Hasta que la mafia nos separe
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Capítulo 2 Alianza

Arianna

Todavía me costaba creer lo que estaba a punto de hacer.

Intentaba convencerme de que esto era una locura, que me estaba precipitando. Pero en el fondo sabía que era mi única salida, la única manera de mantenerme a salvo en este mundo que me arrastraba sin piedad.

Aunque el plan de Enzo Belucci me parecía cuestionable, era la opción menos mala.

Por eso, cuando el mismo Enzo apareció, irradiando esa seguridad y atractivo que parecían su marca personal, tuve que recordarme que no debía caer en sus encantos.

No debía olvidar que detrás de su rostro perfecto y su porte intimidante, su plan seguía siendo tan sórdido como desesperado.

-Ari, me alegra que hayas venido -dijo con un tono de voz casi nostálgico, como si realmente hubiera temido que no llegara.

-Intento convencerme de que esto es lo mejor para mí -repliqué, con un nudo en la garganta-. No me des motivos para arrepentirme.

Él esbozó una sonrisa ladeada, una que no alcanzaba a sus ojos , así que evitó mirarme. Sabía que su plan era una locura; podía ver las sombras de sus propias dudas en su mirada. Pero, como si algo dentro de él despertara, su expresión se endureció y una ola de determinación recorrió su cuerpo cuando desvió la vista hacia la entrada.

Ahí estaba él.

El indeseado, el imbécil.

Sebastian Belucci.

-Sebastian -lo saludó Enzo con una frialdad implacable-, me alegra que también estés aquí.

Sebastian se acercó con una expresión distante y perdida. Jamás había visto al más arrogante de los Belucci lucir tan fuera de lugar como en ese momento.

Era curioso, Sebastian había sido mi peor pesadilla en la escuela, mi rival en todo, desde las calificaciones hasta los deportes. Incluso había sido el responsable de arrebatarme la beca universitaria que necesitaba desesperadamente. No había olvidado, ni perdonado lo que me había costado.

-Buenas noches -murmuró con la voz baja y las manos hundidas en los bolsillos, como si esa reunión fuera una condena.

-Estoy aliviado de que ambos vinieran -interrumpió Enzo, sin inmutarse ante la tensión que se espesaba en el aire-. Sé que esta no es la reunión ideal y que ninguno de los dos estaría aquí de no ser por algo tan especial.

Me dejé caer en una pequeña silla junto a la ventana. Las sombras de la noche y el frío que se filtraba por las paredes de esa vieja casa del árbol no eran nada comparados con el peso de lo que estaba por ocurrir.

Sebastian se acomodó en el suelo, con una postura derrotada, mientras Enzo se mantenía de pie implacable, observándonos a ambos.

-Sebastian ha dado el primer paso para sellar este acuerdo -dijo Enzo, serio y directo con sus ojos fijos en mí-. Y quiero que quede claro que lo que se diga aquí, muere aquí.

Pareció más una amenaza.

-Ariana, debes convertirte en la prometida de mi hermano.

La declaración, aunque la esperaba, fue un golpe. Las palabras resonaron en mi cabeza como un eco amenazante.

-Esto es una mierda -masculló Sebastian, su voz cargada de frustración. Al instante, recibió una mirada fulminante de Enzo.

-Lo es -concedió Enzo, su tono helado-. Pero ¿quieres saber qué es aún peor?

Sebastian y Enzo se miraron, una confrontación muda que solo ellos entendían. Sin embargo, la intensidad de Enzo parecía aplastar el intento de desafío de su hermano menor.

-Sería una completa mierda que te obligaran a casarte de verdad con Cristina Alberti -Enzo soltó las palabras con un filo amargo-. No solo te forzarían a un matrimonio sin amor; también te exigirían hijos, una familia que siempre has despreciado y una posición que jamás te gustará.

Sentí la tensión recorrer mi cuerpo, helando cada célula. El silencio entre ellos era tan profundo que apenas me atrevía a respirar. La idea de convertirme en la prometida de Sebastian Belucci, el hombre que había sido mi adversario en tantas cosas, me hacía sentir que estaba al borde de un precipicio.

-¿Y tú qué ganas con todo esto? -me atreví a preguntar, tratando de ignorar la tensión casi tangible entre los hermanos.

Los ojos de Enzo se clavaron en mí, su habitual sonrisa encantadora y cálida había desaparecido. Su expresión ahora era tan severa que apenas reconocía al hombre frente a mí.

