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Juan
-Alpha-escucho la voz de uno de los guardias, interrumpiendo la calma del jardín. Estoy con todos, disfrutando un momento de tranquilidad, pero la expresión seria del hombre me hace prestar atención de inmediato.
-Dime-respondo, dejando de hacerle cosquillas a Lucia, quien me mira con curiosidad.
El guardia se acerca con paso firme, sosteniendo tres cajas negras en sus manos. Hay algo en su semblante que me hace tensarme.
-Llegó esto-dice, extendiéndome las cajas con cautela.
Frunzo el ceño mientras las tomo y bajo a Lucia con suavidad. Examino una de las cajas; es completamente negra, elegante, con un diseño que denota importancia. Al abrirla, descubro en su interior una máscara dorada de dama. Su acabado es impecable, pero lo que realmente capta mi atención es la inscripción en la tapa interna de la caja: letras finas, grabadas con precisión, formando un mensaje.
-¿Son invitaciones?-murmuro sin apartar la vista de la máscara, sintiendo una mezcla de intriga y desconfianza.
-Vienen del clan vampírico-responde el guardia con tono serio.
Mis ojos se endurecen. La noticia no me tranquiliza en absoluto. Apenas le dedico una mirada antes de responder:
-Gracias, puedes retirarte.
El guardia asiente y se marcha, dejándome con una sensación incómoda en el pecho.
Abro la primera caja y leo el mensaje con atención:
*"Por medio de la presente, el actual rey vampiro lo invita a usted: Alpha Juan Moon de 'Claro de Luna', junto a toda su familia, a la presentación de la descendiente de la corona y nueva reina del clan vampírico.
Será un baile de máscaras en el cual los asistentes se despojarán de ellas luego de la coronación de la heredera. Esperamos su presencia y la de su familia en nuestra celebración, al igual que la de muchos otros invitados de su raza.
El evento se llevará a cabo el día //****, dando inicio a las 8:00 p.m., en el castillo de Loarre, Rumania.
Esperamos su asistencia en dicho lugar..."*
Mi agarre sobre la caja se tensa.
Abro las otras dos con rapidez y confirmo que contienen el mismo mensaje, solo que dirigidos a Kate y Sora. ¿Por qué ellos también han recibido esto?
-¿Qué es eso, papá?-pregunta Fabricio, acercándose a mí con el ceño fruncido.
Le extiendo la caja y lo observo mientras la lee. Su expresión se endurece cada vez más a medida que avanza en el mensaje.
-¿Crees que sea verdad?-me pregunta sin apartar la mirada del papel.
-Dice que más de nuestra raza han sido invitados... Solo me queda confirmarlo-respondo con seriedad, todavía analizando la situación.
Le entrego la caja con el nombre de Sora.
-Dásela a ella y a Arhis. Será decisión de ellos si asisten con nosotros.
-Si en dado caso esto es real...-murmura Fabricio con voz neutra.
Asiento, pero no digo nada más. Mi mente está trabajando a toda velocidad.
-Voy a confirmarlo.
Me alejo del jardín con pasos firmes y rápidos, dirigiéndome directamente a mi despacho.
"¿Por qué el rey vampiro nos invitaría a algo así?" pienso mientras camino. ¿Qué juego están planeando?
Al llegar, cierro la puerta tras de mí y tomo mi teléfono de inmediato. Esto no me gusta.
Empiezo a hacer llamadas a las manadas con las que tengo contacto. Necesito saber si ellas también han recibido estas invitaciones... o si todo esto es una trampa.
****
Fabricio Meléndez Moon
Las palabras en la invitación me resultan irreales, como si fuesen parte de algún mal chiste. Releo la carta por cuarta vez, esperando encontrar un error, algo que me indique que esto no es lo que parece.
-¿Qué es?-insiste Kate, acercándose con impaciencia. Su voz denota un toque de frustración, como si no soportara más la espera-. ¡Ya dime!
Sin responder, le extiendo la caja con su nombre, prácticamente lanzándosela cuando está lo suficientemente cerca. Kate la atrapa en el aire y la mira con escepticismo antes de abrirla con cuidado.
-Por medio de la presente, el actual rey vampiro invita a la señorita Kate ***** de "Claro de Luna" y a su familia a la presentación de la nueva reina del clan vampírico...-comienza a leer en voz alta, permitiendo que todos los presentes escuchen con atención.
El silencio se adueña del jardín mientras sus ojos recorren las líneas con rapidez. Frunce el ceño, pero sigue leyendo.
-Será un baile de máscaras, y los asistentes se despojarán de ellas luego de la coronación de la nueva reina...-suspira con irritación, como si el formalismo de la carta le molestara-. Esperamos su presencia y la de su familia en nuestra celebración, al igual que la de muchos otros invitados de su raza...
