no esperara que yo fuera el motivo por el que bajó tan rápido.

Yo me sentí triste y enojado. No sabía qué pensar. En eso, se separó de Marcus y volteó a mirarme. Se veía molesta.

-¡ESTO DEBE SER UNA MALDITA BROMA! -dijo furiosa.

Solo aparté la mirada y miré al suelo, herido por sus palabras. En ese momento, sentí cómo se colgaba de mi cuello, y la vi con sus ojos cambiando de color. Eran azules, pero no como antes. Ahora su loba parecía estar tomando el control. Le devolví el abrazo, sin saber qué hacer. Sin querer separarse, queriendo tenerla así, cerca, cada vez más.

-No dejes que me rechace, por favor -dijo con una voz diferente, pero a la vez la misma-. Mis ojos son como los de ella, pero más oscuros -añadió con una sonrisa tímida-. Mi nombre es Star. Ya he hablado con Matt... -se volteó hacia Marcus-. Lamento lo de hace un momento, solo que no esperábamos que ellos fueran nuestros mates -dijo dulcemente.

Gruñí, pero ella me calmó con una dulce sonrisa:

»-Calma. ¿Podrías dejarnos solos, por favor? -le pidió a Marcus. Él asintió y se fue. Una vez solos, me miró a los ojos.

-¿Qué está pasando? -pregunté, preocupado. -¿De qué quieres hablar?

-Ella te odia, y ahora a mí, por haberte reclamado como mío -dijo, mirándome con tristeza en los ojos. -No puedo permitir que te rechace... Eres mi mate, nuestro mate... Además, Matt y yo no tenemos la culpa de sus estupideces infantiles...

-¿Cómo hago para evitar que me rechace? -pregunté, sintiéndome perdido.

-Le pedí un mes para que se conocieran mejor -dijo-. En ese tiempo tienes que enamorarla y amarla. Si después de eso no quiere estar contigo, aceptaré que te rechace... Si te acepta, seremos coronadas como alphas de la manada y tú como su luna... Si no lo hace, solo será coronada ella como alpha de la manada y, bueno, ella decidirá qué hacer contigo. Ya sea desterrarte... o incluso... -trago en seco apartando la mirada-. Matarte...

-¿Ella aceptó? -pregunté, angustiado.

-Sí, lo hizo. Pero está convencida de que no lograrás nada, porque dice que solo eres un mujeriego, estúpido e imbécil que solo la saca de quicio -dijo entre ligeras risas nerviosas. -En pocas palabras, su dolor de culo -rió-. Ella dice que siempre lo has sido. Creo que ya me voy... -divago- Por favor, enamórala. No creo poder soportar vivir sin mi mate, y ella tampoco, pero se hace la fuerte... Adiós.

Dicho esto, sus ojos volvieron a ser de ese azul eléctrico en el que me perdía con facilidad. Me quedé mirándola.

-¿Te gustaría intentarlo? -dije, con miedo, esperando su respuesta.

Ella rió, pero fue una risa macabra.

-¿Ahora te importo? -dijo sarcástica, empujándome para que me separará de ella, no me queje, aunque mi pecho dolió por su acción de rechazo-. Aún no se me olvida todo lo que me has hecho. El hecho de que seas mi mate no hará que te perdone por todas las mierdas que me has hecho tú y tus lame culos... Ah, y la perra de tu exnovia -añadió antes de subir a su cuarto.

-Tienes razón... -dije para mí, solo, mientras la escuchaba alejarse-. Pero haré que te enamores de mí... No solo porque eres mi mate, sino porque siempre he sentido esa atracción hacia ti...

Me levanté y me dirigí a la cocina. Prepararía jockeys con mermelada de fresa y jugo de naranja, su favorito. Siempre estaba pendiente de ella, siempre quería saber de ella, y de alguna forma era una manera de mantener tranquilo mi ansia.

(...)

Cuando terminé de preparar su desayuno, tomé la bandeja con su comida y entré a su cuarto. Estaba en la ducha, así que dejé el desayuno en su cama, junto con una rosa roja y una nota. Salí del cuarto, dirigiéndome a mi habitación. Se me ocurrió darle otro obsequio, algo que mi madre había elegido para ella. Tomé mi chaqueta y salí de la casa, dirigiéndome al carro.

Saqué mi celular.

