Capítulo 6 Capitulo •5•

Oliver

Los invitados comienzan a llegar poco a poco. Vampiros y licántropos, especies que han estado en guerra durante siglos, ahora conviven en el mismo espacio sin que nadie haya muerto... todavía.

Incluso he visto a algunos encontrar a sus mates o tua cantantes, lo cual es sorprendente. Nunca imaginé presenciar un vampiro emparejado con un licántropo, pero supongo que este es un cambio inevitable, ahora que tendremos una reina diferente a cualquier otra.

Un escalofrío recorre mi espalda al recordar un pequeño detalle...

"No quiero morir..." pienso, tratando de no alterar mi expresión. "Si Paulina se entera de que invité a Claro de Luna... estoy muerto."

Sacudo la idea de mi cabeza y sigo sonriendo mientras recibo a los invitados. A mi lado, Margarita, mi tua cantante, mi pareja y futura esposa, se mantiene con elegancia, saludando con cortesía a cada nuevo asistente que nos presenta.

Llevo puesto un traje de gala negro, ajustado a la perfección, resaltando mi complexión alta y esbelta. La tela es suave, con un leve brillo satinado bajo la luz de los candelabros, dándome ese aire aristocrático propio de los vampiros. Margarita dice que contrasta a la perfección con mi piel pálida, aunque en este momento su atención parece más enfocada en escanear la sala en busca de algún problema potencial.

Mi máscara negra, con líneas blancas delicadamente trazadas, combina perfectamente con el vestido de Margarita.

Ella, por su parte, lleva un vestido blanco con detalles plateados, ajustado al torso y con una falda amplia que cae en suaves ondas. El corset tiene finos bordados de hilos plateados que se entrelazan como raíces, y el tul que cubre sus hombros le da un aire etéreo. Su máscara blanca, adornada con detalles en plata y pequeñas piedras incrustadas en el borde, resalta sus ojos oscuros con un brillo misterioso.

Me giro levemente para susurrarle al oído con una sonrisa fingida.

-Si Paulina me mata, espero al menos que vengas a mi funeral.

Ella me lanza una mirada de advertencia antes de reír con suavidad.

-No te preocupes, amor. Si te matan, yo misma reviviré a Paulina para que lo haga de nuevo.

Trago saliva. Esto va a ser una noche interesante.

*****

Paulina

He saludado a varios invitados, presentándome como la futura reina del clan vampírico, aunque evitando revelar mi nombre.

Algunos vampiros mostraron su incomodidad por la presencia de licántropos en el evento. Con una sonrisa educada pero firme, les advertí que si no estaban dispuestos a respetar mis decisiones, podían marcharse por donde vinieron. No volvieron a hacer comentarios al respecto.

Mi tío está conversando con Margarita, y la pobre está completamente roja. El rojo resalta aún más en su rostro, ya que su máscara es completamente blanca, dejando en evidencia su vergüenza.

No puedo evitar soltar una pequeña risa.

"¿Qué demonios le estará diciendo mi tío para ponerla así?"

-Mío -gruñe mi vampira en mi mente-. Reclámalo de una vez...

-No -respondo con firmeza-. Te dije que no lo harás. Y menos hoy. No es justo para Star y mucho menos para mí. Entiéndelo de una vez.

-¡Jódete! -gruñe y cierra el vínculo mental.

Suspiro, sintiendo el peso de la noche sobre mis hombros.

Pero entonces, como un balde de agua fría, un aroma delicioso invade mis sentidos. Miel y menta.

Mi cuerpo se tensa de inmediato. Esa melodía que escuché al inicio del evento vuelve a sonar en mi mente con fuerza.

Llevo una mano a mi cadena, apretándola con fuerza en busca de algo, cualquier cosa, que me ayude a mantenerme en pie. Una oleada de calor y excitación me recorre el cuerpo, dejándome sin aliento.

-Mate... mate... -susurra Star, agitándose en mi mente.

"Es un aroma delicioso... pero..." Frunzo el ceño mientras un pensamiento me golpea como un rayo.

"Mi mate es de Claro de Luna... ¿Qué hace aquí Claro de Luna?"

Mis ojos buscan de inmediato a mi tío, y cuando lo encuentro, se tensa al recibir mi mirada asesina.

"Hijo de..."

Respiro hondo, intentando calmarme.

"Perfecto. Mi mate y mi tua cantante en el mismo lugar... y en mi coronación."

"Maldición."

Tres horas después...

El baile ha seguido su curso, y aunque he hablado con muchos invitados, he logrado evitar a toda costa encontrarme cara a cara con ellos dos.

Mis espíritus internos rasgan todas mis barreras mentales con desesperación, pero me niego a ceder. No hoy.

