Leandro.
Cuando la vi por fin dormida me levanté suavemente para no despertarla y la acomode donde yo estaba acostado. Se veía tan tierna y linda, me rompía el corazón verla tan triste. La arrope con la sábana me puse mi camisa y me quedé en la silla sentado por el dolor pero mirándola como dormía. Ya estaba relajada pero de vez en cuando arrugada
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