Fabricio

¿Me puedes acompañar al centro? Necesito comprarle un regalo, y tú eres bueno en eso, además eres el único que sabe... Sobre mi mate.

(09:12 am)

Marcus

Claro, te acompaño. Te espero en la cafetería del centro en 20 minutos. También busco algo para mi mate, la vi ayer en la fiesta de tu "hermana".

(09:17 am)

Fabricio

¡Ja, ja, ja! Qué gracioso...

(09:18 am)

Fabricio

Me tienes que contar quién es cuando llegue, hablamos y me cuentas. Ya voy en camino.

(09:20 am)

Guardé mi teléfono y me dirigí al centro.

*****

Paulina Moon

No sé cómo demonios acepté el trato de Star... Creo que, dentro de mí, sí quiero estar con él, era mi mate después de todo. Y no sabía si tendría la suerte de mi padre que obtuvo una segunda mate después de la muerte de mi madre...

Me levanto de la ducha y voy al clóset, eligiendo algo sencillo y cómodo.

Al salir, veo mi cama, y allí hay una bandeja... ¿mi desayuno? Me acerco, tomo la nota.

" Espero me des esa oportunidad... Prometo no fallarte... No creas que solo lo hago porque eres mi mate, lo hago porque desde hace tiempo me siento atraído por ti. No solo yo, Matt también...

No lo sientas como presión, pero desde antes ya te amo, no como 'hermanos', sino como un hombre que ama a una mujer. Espero que te guste el desayuno, hice tu favorito...

Nos vemos luego, saldré un rato con Marcus al centro."

Att: Fabricio.

P.D.: Ya te extraño, y aún no me he ido... Besos y abrazos, Matt. "

Termino de leer la nota y no puedo evitar sonreír ligeramente, algo dentro de mí se removió, solté un ligero gruñido. Supongo que eso era lo de la conexión de mates, por eso Star estaba tan confiada. Agarro el tenedor y empiezo a comer los jockeys porque tengo hambre, nada más.

-Otro perro con el mismo hueso -dijo Star.

-Cállate -le respondí- o lo tiro a la basura...

-No eres capaz -dijo Star, confiada.

Y lo peor es que tiene razón

(...)

Doy unas vueltas por la manada para ver que todo esté bien, y luego me dirijo al centro. Quedé con Kate de vernos ahí. Llego, la encuentro y la espero. Kate llega con una sonrisa tonta en la cara.

-¿Y ahora tú? -le pregunté mientras se sentaba en la mesa- ¿Por qué esa cara de estúpida?, No me digas que...

-Sí -dijo emocionada- Ayer encontré a mi mate en tu fiesta de cumpleaños, antes de que me fuera a casa, luego de que te transformaras.

-Cuéntame todo -dije, entusiasmada.

(...)

Una hora después, ya hemos pagado y estamos caminando por las tiendas. Kate está tras el aroma de su mate, y yo, como buena amiga, tengo que amenazarlo si le hace algo. Si lo toca, se quedará sin descendencia y sin vida...

Llegamos a una tienda de joyas, y veo a Kate lanzándose a los brazos del chico de esta mañana. Me quedo sorprendida... Miro a su lado y allí está Fabricio, tratando de quitarse de encima a una zorra. Me dan ganas de lanzarme hacia él, pero no... Espera, no, no...

-Hazlo o la descabezo por tocar a mi mate -dijo Star, molesta. Creo que está más enfadada que yo.

Fabricio mira a Marcus, creo que se llama, pidiéndole ayuda para quitarse de encima a esa chica. Eso me hizo sonreír. Me acerqué a Fabricio y lo aparté de la zorra. Si ella seguía tocándolo, la mataba con mis propias manos.

-¡MÍO! -gruñí.

Fabricio ríe y me abraza.

-Tuyo -susurró en mi oído. Kate y Marcus nos miran raro, y la chica solo se ríe sin gracia.

-No querida, que sea tu hermano no lo hace tuyo -dijo.

-Acabas de firmar tu acta de muerte -le respondí. Me lancé hacia ella y la golpeé con tanta fuerza que ni yo sabía que tenía. Mis ganas de ver sangre. En eso, Fabricio me abraza de la cintura y me aparta de la chica.

-Calma -me dijo- Soy tuyo y de nadie más. - aseguro. Luego me dio la vuelta y me besó.

Seguí el beso, pero nos separamos por falta de aire... MALDITO AIRE... Quería más, pero él me volteó hacia la chica.