-Ya es hora -me susurra Margarita.

Asiento y, con velocidad vampírica, me dirijo a mi habitación.

Pero en el trayecto, pasa junto a mí... mi tua cantante.

El impacto es inmediato. La melodía en mi cabeza explota con una intensidad embriagadora. Es un sonido hermoso, excitante y, al mismo tiempo, me llena de una energía indescriptible, como si mi cuerpo fuera una batería que acaba de recibir una descarga de un rayo.

Mi corazón se acelera.

"Dioses, esto es un problema."

Entro a mi habitación y cierro la puerta con fuerza.

Respiro hondo y empiezo a cambiarme de ropa.

Me pongo un vestido negro de escote corazón, con una falda pomposa y extravagante adornada con perlas negras y blancas. La capa que cae sobre mis hombros es inmensa, arrastrándose por el suelo con elegancia, y el cuello redondo realza la blancura casi translúcida de mi piel.

Mis guantes son pequeños pero llamativos: una rosa negra adorna el centro de la mano, de donde cuelgan finas cadenas de oro que se conectan con un anillo con una perla en forma de espejo antiguo.

Como no puedo usar la capa y mi cadena al mismo tiempo, la guardo entre mi escote, asegurándome de tenerla siempre cerca.

Me coloco la misma máscara de antes, dejando mi rostro cubierto pero mi cabeza descubierta, para que no haya inconvenientes cuando me coloquen la corona de mamá.

Tocan la puerta.

-Pasa.

Margarita entra con una leve sonrisa.

-¿Lista? Oliver ya te está presentando.

Asiento.

-Vamos.

Salimos de la habitación y nos dirigimos a la tarima donde me coronarán.

"Que nadie me reconozca, por favor."

Es una súplica desesperada. Cualquier otro día podría pasar algo malo, pero no hoy.

Llegamos a la tarima. Subo con Margarita, quien se posiciona al lado de mi tío.

-La nueva reina del clan vampírico.

Su voz resuena en todo el salón, y de inmediato todas las miradas se posan en mí.

Hago una diminuta reverencia, oculta por el volumen de mi vestido.

-¿Por qué no nos ha reclamado? -se queja mi vampira con un tono herido-. ¿No nos quiere?

-¿Qué está pasando? -mi loba se une a la queja-. ¿Y Fabricio?

Cierro el vínculo mental con fuerza. No quiero escucharlas ahora.

Mi tío sigue hablando, pero no escucho nada.

Margarita se acerca a él, sosteniendo en sus manos la caja de cristal donde está guardada la corona de mamá.

La corona que heredaré.

*****

Juan

Es una chica muy linda, pero mi pregunta persiste...

¿Qué hacemos aquí los licántropos?

Oliver, al que tengo ganas de matar en este momento, está diciendo algunas cosas sobre la nueva reina y que, en cierto modo, es especial e importante para él, que hará un gran cambio y todo será para mejor.

Dice no sé qué más, y la chica de vestido blanco se acerca a ellos con una corona dorada y perlas azules.

"Se parece mucho a... ¡La corona de Esmeralda!" Me tenso por completo. Erika me ve con el ceño fruncido, pero yo la ignoro olímpicamente, fijado en cada detalle de lo que pasa en esa tarima, completamente ansioso.

Oliver dice otras cosas y saca la corona de la caja de cristal. La chica se agacha ante Oliver y este coloca la corona en su cabeza.

-La nueva reina del clan vampírico -repite este.

La chica se reincorpora sonriendo ampliamente.

"Esa sonrisa", pienso, sintiendo mi pecho contraerse.

Se escuchan aplausos y chiflidos que hacen eco en el salón, de parte de los presentes, tanto vampiros como licántropos.

-Ahora, el momento esperado -dice la ahora reina. Se nota nerviosa.

"Esa voz". Me separo bruscamente de Erika, tratando de acercarme más a la tarima. Parece que a Fabricio y Kate les pareció escuchar lo mismo que yo, pues están en la misma posición que tomé hace unos instantes.

-El despojo de las máscaras -dice aún más nerviosa.

La chica del vestido blanco suelta el nudo de su máscara y la reina la mantiene en su lugar con sus manos, mientras la chica de vestido blanco y todos los demás, excepto nosotros tres, hacen lo mismo.

"Esa chica... Su pelo largo, rubio y casi blanco, sus ojos azules con iris rojos y su piel que parece transparente... No puede ser..." Pienso, viéndola fijamente.

-5, 4, 3, 2, 1... -cuenta cada vez más nerviosa, como si fuera el conteo regresivo de Año Nuevo, donde lo único que hay es incertidumbre hacia lo que será el siguiente año-. ¡Fuera máscaras! -dice.

