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La primavera se había instalado por completo en la ciudad. Las calles estaban llenas de árboles en flor, las terrazas de los cafés rebosaban de gente disfrutando del sol, y la temperatura había subido lo suficiente como para invitar a paseos más largos. Sin embargo, dentro de la casa Villaverde, las estaciones parecían menos relevantes. Lo que impo