Capítulo 5 Capitulo •4•

Kate

Marcus y yo aceptamos acompañar a Fabricio a esa fiesta, aunque, para ser honesta, no estoy completamente segura de que sea una buena idea. Sin embargo, decidimos ir, y por supuesto, llevaremos a Lucía con nosotros. No puedo estar demasiado tiempo lejos de mi niña, y aunque la idea de asistir a un evento de esta magnitud con ella podría parecer una locura, sé que Marcus no se sentiría tranquilo dejándola atrás, y yo mucho menos.

Ahora estamos en medio de una búsqueda frenética, tratando de encontrar los trajes perfectos para esa noche. No es solo cuestión de elegancia, sino de encajar con el ambiente y proyectar la imagen adecuada. Debemos hallar algo que no solo nos haga ver impecables, sino que también nos permita movernos con facilidad, porque en este tipo de eventos, nunca se sabe qué puede ocurrir.

El tiempo apremia. Tenemos que decidir hoy mismo, ya que por la tarde tomaremos rumbo hacia Rumania. Viajaremos en el jet privado de la manada, reservado para este tipo de eventos, asegurándonos de llegar a tiempo y evitar cualquier malentendido.

No sé qué esperar de esta noche, pero una cosa es segura: una vez que estemos allí, no habrá vuelta atrás.

****

*****

Juan

-¿Seguro usarás eso? -pregunto a Fabricio mientras lo observo frente al espejo. Estamos en una de las tiendas de la manada, buscando los trajes para la dichosa coronación de la vampira.

-Sí -se encoge de hombros, mirándome a través del cristal-. No quiero impresionar a nadie, y voy porque no tengo de otra... -baja del pequeño escaparate y camina de vuelta al vestidor-. Voy a cambiarme.

Sin más, desaparece tras la puerta, dejando su traje sobre su antebrazo.

-Juan -me llama Erika desde uno de los vestidores.

-¿Sí, amor? -volteo la mirada hacia la cortina del vestidor donde se encuentra.

En cuanto sale, mis ojos recorren su figura. Viste un elegante vestido de dos tonos: azul en la parte inferior y negro en la parte superior. La tela tiene un brillo sutil, casi como si hubiera sido rociada con escarcha, y la falda cae hasta el suelo con una caída fluida. Erika sonríe con emoción, la única de nosotros que parece estar disfrutando esto.

"¿Por qué no me causa nada verla así?" La voz de mi lobo resuena en mi cabeza con frustración. "Se supone que debería encenderme con solo verla... como antes. Pero no siento nada."

Apretando la mandíbula, me obligo a sonreír.

-Te ves muy bella, amor -le digo, inclinándome para besar sus labios cuando me acerco a ella.

Erika sonríe más, su mirada color miel brilla con un matiz que decido ignorar, como lo he venido haciendo desde hace mucho.

-Gracias -dice con dulzura-. Voy a cambiarme para ir a caja y pagarlo.

Asiento sin decir nada más, y la observo desaparecer de nuevo tras la cortina.

-Ya estoy listo, papá.

La voz de Fabricio me saca de mis pensamientos. Cuando volteo, lo veo salir del vestidor con el traje gris en las manos.

-Busquemos el tuyo ahora -dice con tono neutral.

-Que sea azul -respondo sin emoción, recordando el color del vestido de Erika-. Es el color del vestido de Erika.

Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón negro y él asiente con indiferencia antes de caminar conmigo en busca del traje que usaré esa noche.

(...)

-Este entonces -le digo a Fabricio mientras me observo en el espejo.

El traje azul que elegí resalta mis facciones, y la corbata negra mantiene la armonía con los tonos del vestido de Erika. No es que me importe demasiado, pero al menos evito comentarios innecesarios.

-Te queda muy bien, papá -dice Fabricio desde el sofá, con los brazos cruzados, mirándome a través del reflejo.

-Voy a cambiarme -murmuro, bajando del pequeño pedestal y caminando de regreso al vestidor.

*****

Marcus

-¿En serio? -le pregunto con incredulidad-. Es el decimoquinto vestido...

Suspiro, observándola mientras examina cada detalle del atuendo que le prueba a Lucía.

-Solo es una niña y solo lo usará una noche -intento razonar con ella, pero apenas me presta atención.

-No importa... -dice, restándole importancia con un leve encogimiento de hombros-. Es una princesa y tiene que resaltar más que la mismísima reina de los vampiros.

Termina de acomodarle el vestido a Lucía, quien se ríe al sentir las telas rozando su piel.

-Este me gusta mucho, mami -dice mi pequeña, mirándose en el espejo con un brillo especial en los ojos.

-Este será -afirma con una sonrisa-. Ve a cambiarte y dáselo a tu papá.

Lucía asiente con entusiasmo, y mi compañera le besa la mejilla antes de alejarse en busca de su propio vestido y mi traje.

-Intensa... -susurro negando con la cabeza.

Lucía se ríe y baja del escaparate para acercarse a mí.