-Lo ves, es MÍO -dije con una sonrisa ladina. Vi cómo se iba molesta. Sonreí maliciosamente.

Todos nos estaban mirando. Mierda, mi loba está muy, pero muy feliz. Después de esto, se iba a correr la voz de que era nuestro y que nadie podía tocarlo, si no era yo.

Miro a Kate, que está en los brazos de Marcus, y me ve con cara de terror.

-¿Qué? -le digo, como si nada.

-¿Cómo que qué? -dice indignada- ¿Cuándo pensabas decirme?

-Apenas me di cuenta esta mañana y tú no dejabas de hablar de lo maravilloso que es tu mate -dije en tono de molestia- Además quería decírselo primero a mi papá y a Erika. Aparté la mirada hacia un lugar vacío- Ni sé cómo se lo vayan a tomar... Yo casi lo rechacé solo por ser él, pero Star me detuvo...

-Te comprendo -me dijo, abrazándome.

-Gracias -le respondí, devolviendo el abrazo.

-Pasemos el día los cuatro juntos, ¿qué dicen? Así no miran raro a Pau y el dolor de culo -dijo- Pero después de ese espectáculo que dieron, ya debió haberse dado cuenta toda la manada -dijo en tono de burla.

-Te callas -le dije- Por mí no hay problema, pero creo que ellos estaban haciendo algo -dije, mirando a Fabricio con una ceja alzada. Él me mira raro.

-¿Eso decía la nota? -dije, dándole importancia.

-Pero yo quiero pasarlo con Marcus... -dijo Kate como niña haciendo un berrinche.

-Quédate entonces, yo me voy a mi casa, tengo cosas que hacer -dije, fría- Ya vi que me reemplazarás por "tu mate" -dije aún más fría- Nos vemos.

Me fui hacia mi moto, me puse el casco y arranqué.

Escuché a Kate gritar mi nombre, pero hice como si no la escuchara y me fui... Si lo sé, muy infantil, pero así comienza primero salidas entre todos, luego salidas solos ellos y pocas nosotras, y por último, solo está con él y a mí me olvida por completo, me deja a un lado para pasar tiempo con su mate...

(...)

Llego a casa, subo rápido a mi cuarto. Nunca nadie me ha visto llorar, ni siquiera para el entierro de mi madre. Entro a mi cuarto y me lanzo a la cama, llorando como niña chiquita cuando pierde su juguete favorito, sin antes asegurarme de cerrar la puerta con seguro.

Después de un rato, tomo una ducha, me cambio y me pongo una playera negra que dice "Chick" en letras blancas, un short de mezclilla y unos tenis negros.

Salí de mi cuarto hacia el comedor. Allí están mi padre, Erika, Fabricio, Marcus y Kate. Ella estaba allí y no me fue a saludar... Eso me molesta aún más.

- Buenas noches -dije, llamando la atención de todos.

- Pau, ¿cómo estás? -dijo Erika, nerviosa, como si se hubiera olvidado de mi existencia.

- Yo... -respondí con frialdad.

- Calma -dije, sentándome en mi lugar-. Quédate con tu mate... Después de todo, dicen que cuando lo encuentras, ya no necesitas a nada ni a nadie, porque con él estás completa. -Fingí una sonrisa, pero creo que más bien fue una mueca, ya que estaba molesta y triste por la actitud de ella. Fabricio me tomó la mano, como siempre, pues estaba sentado al lado de mí.

- Pero, Pauli... -intentó decir, pero la interrumpí.

- Papá, Erika -dije, seria, mirándolos-. Luego de la cena quiero hablar con ustedes de algo... Como se tocó el tema de los mates, lo recordé.

- Claro, princesa -respondió mi papá-. En mi despacho, si quieres.

- Sí, perfecto... Pero necesito que tengan la mente abierta a todo -dije, mirando mi plato de comida mientras jugaba con los cubiertos.

- Me preocupas, princesa -comentó mi padre, preocupado.

- No es nada malo -hice una pausa, suspiré-. Depende de cómo lo tomen ustedes... Después de la cena, sí -dije, restándole importancia. Mi papá y Erika asintieron, y comimos. La cena fue silenciosa, excepto por las risas de Kate y Marcus, lo que me molestaba aún más. Me levanté de golpe de la mesa.

