Capítulo 6 La Sombra del Pasado

La mañana siguiente a su discusión con Alexander, Emily despertó con la mente embotada por la presión de lo que había sucedido en las últimas semanas. Todo se había movido tan rápido. El matrimonio, que en principio parecía una simple transacción, había pasado a ser algo mucho más complejo. Y ahora, su vida había dado un giro irreversible. Se encontraba atrapada en una red de intereses, secretos y un pasado que, aunque no lo supiera por completo, sentía que tarde o temprano se haría evidente.

Había una tranquilidad tensa en el apartamento cuando se levantó. Alexander ya se había ido, como era su costumbre; siempre tan metido en su mundo, tan distante. Al principio, Emily había pensado que su matrimonio sería solo un arreglo de negocios, pero pronto descubrió que la indiferencia de Alexander no era algo que ella pudiera controlar, mucho menos entender.

El teléfono vibró en la mesa del comedor, interrumpiendo sus pensamientos. Era un mensaje de Nora.

**"¿Estás bien? He escuchado rumores sobre un posible comprador para la galería. ¿Sabes algo?"**

Emily leyó el mensaje una y otra vez, sintiendo cómo su estómago se revolvía. La galería había estado al borde del colapso durante semanas, pero no podía permitir que alguien comprara el legado de su familia. No de esa forma. Aunque no tenía muchas opciones, sabía que debía enfrentarse a la situación. Y en algún lugar, en el fondo de su mente, empezaba a sospechar que este "matrimonio arreglado" que había aceptado podría ser la única forma de salvar todo lo que había construido.

***

A esa misma hora, en la oficina de Alexander, él estaba revisando informes financieros con su equipo. Aunque la fachada de éxito que proyectaba nunca parecía verse amenazada, había algo que lo mantenía despierto por la noche. La amenaza de perder su participación mayoritaria en la empresa lo había forzado a tomar decisiones desesperadas. Había hecho un trato con Emily, un trato que parecía lo único posible para mantener su control, pero ahora que estaba casado con ella, no podía evitar preguntarse si la relación entre ellos se complicaría aún más de lo que ya estaba.

Alexander nunca había sido un hombre que dejara que las emociones nublaran su juicio, pero con Emily las cosas eran diferentes. Desde el principio, su fachada se había agrietado, aunque solo fuera por un segundo. Esa noche, después de la cena, Emily lo había mirado de manera distinta, como si estuviera comenzando a ver más allá del hombre frío y calculador que solía ser. Y, sin embargo, no podía permitirse caer en sus propias inseguridades. El contrato seguía siendo un contrato, y nada más.

***

Esa misma tarde, Emily se encontraba caminando hacia su galería. La ciudad, con su ajetreo incesante, parecía seguir adelante sin importar los cambios que ella estaba atravesando. El edificio donde se encontraba la galería se alzaba frente a ella, una estructura que había sido el corazón de su familia durante generaciones. Al cruzar la puerta, se dio cuenta de que el ambiente había cambiado. Había más gente de lo normal, más conversaciones, más susurros. En una esquina, un hombre vestido con traje oscuro conversaba con uno de los empleados de la galería. Su rostro le resultaba vagamente familiar, pero no pudo ubicarlo de inmediato.

Emily se acercó al grupo con determinación.

-¿Qué está pasando aquí? -preguntó, mirando al hombre con una ceja levantada.

El hombre, que había estado hablando con Hugo, levantó la mirada.

-Ah, ¿eres Emily? He estado esperando verte. Soy Richard Bellamy, un inversor interesado en la galería. -Su voz era suave pero autoritaria, como la de alguien acostumbrado a tener poder en sus manos.

Emily sintió una punzada de ansiedad, pero intentó mantener la calma. -¿Inversor? ¿Qué significa eso exactamente?

Richard sonrió, sin incomodarse por su tono directo. -Estoy interesado en adquirir la galería, Emily. He oído que hay algunas dificultades económicas, y creo que podría ser el salvavidas que necesita el lugar.

El estómago de Emily se encogió. Sabía que su hermano Hugo había estado tomando decisiones cuestionables, pero no pensó que llegaría tan lejos como para negociar con alguien como él.

-Mi galería no está a la venta -respondió con firmeza. -Y no tengo intenciones de venderla a nadie, mucho menos a un inversionista que no conoce ni entiende su valor.

-Lo entiendo -dijo Richard, manteniendo su tono calmado-, pero estoy dispuesto a ofrecerte una propuesta interesante. Podría salvar no solo la galería, sino también la familia. Y, por supuesto, estaré dispuesto a discutir los términos que mejor les convengan.

Emily miró a su hermano Hugo, que parecía inquieto. -Hugo, ¿estás detrás de esto?

Hugo bajó la mirada, avergonzado. -Es complicado, Emily. No lo hagas más difícil de lo que es. Necesitamos dinero. Necesito dinero.