-Pero así amas a mami -dice con una mezcla de inocencia y picardía en su voz.

Pongo los ojos en blanco.

-Tengo que dejarte de llevar con Fabricio -le digo con un suspiro exagerado.

Ella ríe más y me abraza. Le correspondo, tomándola en brazos y alzándola.

-Hagamos lo que mami dice, que luego se enoja y me tira el zapato -le susurro en tono conspirador.

Lucía suelta una carcajada mientras la acomodo mejor en mis brazos.

Minutos después, salimos de la tienda con varias bolsas en mano.

-Listo -dice ella con satisfacción, sujetando su parte de las compras-. Nos veremos más que hermosas...

-¡Sí! -chilla Lucía, estirando los brazos hacia su madre para chocar los cinco.

Sonrío ante la escena.

-Vamos con el alfa -le comento mientras nos encaminamos hacia el auto-. Fabricio dice que solo nos están esperando a nosotros para irnos.

Ella me mira y asiente.

-Vamos -responde, apurando el paso con las bolsas en las manos.

****

Paulina

-Todo está listo para mañana -le digo a mi tío mientras lo abrazo con entusiasmo.

-Sí, todo listo -responde él, rodeándome la cintura con sus brazos mientras prácticamente cuelgo de su cuello.

-Sí -repito feliz-. No tengo sueño.

Le miro con la mejor cara de cachorro que puedo poner.

-¿Vemos películas? -pregunta con una sonrisa, mirándome con complicidad.

Asiento rápidamente.

-Voy a hacer palomitas -digo, separándome de él para ir a la cocina.

Nos tiramos toda la saga de Harry Potter. Ahora son las diez de la mañana, y mientras mi tío duerme en el sofá, yo comienzo a ultimar detalles para esta noche con la misma emoción con la que empecé.

*****

Fabricio

El viaje ha sido largo, pero finalmente llegamos al lugar donde nos quedaremos esta noche. Mientras descargamos el equipaje y nos instalamos, solo pienso en descansar unas horas antes de la "tan esperada" noche.

Para cuando despierto, ya son las seis de la tarde. Dormí desde el mediodía, y aunque descansé bien, no puedo evitar la molestia de estar aquí.

Me visto sin prisa, sabiendo que Kate tiene que arreglarme la máscara antes de salir. Cuanto antes termine esto, antes podré volver a casa y seguir con la búsqueda de mi Paulina.

-Me parece estúpido esto -gruñe mi lobo, Matt.

-Lo sé -respondo con un suspiro-, pero tenemos que estar aquí. Papá nos lo explicó.

Cierro el enlace mental y termino de ajustarme el traje. Es un elegante conjunto gris de corte entallado, con solapas en satén negro y una camisa blanca impecable debajo. La corbata es negra, contrastando sutilmente con el traje.

En mis manos sostengo la máscara que Kate debe colocarme. Es del mismo tono gris que el traje, con detalles circulares en relieve que reflejan la luz de manera sutil. Tiene un acabado mate con toques plateados en los bordes, resaltando su diseño sofisticado.

Papá entra en la habitación vestido con el traje que escogió en la tienda: un conjunto azul medianoche con solapas negras y camisa del mismo color. En su mano lleva una máscara azul oscuro con líneas plateadas que recorren los bordes y los pómulos en un patrón geométrico elegante.

-¿Ya estás listo? -pregunta al acercarse.

Asiento.

-Sí, solo falta que Kate me ponga esta cosa -le muestro la máscara.

Él ríe.

-Yo también -dice, levantando la suya.

Nos reímos juntos antes de salir a buscarla.

En la sala encontramos a Marcus. Lleva un traje rojo intenso con detalles en blanco, la tela parece de terciopelo bajo la luz, y su máscara es del mismo color, con líneas blancas que recorren su contorno y le dan un aire imponente.

De repente, Lucía entra corriendo a la sala con una risa traviesa, y detrás de ella viene Kate, con evidente frustración en el rostro.

Lucía lleva un vestido rojo carmesí, con un delicado cinturón de perlas plateadas en su cintura. La falda tiene una caída fluida y elegante, con una cola trasera que apenas roza el suelo, dándole un aire de realeza. En sus manos sostiene una máscara roja adornada con plumas en el entrecejo y pequeñas incrustaciones plateadas.

Kate, por otro lado, lleva un vestido rojo pasión, sin mangas y con un escote corazón. En su cintura luce un fajón que resalta su figura, y la falda larga de tela chiffon tiene una abertura lateral que deja entrever una minifalda debajo, permitiendo ver el tono de su piel a través de la tela traslúcida. Su máscara es un espectáculo en sí misma: de color rojo con detalles en dorado y destellos oscuros que cambian entre negro y azul según la luz. Su diseño parece imitar llamas en movimiento, dándole un aire feroz y majestuoso.

En su mano sostiene otra máscara roja, más pequeña y con plumas sutiles en el entrecejo. Es obvio que es la de Lucía.

