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El sol comenzaba a ocultarse lentamente tras el horizonte, tiñendo de tonos naranja y violeta el cielo que se extendía sobre la ciudad. Era una tarde cálida, y Andrés se encontraba nuevamente en su oficina. El sonido de su teléfono móvil lo sacó de sus pensamientos. Miró la pantalla, y vio que era Mariana.
-Hola, amor -dijo Andrés, contestando de