/0/10891/coverbig.jpg?v=f964f4e3f6b38ef5eef170da4fdeaa8d)
Paulina
Le lanzaba hechizos sin descanso, tratando de matarlo, debilitarlo o al menos dañarlo lo suficiente para noquearlo. Cada conjuro que conjuraba dejaba un rastro de chispas en el aire, una mezcla de fuego y energía que se disipaba con el viento cortante.
El demonio, cubierto de una piel oscura como el ónix, se movía con una agilidad sobrenat