Cuando quedamos solas en la oficina Jaqueline y yo, nos dejamos caer en el sillón y nos empezamos a reir como un par de locas. Y nos miramos mutuamente sin aún comprender y digerir lo que nos habían puesto sobre nuestros hombros.
En poco tiempo he ascendido rápidamente en una gran empresa de prestigió y gracias al señor Horacio y ahora mi gran am
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