Pero no aparté la mirada, mi curiosidad superaba mi inquietud.

-¿Qué gano yo? -rió suavemente y a pesar de la situación, ese gesto parecía hacerle aún más atractivo-. Gano que mi familia no se involucre en la asquerosa empresa de los Alberti y además evito que mi hermano menor y tú terminen en un destino tan miserable como el mío. ¿Lo comprendes verdad?

Quise responder que sí, que entendía, pero la desconfianza me carcomía.

Nadie ofrecía una solución tan radical por simple buena voluntad. Confiaba en Enzo o eso pensaba, pero esta situación tenía un tinte inquietante.

-¿Y qué va a cambiar si me comprometo con Ariana? -intervino Sebastian con desdén, sus palabras llenas de desprecio me hervían la sangre-. Le pido que sea mi prometida, aunque nos detestemos ¿Y luego qué? ¿Casarnos? ¿Tener los hijos que debían ser con Cristina y acabar en lo mismo? No tiene sentido

-No seas imbécil, Sebastian -respondió Enzo- Existe el divorcio, algo que los Alberti jamás te permitirían. Además, necesito que finjan ser pareja por al menos un año.

-¿¡Un año!? -exclamamos al unísono, el shock fue evidente en nuestras voces.

-Sí, un año. Si las cosas salen bien, podríamos resolverlo antes. En el peor de los casos, tendrán que casarse, pero me aseguraré de que sea un matrimonio falso.

"¡Dios mío! ¿Por qué tenemos que ir tan lejos?"

Pensé con cobardía.

-¡Me niego! -solté, dominada por el miedo y la lógica que me gritaban huir de aquella locura-. No entiendo bien qué se pretende con esto y desde luego no quiero estar ligada a este patán durante un año.

-¡Gracias! Por primera vez estoy de acuerdo contigo Lucciano. Ningún hombre en su sano juicio querría estar atado a una mujer como tú.

Sentí el impulso de golpearlo allí mismo, pero Enzo nos interrumpió antes de que diera el primer paso.

-Entonces, váyanse.

Culminó con una voz tan fría que ambos nos quedamos inmóviles.

No fuimos capaces de movernos.

-Sebastian, regresa y conviértete en el próximo esposo de Cristina Alberti. Deja que esa niña malcriada te manipule a su antojo.

Sebastian no se movió ni un centímetro hacia la salida.

-Ariana, vuelve a casa y prepárate para ser la amante de un hombre casado, veinte años mayor que tú.

La sola idea me provocó náuseas.

-Si es así, no tiene sentido que haya venido. Perdí mi tiempo y desde luego, mis opciones.

Enzo comenzó a caminar hacia la puerta y antes de darme cuenta, lo detuve.

Sabía que solo tenía unos segundos para decidir si destruir el plan o aceptarlo.

Y cualquier cosa era mejor que ser la amante de un viejo asqueroso como Giorgio Fontana.

-Espera.

Se detuvo a solo un paso de marcharse.

No me importó la expresión de súplica en el rostro de Sebastian. Después de todo, su destino no sería tan horrible como el mío si me rehusaba.

-Necesito un anillo y que Sebastian me acompañe a decírselo a mis padres.

-¿¡Qué!? -Sebastian protestó, claramente en desacuerdo.

La sonrisa de alivio y orgullo que apareció en el rostro de Enzo me dio una sensación de calma, aunque no la suficiente.

-Lo hará.

-¡Dime que estás bromeando Enzo!

-Lo siento hermanito, pero parece que Ari ha demostrado tener más cojones que tú esta vez.

Sebastian seguía sin aceptar la idea, pero no dijo nada.

-Bien, ya que todo está dicho y decidido, andando.

-¿Ahora a dónde vamos? -preguntó una vez más Sebastian. Abatido por la velocidad con la que todo avanzaba.

-A buscar un anillo de compromiso. A partir de aquí, todo tiene que ser tan real como sea posible. Debemos ser cuidadosos.

-¿Un anillo ahora? -pregunté, sin ocultar mi sorpresa.

-Sí. Necesitas uno que sea conforme a tus gustos, o tus padres sabrán que el hombre que supuestamente amas no te conoce en absoluto.

-Tienes razón, pero...

-No hay tiempo. Les explicaré los detalles en el camino.

-¡Esto es una locura! -se quejó Sebastian, aunque finalmente accedió a acompañarnos-. ¡Una maldita locura!

Suspiré, perdida en el torbellino de los acontecimientos, caminando tras ambos.

            
            

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