La Casa de Los Vampiros
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Capítulo 9 9

Hermosa, ves la nube, la nube aparecer. Hermosa, ves la lluvia, la lluvia acercarse...

Las palabras de la antigua canción flotaron en mi cabeza. Debía estar soñando con la abuela Redbird de nuevo. Me produjo una sensación de calidez, seguridad y felicidad, lo cual era especialmente agradable, dado que me había sentido tan mal últimamente... aunque no podía recordar con exactitud por qué. Hum. Qué raro.

¿Quién habló?

La pequeña espiga de maíz,

En lo más alto del tallo...

La canción de mi abuela continuó y me acurruqué sobre el costado, suspirando mientras frotaba la mejilla contra la suave almohada. Por desgracia, mover la cabeza provocó que un intenso dolor me atravesara las sienes y, como una bala a través de un cristal, hizo añicos mi sentimiento de felicidad cuando los recuerdos del día anterior me abrumaron.

Me estaba convirtiendo en un vampiro.

Había huido de casa.

Había tenido un accidente y luego algún tipo de extraña experiencia cercana a la muerte.

Me estaba convirtiendo en un vampiro. Oh, Dios mío.

Tío, como me dolía la cabeza.

-¡Zoeybird! ¿Estás despierta, cariño?

Guiñé los borrosos ojos hasta que todo se aclaró y vi a la abuela Redbird sentada en una pequeña silla junto a mi cama.

-¡Abuela! -grazné, y me estiré para coger su mano. Mi voz sonaba tan horrible como el dolor de cabeza-. ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde estoy?

-Estás a salvo, pajarito. Estás a salvo.

-Me duele la cabeza. -Levanté el brazo y me toqué en la zona de la cabeza que notaba tirante y dolorida, y palpé con los dedos los agujeros de los puntos.

-Debería. Me has quitado diez años de vida del susto. -La abuela me frotó el dorso de la mano con suavidad-. Toda esa sangre... -Se estremeció y luego meneó la cabeza y me sonrió-. ¿Qué hay de tu promesa de no volver a hacer eso de nuevo?

-Promesa -dije-. Así que, me encontraste...

-Sangrando e inconsciente, pajarito. -La abuela me peinó el pelo de la frente hacia atrás y sus dedos recorrieron levemente mi marca-. Y tan pálida que la oscura media luna parecía brillar sobre tu piel. Sabía que tenía que llevarte a La Casa de la Noche, que es exactamente lo que hice. -Se rió y el brillo travieso en sus ojos hizo que pareciese una niña-. He llamado a tu madre para decirle que iba a llevarte a La Casa de la Noche y he tenido que fingir que se me cortaba el teléfono para poder colgar. Me temo que no está muy contenta con ninguna de las dos.

Le devolví la sonrisa a la abuela Redbird. Ji ji, mamá también estaba cabreada con ella.

-Pero, Zoey, ¿qué es lo hacías fuera durante el día? ¿Por qué no me dijiste antes que te habían marcado?

Hice un esfuerzo para sentarme, gruñendo por el dolor en la cabeza. Pero, por suerte, parecía que había dejado de toser. Puede que sea porque finalmente estoy aquí, en La Casa de la Noche... Pero el pensamiento desapareció cuando mi mente procesó todo lo que había dicho la abuela.

-Espera, no podía habértelo dicho antes. El rastreador ha venido a la escuela hoy y me ha marcado. Fui primero a casa. Esperaba de verdad que mamá lo comprendiese y se pusiera de mi lado. -Hice una pausa, recordando de nuevo la horrible escena con mis padres. En un gesto de total comprensión, la abuela me frotó la mano-. Ella y John se limitaron a encerrarme en mi habitación mientras llamaban a nuestro loquero y comenzaban la cadena de oraciones.

La abuela hizo una mueca.

-Así que me escurrí por la ventana y vine directa hasta ti -concluí.

-Me alegro de que lo hicieras, Zoeybird, pero no tiene ningún sentido.

-Lo sé -dije con un suspiro-. Tampoco puedo creer que tenga la marca. ¿Por qué yo?

-No me refiero a eso, cariño. No estoy sorprendida de que fueses rastreada y marcada. La sangre Redbird siempre ha albergado una fuerte magia. Tan solo era cuestión de tiempo antes de que uno de nosotros fuese elegido. A lo que me refiero es a que no tiene sentido que acabes de ser marcada. La media luna no es un mero contorno. Está completamente llena.

-¡Eso es imposible!

-Míralo tú misma, U-we-tsi a-ge-hu-tsa. -Usó la palabra cheroqui para hija, de repente recordándome mucho a una misteriosa y antigua diosa.

La abuela buscó en su bolso la polvera antigua de plata que siempre llevaba con ella. Sin decir nada más, me la tendió. Pulsé el pequeño cierre. Se abrió de golpe y mostró mi reflejo... la extraña familiar... la yo que no era del todo yo. Sus ojos eran grandes y la piel demasiado blanca, pero apenas me fijé en eso. Era la marca lo que no podía dejar de mirar, la marca que ahora era una luna creciente completa, perfectamente rellena con el color azul zafiro del tatuaje de vampiro. Sintiéndome como si todavía me moviera en un sueño, alcé la mano, dejé que mis dedos recorriesen la marca de aspecto exótico y me pareció sentir los labios de la diosa de nuevo sobre mi piel.

-¿Qué significa? -dije, incapaz de apartar la mirada de la marca.

-Esperábamos que tuvieses una respuesta a esa pregunta, ZoeyRedbird.

Su voz era asombrosa. Incluso antes de levantar la vista de mi reflejo sabía que sería única e increíble. Tenía razón. Era preciosa como una estrella de cine, preciosa como una Barbie. Nunca había visto a nadie de cerca que fuese tan perfecto. Tenía unos enormes ojos almendrados profundos y de un color verde musgo. Su cara era un corazón casi perfecto y su piel tenía esa cremosidad impecable que se ve en televisión. Su pelo era de un rojo profundo. No ese horrible rojo anaranjado de zanahoria o un rubio rojizo pálido, sino un oscuro y brillante color caoba que caía en pesadas ondas más abajo de sus hombros. Su cuerpo era, bueno, perfecto. No era delgada como esas chicas extravagantes que vomitaban y se mataban de hambre, a lo que ellas pensaban que era el estilo Paris Hilton. («Eso mola». Sí, vale, lo que tú digas, Paris). El cuerpo de esta mujer era perfecto porque era fuerte pero con curvas. Y tenía unas tetas fantásticas. (Ojalá yo tuviese unas tetas así).

-¿Eh? -dije. Hablando de tetas, pareció como si yo tuviese el cerebro en ellas, jiji.

            
            

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