-Lucía, déjate poner la máscara -dice Kate, logrando atraparla por la cintura después de correr tras ella por toda la habitación.

-Está bien -dice Lucía entre risas, finalmente dejándose acomodar la máscara en su rostro.

-Lista -anuncia Kate después de asegurarse de que la máscara está bien puesta.

-Amor, ¿me ayudas? -pide Marcus, acercándose a ella.

Kate asiente y le coloca la máscara con cuidado.

-A mí también, por favor -dice mi padre, elevando su máscara.

-Igual yo -añado, imitándolo.

Kate suelta una risa y asiente, ayudándonos a colocarlas con precisión.

Justo en ese momento, mamá entra en la sala.

Lleva un vestido negro elegante, de tela satinada que se ajusta perfectamente a su figura. A medida que la falda cae al suelo, los tonos oscuros comienzan a degradarse en matices de azul profundo, como si la tela fuera un océano nocturno. Al final de la cola, un sutil efecto de brillo hace que parezca agua en movimiento.

Su máscara dorada brilla bajo la luz, con un diseño de filigranas y pequeños detalles de diamantina cayendo sutilmente como si fueran gotas de luz.

-Estás hermosa, amor -dice mi papá al verla.

Ella sonríe y le agradece con dulzura.

-Ya estamos todos listos. Vamos de camino al castillo -anuncia Marcus.

Todos asentimos y nos dirigimos al auto.

Mientras nos acomodamos, un pensamiento me atraviesa la mente.

~¿ Por qué me suena tanto ese nombre ?~

Miro por la ventanilla mientras nos ponemos en marcha hacia el castillo de Loarre.

*****

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*****

Paulina

-Ya estoy lista -anuncia Margarita al entrar al salón donde me encuentro.

Lleva puesto un vestido blanco con destellos dorados, de corte princesa, sin mangas y con una falda amplia que cae con una suavidad etérea. La tela de seda tiene un ligero brillo, como si cada pliegue capturara la luz de la habitación. Lleva una máscara blanca adornada con plumas largas, dispuestas en forma de abanico, con pequeños cristales dorados incrustados en la parte superior. Su cabello está recogido en una serie de trenzas finas que se entrelazan elegantemente hasta la nuca, dejando espacio para que su tiara repose con delicadeza sobre su cabeza.

-Y dices que yo exageré -me burlo con una sonrisa-. Estás de infarto... si mi tío tuviera corazón, se lo detienes en este instante.

Le guiño un ojo antes de acercarme a ella.

-Gracias -dice con un leve sonrojo en sus mejillas-. Pero terminemos de arreglarte a ti ahora.

Asiento, mientras ella observa mi atuendo con cierto recelo.

-¿En serio te cambiarás el vestido? -pregunta con incredulidad.

-Ya te lo dije que sí -respondo con determinación.

Actualmente, llevo puesto un vestido negro con escote fino, ajustado al torso, con mangas largas y caídas de tela de chiffon negro que llegan hasta la mitad de mis manos. La falda corta, con un diseño asimétrico y delicados pliegues superpuestos, tiene pequeños brillos sutiles que destellan con cada movimiento. En mis pies, unos tacones de quince centímetros en color negro con punta dorada adornada con una enredadera dorada que se extiende hasta el tacón, dándole un aire de sofisticación y misterio.

Mi máscara es completamente negra, con un diseño de encaje floral que cubre mi rostro, acompañado de pequeñas perlas que caen en los bordes, formando una especie de velo sutil. Llevo al cuello la cadena que conservo desde aquel día, una que jamás he querido quitarme.

-Gracias -le digo a Margarita cuando termina de acomodar mi máscara-. Vamos, no tardan en llegar los invitados.

Salimos del salón y nos dirigimos al gran salón principal, donde se encuentra la tarima en la que mi tío me entregará la corona y me nombrará reina.

Un escalofrío recorre mi espalda. Estoy nerviosa. De un momento a otro, una melodía exquisita y familiar se cuela en mi mente, envolviéndome en una sensación que no debería estar sintiendo en este momento.

-No... -murmuro en voz baja, para mí misma.

Mi pecho se oprime con un sentimiento inexplicable. No puedo hacerle esto a Star. No puedo hacérmelo a mí misma.

Margarita me mira de reojo, notando mi incomodidad, pero no hace preguntas. Simplemente sigue caminando a mi lado.

*****

Fabricio

Llegamos al castillo. La estructura se alza imponente ante nosotros, con su piedra antigua bañada por la tenue luz de la luna. Al cruzar las puertas principales, un aroma dulce y embriagador inunda mis sentidos.

Frambuesa y coco seco.

El perfume es embriagador, tan penetrante que siento cómo mi lobo, Matt, se inquieta dentro de mí. Pero no es el aroma de Paulina.

No me importa.

Si esa persona llega a reclamarme como suyo, la rechazaré sin dudarlo. No quiero a nadie más que no sea Paulina.

Yo solo le pertenezco a Paulina. Siempre lo seré.

Aunque, tal vez... jamás vuelva a verla.

            
            

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