Me quedo completamente paralizado al verla.

*****

Kate

Es una chica hermosa, no lo voy a negar. Cabello amarillo casi blanco y esos ojos azul eléctrico con tonos rojos alrededor, totalmente hipnotizantes.

El hombre de traje negro la está presentando y la nombra reina de una vez, luego de algunas palabras más.

Cuando la chica, ahora reina, se reincorpora, tiene una sonrisa.

"Creo que estoy alucinando", pienso al ver la misma sonrisa de Paulina en los labios rojos de esa chica.

Suelto la manito de Lucía y llevo mis manos a mi cabeza para hacer el intento de masajearla, en un intento de recuperar mis sentidos.

-Ahora, el momento esperado -dice ella, nerviosa.

"Esa..." Quito mis manos de mi cabeza y me acerco lo más que puedo a la dichosa tarima. "No estoy alucinando", digo al ver al señor Juan y a Fabricio hacer lo mismo que yo. "Pero... No puede ser", sigo sumida en mis pensamientos.

-El despojo de las máscaras -vuelve a hablar la reina. Está demasiado nerviosa, recordándome aún más a mi Pau.

La chica que estaba con el rey anterior se acerca a la reina y le suelta el nudo de su máscara. La mantiene en su cara mientras la chica de pelo blanco y el resto hacen lo mismo.

-5, 4, 3, 2, 1... -dice cada vez más nerviosa-. ¡Fuera máscaras! -dice y aparta su máscara de su cara.

Quedo en completo estado de shock, mientras mis ojos se cristalizan un poco.

Lágrimas traicioneras salen de mis ojos mientras la veo ahí, sonriente como nunca antes.

*****

Fabricio

"Me quiero ir", me quejo mientras el actual rey presenta a la nueva reina.

Es mi otra mate, lo siento en su aroma. De ella proviene el aroma de mi segunda mate; ese mismo aroma que me llegó con esa corriente de aire hace unos momentos.

Cabello lindo y largo, ojos hipnotizantes. Pero no es mi Paulina.

El rey dice algunas cosas, una chica de pelo blanco se acerca con una corona y no sé qué más pasa. Estoy tan metido en mis pensamientos que no presto atención a nada más que a la copa que tengo en la mano.

-La nueva reina del clan vampírico -habla el hombre.

Ni la volteo a ver. Seguro me hace algo si miro sus ojos, me embruja o algo así. Suspiro pesado.

Todos aplauden y chiflan a la reina, y yo solo quiero desaparecer de ese lugar. Tanto cuerpo frío cerca me estremece por completo.

-Ahora, el momento esperado -dice la reina.

Subo mi mirada a ella como si de un resorte se tratara.

"Mate, mate, mate", dice mi lobo alegre, revolcándose como nunca antes en mi mente. "Mía, mía, mía, mate", repite una y otra vez.

"No puede ser", pienso. Me acerco lo más que puedo a esa tarima y veo a Kate y papá hacer lo mismo que yo. "¿Si es?", pienso.

Los dos tienen la mirada perdida en ella y yo la miro fijamente, mientras escucho a Matt repitiendo lo que claramente ya sé, pero es imposible.

La de cabello blanco se acerca a ella para soltar el nudo de su máscara y la sostiene con sus manos. Los otros hacen lo mismo que ella.

-El despojo de las máscaras -continúa. Está muy nerviosa.

Mi corazón da un vuelco y se acelera notablemente.

"Es su voz, su melodiosa voz... La que tanto anhelé estos dos años", pienso, sintiéndome a punto de llorar.

Luego de un par de palabras más, aparta su máscara de su rostro.

Su blanca piel casi transparente, esos ojos azul eléctrico que me vuelven loco, pero ahora acompañados de un rojo sangre, sus labios rojos por el maquillaje, su cabello largo hasta la mitad de su espalda, amarillo casi blanco, decorado con esa corona de perlas azules que hacen resaltar más el azul de sus ojos, su cuerpo decorado con ese enorme y extravagante vestido color negro, su cuello cubierto por la tela de esa capa que es igual o más enorme, su escote en forma de corazón que deja a la vista sus pechos.

En medio de mi escaneo a ella, lleva sus manos a su escote, metiendo sus blancas manos, que lucen unos extraños pero bellos guantes, en este. Saca una prenda de su escote, suelta su capa y se coloca la cadena que le obsequié esa noche.

Mis ojos arden de contener lágrimas. Me deshago rápido de la estúpida máscara y salgo de mi estado de shock para acercarme a ella de una maldita vez, después de tanto tiempo.