- Voy a mi cuarto, luego los veo en tu despacho -y corrí a mi cuarto, cerrando la puerta con fuerza, aunque no había necesidad, pero estaba muy molesta. Comencé a tirar las cosas de la mesita que tenía al lado de la cama, haciendo un escándalo. Luego de un rato, me tiré al suelo en un rincón del cuarto y me acurruqué allí, con mi cara entre mis rodillas, llorando. Sí, otra vez lloré porque "mi mejor amiga" se ha olvidado de mí por completo.

*****

Fabricio

Salí hacia mi cuarto. Quería ir tras ella, pero sabía que necesitaba tiempo. A mí tampoco me parece justo que Kate la ignore solo por estar con Marcus. Es cierto, Marcus es mi mejor amigo, pero nunca me dejaría de lado como lo hizo Kate con Paulina.

De repente, comenzaron a escucharse cosas chocando contra la pared desde el cuarto de Paulina. Mi sangre hierve.

- ¿Estás feliz? -le digo a Kate, todos me miran asombrados-. Ella está mal por tu culpa. La ignoraste todo el maldito día por estar con Marcus. Es cierto, es tu mate, pero dejar de lado a Pau por él... Diosa, y se supone que son "amigas", o perdón, "hermanas del alma" -dije, con total ironía en mi voz, mirándola mal-. Qué bueno que son eso, porque no quiero saber lo que le haces a tus enemigos.

Me levanté de la mesa, molesto.

- Ni Marcus me dejó de lado para estar contigo, y lo conozco menos tiempo que tú a Paulina -ella comenzó a llorar-. Me voy, no se me apetece estar aquí rodeado de hipócritas.

Dicho esto, subí al cuarto de Paulina.

Toqué tres veces, no respondía, así que abrí la puerta. Por suerte, no tenía seguro. El cuarto estaba destrozado, y ella estaba acurrucada en una esquina.

- ¿Qué haces aquí? -dijo sin mirarme-. Quiero estar sola.

Se levantó, secó sus lágrimas con el dorso de su mano y se acercó a mí.

- Puedes retirarte...

- No me iré -dije, y la abracé-. No quiero dejarte sola. No es bueno que lo estés en momentos así.

- Si crees que me voy a suicidar -dijo separándose de mí-, puedes estar seguro de que no lo haré... Así que vete, por favor.

- Sé que no lo harás -respondí, y ella se dio de espaldas. La volví a abrazar-. Solo no quiero dejarte sola. Déjame hacerte compañía, por favor.

Asintió, se dio la vuelta y me abrazó fuerte.

- Luego no trates de chantajearme con contarles a todos que estuve llorando en los brazos de mi "hermanito" -dijo forzando una sonrisa.

- No lo haré... -la abracé más fuerte-. No dejaré que nadie te lastime. Así me tenga que enfrentar hasta al mismo Dios Todopoderoso, lo haré -la besé en la frente-. Eres muy importante para mí.

- Gracias -dijo, y comenzó a llorar de nuevo, solo que ahora en mis brazos...

(...)

Ya es de mañana. Estoy despertando, siento un peso en mi pecho, abro los ojos y no puedo evitar sonreír. Le beso la frente y voy a prepararle el desayuno. No iré a clases y tampoco dejaré que ella vaya. Nos quedaremos viendo películas o series, pero no irá... Por una vez que fallemos, no reprobaremos el año...

Salgo del cuarto y voy a la cocina a preparar el desayuno. Me topo con mi madre, pero agradezco a la Diosa Luna que no hizo preguntas. Terminé de hacerle el desayuno: huevos revueltos con tocino, pan y café... Aunque casi no toma café, pero lo haré, le ayudará. Terminé y llevé la bandeja al cuarto, la dejé en la cama y me acerqué a ella.

- Despierta -dije.

- No, quiero dormir -dijo, volteándose de lado.

- Te hice el desayuno... Ve a ducharte y luego veremos unas películas -la besé en la frente-. No iremos a clases...

- Ok -se restregó los ojos... Aww, se ve tan tierna... Me muero-. Gracias por todo.

- No es nada -dije-. Voy a bañarme también, vuelvo en treinta minutos. ¿Ok?

- Ok -respondió. Salí del cuarto y fui al mío.

(...)

Entré nuevamente a su cuarto con palomitas. Ella había elegido las películas: "Tres metros sobre el cielo" y "Tengo ganas de ti". No las he visto, pero si ella las eligió, seguro me gustarán.

            
            

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