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Paulina
El aire estaba cargado de un hedor metálico: sangre y desesperación.
Mi corazón golpeaba dentro de mi pecho con la furia de una tormenta descontrolada. Cada latido era un tambor de guerra, cada respiración era fuego recorriendo mis venas. Apretaba los puños con tanta fuerza que las uñas se clavaban en la carne, dejando pequeñas marcas de