Hace una pausa. Algo en el texto parece haberla sorprendido. Sus ojos se abren un poco más, y al retomar la lectura, su tono es más tenso.
-El evento se llevará a cabo el día //****, dando comienzo a las 8:00 p.m., en el castillo de Loarre, Rumania. Esperamos su presencia en dicho lugar...-su voz pierde fuerza al finalizar, como si las palabras le costaran.
Por un instante, nadie dice nada.
-¡Qué mierda!-exclama finalmente, confundida, sacando el antifaz dorado que estaba dentro de la caja.
-¡Mierda!-repite Lucia con una sonrisa inocente, alzando los brazos con emoción.
Kate se congela y la ve con los ojos abiertos como platos.
-¡Hija, no lo repitas!-dice rápidamente, agachándose para quedar a su altura. Deja la caja en el suelo, sin importarle más la invitación.
-Mierda-insiste la niña, divertida.
Suelto una carcajada sin poder evitarlo.
Marcus me lanza una mirada de advertencia, pero yo finjo no notarlo, desviando la vista mientras intento contener la sonrisa. Lucia, al ver mi reacción, se anima aún más.
Cuando mi mirada se posa en mamá, noto que está sosteniendo otra caja. Su expresión es extraña... sus ojos recorren las palabras una y otra vez, como si intentara descifrar algún mensaje oculto en ellas. Sus labios se mueven levemente, pero no pronuncia palabra.
-¡Mierda!-repite Lucia una vez más, aún con una sonrisa en el rostro.
-Lucia...-la reprende Marcus con voz severa.
-Lo dijo mami-señala la pequeña, apuntando con su diminuto dedo a Kate.
Mi risa aumenta, y Lucia, emocionada, levanta los brazos hacia mí. Sin dudarlo, la cargo y choco los cinco con ella.
-Niña lista-le susurro al oído, provocando su risa.
-Es verdad-la voz de papá interrumpe el momento cuando regresa al jardín. Su tono es serio, pero no suena alarmado.
Todos volteamos a mirarlo.
-¿Asistiremos?-pregunto sin soltar a Lucia.
Papá asiente con firmeza.
-Si no lo hacemos, creerán que estamos irrespetando a su nueva reina-explica mientras se acerca a mamá, quien sigue sosteniendo la caja-. No sabemos quién es, ni qué tipo de poder tiene. Negarnos podría considerarse una ofensa... y si es alguien de cuidado, podría incluso declararnos la guerra.
La palabra "guerra" pesa en el aire.
Mamá, que hasta ahora había estado distante, de repente parece recuperar el foco. Parpadea un par de veces, como si despertara de un trance, y asiente con una pequeña sonrisa.
-Iremos-confirma con un tono más animado de lo que esperaba.
Frunzo el ceño. No entiendo su reacción.
Mamá no suele emocionarse por eventos de esta clase... algo en su expresión me inquieta. Pero decido no darle demasiadas vueltas.
Bajo a Lucia al suelo y tomo la caja con el nombre de Sora.
-Le llevaré su invitación-anuncio, despidiéndome con un gesto.
Con la caja en mano, salgo de la casa.
Todo esto sigue pareciéndome extraño. No puedo evitar la sensación de que hay algo más detrás de esta invitación... algo que aún no logro descifrar.
Pero lo que sí sé con certeza es que esto no será una simple fiesta.
****
Margarita
-¿No es muy grande? -pregunto a Paulina mientras observo el vestido que acaba de llegar. Estamos en su habitación, y el imponente traje negro luce aún más majestuoso sobre el maniquí.
Ella niega con la cabeza, sonriendo con emoción.
-Solo lo usaré cuando me coloquen la corona -explica con naturalidad-. Antes y después de la coronación, tendré otros.
Me mira con expectación antes de preguntar:
-¿Ya tienes el tuyo?
Asiento con una pequeña sonrisa.
-Es menos grande que el tuyo -bromeo, divertida.
Paulina bufa y cruza los brazos, fingiendo indignación.
Su vestido es una obra de arte. La tela negra, de un brillo sutil, está decorada con diminutos destellos plateados que se distribuyen como si cada hilo capturara la luz de la luna. Pequeños cristales bordados a mano adornan el corpiño, añadiendo un resplandor casi hipnótico a cada movimiento. El escote, en forma de corazón, es pronunciado pero elegante, resaltando su porte sin caer en lo vulgar. Sin embargo, lo que más destaca es la capa que cae desde sus hombros hasta el suelo, una extensión de tela negra que parece haberse tejido con la mismísima noche. Entre sus pliegues se pueden ver bordadas constelaciones y estrellas, creando la ilusión de que Paulina llevará el cielo nocturno consigo cuando camine hacia su coronación.