La sensación de traición la invadió como una ola. Cómo había podido su hermano llegar a este punto sin consultarla, sin entender las implicaciones de lo que estaba haciendo.

-No voy a permitir que vendamos esto -dijo, su voz firme. -No permitiré que esto se convierta en una venta por desesperación. No sin antes buscar todas las alternativas posibles.

Richard Bellamy, al darse cuenta de que no estaba ganando terreno, se levantó de la silla. -Tómate tu tiempo, Emily. Pero recuerda, mi oferta está sobre la mesa. El tiempo es algo que ya no tenemos.

Emily observó cómo se alejaba, sintiendo la presión de su decisión sobre sus hombros. Tenía que hacer algo, y rápido. Pero ¿qué opciones le quedaban?

***

La noche pasó rápidamente, y Emily se encontró nuevamente en el apartamento con Alexander. Sabía que tendría que contarle lo sucedido en la galería. No podía seguir ocultando la gravedad de la situación, especialmente cuando había tantas piezas en movimiento.

Se encontró con él en el pasillo mientras regresaba de una de sus reuniones.

-Alexander, necesito hablar contigo -dijo Emily, su voz más baja de lo habitual.

Él la miró con un leve interés, como si esperara que ella le diera algún tipo de explicación. -¿Qué pasa?

-Ha aparecido un inversor -empezó a explicar ella-. Richard Bellamy. Quiere comprar la galería. Y Hugo... Hugo está dispuesto a venderla.

El rostro de Alexander se endureció al instante. -¿Venderla? ¿Estás diciendo que tu hermano está dispuesto a entregarlo todo por dinero?

Emily suspiró profundamente, frustrada. -Sí. Y lo peor es que no puedo hacer mucho sin que afecte a nuestra situación financiera. Si no hacemos algo rápido, la galería no sobrevivirá.

Alexander la observó en silencio por un momento, sus ojos fríos y calculadores. -No te preocupes por eso. La galería no se venderá, te lo prometo. Pero antes de que tomemos cualquier acción, necesitamos tratar con Hugo. No importa lo que hagamos para salvar la galería, él nunca estará conforme con nada, a menos que le quitemos el control.

Emily frunció el ceño, sin comprender del todo. -¿Qué quieres decir con eso?

-Tu hermano es un obstáculo. Aunque logremos pagar las deudas o encontrar un comprador adecuado, Hugo nunca dejará de interferir. No sabe cuándo parar, y eso lo hace peligroso. Si queremos salvar la galería, necesitamos tomar las riendas. Y eso empieza por hacerle entender que él no tiene el control.

Emily lo miró, sorprendida. -¿Estás sugiriendo que lo excluyamos completamente?

-No es una cuestión de excluirlo, Emily. Es una cuestión de responsabilidad. Tu hermano ha estado tomando decisiones sin pensar en las consecuencias. Y mientras siga sintiéndose al mando, las cosas solo empeorarán. Si quieres salvar la galería y la familia, tenemos que asegurar que él no tenga poder en este asunto.

Emily quedó en silencio, procesando sus palabras. No le gustaba la idea de actuar de esa forma, pero sabía que Alexander tenía razón. Hugo no se detenía ante nada y había demostrado ser impulsivo y, en muchos casos, egoísta. Aunque le doliera, tenía que tomar una decisión. Y esa decisión implicaba quitarle el control a su hermano.

-Está bien -dijo finalmente Emily, aunque su voz sonaba vacilante-. Lo haré, pero necesito que todo esto no salga de nuestras manos. No quiero que el negocio se vuelva personal.

Alexander la miró fijamente, sus ojos oscuros y decididos. -Lo que hagamos, lo haremos de manera estratégica, Emily. Sin emociones, solo hechos. Vamos a tomar el control de esta situación, y te prometo que saldremos victoriosos.

Pero mientras las palabras de Alexander caían en el aire, Emily no podía dejar de sentirse atrapada. La sombra de lo que vendría se cernía sobre ella. Sabía que, una vez que tomaran esa decisión, no habría vuelta atrás. El precio de la verdad no era algo que cualquiera estaría dispuesto a pagar. Pero en este juego, no tenía otra opción.

***

A medida que las horas pasaban, Emily se encontraba atrapada entre dos mundos: el de la galería, que ahora estaba en peligro de caer en manos equivocadas, y el de un matrimonio que nunca imaginó que la llevaría tan lejos. Alexander, con su enfoque calculador y su capacidad para tomar decisiones rápidas, parecía la única salida. Pero a un costo que no estaba segura de querer pagar.

La lucha por salvar la galería había comenzado, y ahora, con el peligro de que todo se desmoronara, Emily sabía que no podía seguir ignorando las sombras del pasado que amenazaban con atraparlos a ambos.

            
            

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