-¡Paulina! -grito, sacando del trance a Kate y papá.

Me acerco a Paulina con las mejillas ya mojadas por las lágrimas y la abrazo fuerte, sin ninguna intención de volver a soltarla.

*****

Paulina

Ya no tengo la máscara puesta. Nadie la tiene, excepto tres personas que me miran como si acabaran de ver un fantasma. Sus miradas están cargadas de una mezcla de sorpresa, incredulidad y algo más que no logro descifrar del todo... pero que me inquieta.

Ignorando todo a mi alrededor, llevo mis manos a mi escote y saco la cadena de luna y estrella. La cadena que, por alguna razón, siempre ha sido mi amuleto. Suelto la capa de mi cuello y me la pongo con un gesto automático, como si hacerlo reafirmara que sigo siendo yo, a pesar de todo.

Sonrío ampliamente.

"Soy reina. Todo ha salido bien. No he tenido reclamo de mi mate ni de mi tua cantante. Nadie me ha reconocido. Todo está perfecto", pienso, tratando de convencerme de que no hay nada de qué preocuparme.

Pero entonces, el chico de máscara plateada se la quita de un movimiento rápido. Y en cuanto sus ojos celestes se fijan en los míos, siento cómo el aire se me escapa de los pulmones.

Están cristalizados, a punto de derramar cientos de lágrimas.

Mi cuerpo se tensa. No. No puede ser.

Caigo en la cuenta de quiénes son esas tres personas.

"Los de Claro de Luna", pienso, sintiendo cómo un nudo se forma en mi estómago.

Escucho el sonido de la máscara golpeando el suelo cuando se le resbala de los dedos.

-¡Paulina! -exclama con una emoción que me sacude hasta los huesos.

Las otras dos personas reaccionan de golpe, como si hubieran estado paralizadas y sus músculos volvieran a la vida. Pero antes de que pueda siquiera pensar en moverme, el chico de ojos celestes se lanza hacia mí.

El impacto de su abrazo me toma por sorpresa. Sujeta mi cuerpo con desesperación, como si temiera que desapareciera en cualquier momento. Su calor me envuelve, su respiración es entrecortada y su cuerpo tiembla levemente.

Y entonces, sin poder evitarlo, mis brazos también lo rodean.

Un escalofrío me recorre la espalda. Algo en él... en su aroma...

Miel y menta.

Mi corazón se detiene un instante.

-Mate -festeja Star, su voz llena de emoción y un gruñido vibrante de felicidad.

Mi mente se nubla. No puede ser.

-Tua cantante -celebra Sitney, confirmando lo que ya sé pero que me niego a aceptar.

"Mierda", maldigo mentalmente, sintiendo que mi pecho se contrae con una sensación que no sé si es miedo, angustia o algo peor. "Y más mierda".

Me aferro más a su chaqueta, sintiendo su olor más fuerte, más profundo, más mío de lo que me gustaría admitir. Algo dentro de mí se rompe, algo que había mantenido sellado por tanto tiempo. Y antes de darme cuenta, lágrimas silenciosas empiezan a resbalar por mis mejillas.

¿Por qué estoy llorando? No lo sé. No debería sentir esto. No debería...

"No lo conozco...", intento convencerme.

Pero mi cuerpo y mi alma saben la verdad.

Me odio por ello.

-Maldito vestido -susurro en un intento de distraerme, odiándolo por ser un estorbo entre nosotros, por no dejarme sentir más su calor.

-Paulina -dice una voz femenina, y apenas levanto la mirada, una pelirroja se abalanza sobre mí en un abrazo.

Detrás de ella, veo a mi tío abrazando a Margarita con una sonrisa ladeada.

Mi confusión es tal que mi primer instinto es fulminarlo con la mirada. ¿Qué demonios está haciendo aquí?

Él se esconde detrás de Margarita como un niño atrapado en una travesura.

Margarita ríe suavemente, y aunque no tengo idea de quién es la pelirroja, mi cuerpo reacciona por inercia y le devuelvo el abrazo.

Pero todo esto...

Todo esto está mal.

Solo quiero bajar de esta maldita tarima y enfrentar lo que tanto había querido evitar. Contarles todo.

De pronto, un hombre de traje azul y negro se acerca a mí.

Su rostro está empapado en lágrimas, su expresión es la de alguien que ha esperado este momento por años.

Cuando su voz rompe el silencio, el suelo parece desaparecer bajo mis pies.

-Hija... -susurra con la voz rota-. Mi niña...

Mi corazón da un vuelco.

Y cuando me envuelve en su abrazo, siento que todo el mundo se detiene.

"No puede ser..."

            
            

COPYRIGHT(©) 2022