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El día siguiente amaneció claro, y a pesar de la luz del sol que se filtraba por las ventanas de la oficina de Andrés, su mente estaba nublada. Había pasado toda la noche dando vueltas en su cama, luchando con sus pensamientos. Cada uno de ellos le traía una sensación distinta: la culpa, la incertidumbre, el miedo a cometer los mismos errores. El p