-¿Y el de mi tío? -pregunta, sacándome de mi asombro mientras acaricia con delicadeza la tela del vestido.
-Sí, ya lo tiene -respondo con cierto entusiasmo.
En ese momento, la puerta se abre lentamente.
-¿Se puede? -pregunta Oliver, asomándose al umbral.
-Sí -contesta Paulina sin apartar la vista de su vestido.
Oliver entra y deja escapar un silbido de asombro.
-Wow... tan extravagante como tu madre -comenta con una sonrisa, recorriendo con la vista cada detalle del vestido.
Paulina suelta una risa ligera.
-Vine a avisarte que todas las invitaciones para los licántropos han sido entregadas -anuncia con tono formal.
-¡Sí! -chilla Paulina con entusiasmo, como una niña emocionada.
-Dos días más y serás reina -dice Oliver, mirándola con orgullo.
Ella finalmente le devuelve la mirada y asiente con una sonrisa. Yo, por mi parte, lo observo de reojo, sintiendo cómo un leve sonrojo se instala en mis mejillas.
Un mes y seré tu esposa -pienso, incapaz de contener una sonrisa.
-Espero que tengas todo listo, tío... -dice Paulina, cruzándose de brazos-. Margarita y yo nos hemos esforzado mucho en la preparación de todo para que salga bien. Lo mínimo que puedes hacer es verte guapo.
Oliver suelta una carcajada.
-Yo siempre ando guapo.
Paulina y yo reímos ante su desbordante confianza.
-Entonces tendrás que verte más guapo -insiste ella, acercándose para dejarle un beso en la mejilla-. Iré a revisar el salón de fiestas, quiero asegurarme de que todo esté en orden.
Dicho esto, se aleja con paso ligero y sale del cuarto.
Oliver la sigue con la mirada y, en un tono burlón, comenta:
-Tenía que ser hija de su madre.
Ruedo los ojos y río también.
-Es una Doin, ¿qué esperabas? -digo con diversión mientras me acerco a él y lo rodeo con los brazos por la cintura.
Él sonríe y deposita un beso en mi frente antes de envolverme en un abrazo cálido.
-No esperaba menos -responde, mirándome a los ojos con intensidad.
*****
Paulina Moon
Estoy emocionada, y no es precisamente porque seré reina. No tengo la más remota idea de por qué siento este torbellino en el pecho, pero lo único que sé con certeza es que lo estoy.
Mi vestido de coronación es una obra de arte, digno de la realeza. La tela negra reluce con destellos sutiles en cada pliegue, como si cada hilo estuviera tejido con fragmentos de estrellas. Pequeños cristales bordados a mano adornan cada espacio, atrapando la luz y devolviéndola en un brillo discreto pero hipnotizante. El escote en forma de corazón es pronunciado, aunque sin perder la elegancia, realzando mi porte sin caer en la exageración. Pero lo que realmente da el toque final es la capa. Larga y majestuosa, se desliza desde mis hombros hasta el suelo, un velo de oscuridad salpicado de diminutas constelaciones de cristal. Es como si llevara la noche misma cubriéndome, un reflejo del cielo estrellado que siempre he amado.
Y la máscara...
La máscara es perfecta. Negra como la medianoche, elaborada con finas telas y encaje, con pequeños cristales incrustados que titilan con cada movimiento. Sus bordes están decorados con un delicado tejido de cuentas y perlas oscuras, que le dan un aire de misterio y sofisticación. En un costado, un conjunto de plumas negras se abre en abanico, algunas decoradas con perlas brillantes, como gotas de luz atrapadas en la penumbra. Entre ellas, una gran flor de tela resalta, aportando un aire de feminidad y distinción. Un velo de malla cae con sutileza sobre la parte inferior de mi rostro, apenas perceptible, pero suficiente para añadir un toque de enigma. Con ella puesta, mi identidad permanecerá oculta hasta que decida revelarla.
Todo está casi listo...
Excepto por Star.
No me habla. No ha dicho ni una palabra desde que se enteró de mi decisión. Y lo entiendo. Ella sabe que, en el momento en que coloquen la corona en mi cabeza, estaré renunciando a cualquier idea de regresar a lo que alguna vez llamé hogar.
La comprendo. Si yo pudiera recordar todo lo que ella recuerda, si los papeles estuvieran invertidos, probablemente haría lo mismo que ella: trataría de impedir que mi mejor amiga olvidara quién era.
Pero no recuerdo nada.
Y nadie puede decidir por mi vida más que yo misma.
Mi decisión está tomada desde el momento en que desperté aquel día sin memoria, sin pasado, sin identidad. En ese instante, supe que ya no era la persona que solía ser.
Ahora soy Paulina Moon Doin.
Y me gusta.
Aunque, lamentablemente "Moon" no tiene algún significado para mí.