Capítulo 10 Verdades a medias

La noche había caído con su manto de silencio y resentimiento, y el mismo lugar secreto donde tantas veces habían encontrado refugio parecía hoy testigo de una verdad oculta. Marina y Javier se reunieron en el acantilado, lejos de las miradas del pueblo y del caos que Antonio había desatado en la comunidad. Pero esta vez, el silencio entre ellos no era solo el de una complicidad compartida: era un abismo que amenazaba con separarlos.

Marina no pudo evitar notar el desasosiego en la mirada de Javier, la forma en que evitaba mirar directamente sus ojos cuando ella tomó impulso para hablar.

-Javier, hay algo que no cuadra-comenzó ella, con la voz temblorosa, como si cada palabra pesara una eternidad-. Dijiste que estabas separado. Que tu... matrimonio había terminado. Pero sigues saliendo con ella.

Javier apartó la mirada unos segundos, frotándose la frente con gesto impaciente. Se escuchaba en el murmullo del viento que algo no iba bien.

-Marina, yo...- comenzó a decir, pero ella lo interrumpió.

-No me vengas con excusas, Javier. ¿Por qué me dijiste que estabas separado, si la verdad es otra?-preguntó ella, con la voz rota, entre la ira y la desesperación.

La brisa helada de la noche parecía intensificar cada palabra.

-Lo hice para protegerte -contestó él, casi en un susurro-. Para evitar que este conflicto te afectara. No era mi intención herirte, pero la verdad... la verdad era que estaba en un limbo. Pensé que si te lo decía, te alejarías. Y no podía soportar la idea de perder lo que hemos construido.Ella me dijo que la sentencia de divorcio la dictan en estos días. Lo raro es que yo no he firmado nada.

Marina sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Los recuerdos de la pasión, de aquellas promesas susurradas a la orilla del mar, se mezclaron con la amargura del engaño.

-¿Y ahora? ¿Qué soy yo para ti, Javier? ¿Una aventura momentánea? ¿O una excusa para limpiar tu conciencia?-exigió, con el llanto asomando en su voz.

Javier se quedó en silencio por un largo instante, mirando el horizonte.

-Marina, yo... estoy atrapado entre dos vidas. Siempre quise estar contigo, y no sabes cuánto luché para distanciarme de lo que debía quedar atrás. Pero hay cosas que no se pueden cambiar de la noche a la mañana. Te lo conté de esa forma porque temía perderte, porque creí que, de alguna manera, podríamos encontrar la manera de liberarnos de todo. A mi los que me importan son mis hijos y espero que entiendas que todavía no te los puedo presentar.

La respuesta, tan confusa como dolorosa, dejó a Marina sumida en un torbellino de emociones. Mientras el eco del mar golpeaba la orilla, ella sintió cómo se diluía la confianza que había depositado en él.

-¿Y qué se supone que haga yo con esto, Javier?-preguntó entre sollozos-. ¿Continuar amándote cuando sé que sigues encadenado a otra vida? ¿Mentirle a mi corazón?

El silencio volvió a reinar un instante, roto solo por el viento. Javier bajó la mirada, consciente de que cada palabra contaba como un peso más en su conciencia.

-No sé. Solo sé que mi alma te pertenece y que he querido hacerte feliz desde el primer beso. Pero ahora me doy cuenta de que mi propia confusión me ha llevado a engañarme, y a mí mismo-dijo, con voz lastimera-. Estoy enredado en mis propios errores, y no puedo prometerte la libertad que mereces.

-¿Y si ella quiere volver contigo qué harás?-preguntó sabiendo la respuesta.

-No te voy a mentir, mis hijos esperan que sigamos juntos y no quiero romper esa ilusión. Yo nunca quise terminar el matrimonio, a ella le metieron ideas en la cabeza y terminó creyendo que le había sido infiel. La verdad es que en los años de casados nunca le fui infiel.

Durante varios largos minutos, ambos se quedaron mirando la inmensidad del mar, cada uno encarando la realidad de un futuro incierto.

Marina, con el alma hecha trizas, reconoció que el amor que sentía por Javier se vestía ahora de traición y desilusión. Javier, por su parte, se enfrentaba a un abismo personal, entre el deber y la pasión, entre el pasado ineludible y los sueños que quería forjar con ella.

Los pensamientos en silencio:

Marina

"Si amar a alguien implica vivir en medias tintas y mentiras, entonces ¿cómo puedo creer en un futuro juntos? He entregado mi corazón, pero ahora cada latido me recuerda que fui engañada. ¿Seré capaz de perdonar, o mi alma se romperá en mil pedazos cada vez que intente reconstruir lo que perdí?"

Javier

"Te dije que estaba separado, porque no quería que el peso de mi pasado hundiera lo que podríamos tener. Pero ahora veo que al mentirte también me he traicionado a mí mismo. ¿Cómo enfrentar este caos? ¿Cómo limpio la estela de engaños y vuelvo a ser el hombre que te prometió un amor libre de ataduras? El amor no debería doler tanto, pero no sé si el dolor que te he causado podrá perdonarse jamás."

La oscuridad se hizo cómplice del conflicto, mientras el mar seguía su curso inexorable. Ambos sabían que el camino por delante estaría lleno de decisiones dolorosas y recompensas inciertas. Quizás, en el silencio de la noche, cada uno encontraría su respuesta, o tal vez la verdad los separaría definitivamente.

            
            

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