Capítulo 3 EL CAMPAMENTO PARTE 2

Adela y Peter se encontraban en una de las cabañas del campamento, la que servía de administración. Estaban de pie frente al mostrador, una beta tipeaba en un ordenador los nombres de los niños. Terminaba de cobrar y hacer el registro para ese mes de vacaciones escolares.

- ¿Castas? - Cuestionó la joven y sonriente mujer. Ya conocía a los niños, este era su tercer año en el campamento como trabajadora. Adoraba a ambos, le parecían excepcionales cada uno a su manera.

- Oh, no. Aun no. - Se disculpó Adela en un tono más bajo. - Pero nos gustaría que ya los envíen a sus cabañas correspondientes. Ya tienen cierta edad. - La sonrisa de la beta cambió a una mueca de incomodidad.

- Señora Portrat me temo que no puedo hacer eso. Si tienen el celo durante el campamento con gusto les asignaremos en las otras cabañas. Pero antes de tener el celo deben estar en las cabañas compartidas junto a los demás niños que aun no han tenido su primer celo. - Ambos padres se resignaron, al menos lo intentaron.

Bange y Taero entraron por fin a la cabaña, Misha detrás de ellos. Los niños se sentaron en una pequeña sala que había, para esperar. Bange empezó a hacerle un montón de preguntas a Taero sobre su viaje al caribe. Sus padres habían decidido que necesitaban un descanso, así que Taero estuvo tres semanas en ese paradisíaco lugar.

- Que increíble, lo más lejos que hemos ido nosotros es a las montañas. - Habló despectivamente. Taero soltó una risita y agregó.

- Este será mi último año aquí. Quizás me manden a otro lugar en vacaciones, les diré si puedes venir. - Misha sintió una gran envidia, sabía que él jamás sería bienvenido para los padres de Tae.

El rubio intentaba poner toda su atención en sus padres, pero se distraía en la melodiosa voz del alfa. Aun así, a pesar de lo encantador que era Tae su atención se fue a sus papas cuando escuchó el número de la cabaña compartida a la que irían. Misha palideció, todo un mes con Bange... No podía ser que tuviera tan mala suerte.

Regresó su mirada a un letrero en la pared "Bienvenidos al Campamento Rintclof" Fantaseó como arrancaba ese letrero, lo rompía y le prendía fuego. Si pudiera elegir entre pasar todo el mes junto a su hermano y quedarse en casa solo, elegiría estar solo.

- ¿Estás bien Misha? Parece que quieres matar a alguien. - Taero le estaba mirando, le hizo la pequeña bromita. El rubio tenía la guardia baja, se cubrió la boca con la mano para disimular y no respondió. Taero se divertía por las reacciones del menor.

- Ya Tae, deja de molestarlo. - Bange no se divertía tanto, viendo como Tae coqueteaba con su hermano... Sus papás se acercaron y le extendieron la llave que tomó sin dudar.

- Listo jovencitos. Ya nos vamos. - Dijo su papá. Misha se puso de pie para despedirse. Adela lo abrazó sobreprotectoramente, le dio un beso en la frente y dijo.

- Te amo mucho, mi pequeño. Cuídate mucho y disfruta el campamento. - Misha se sentía triste, algo le estaba dejando una mala sensación. Su papá también lo abrazó, luego siguieron con Bange. - Que gusto verte Tae, saluda a tus padres por nosotros. - Adela salió camino al auto, no era buena con las despedidas. No quería que la vean llorar. Era así todos los años. Peter salió atrás de ella.

- Oye Rapunzel, toma. - Bange le arrojó las llaves, apenas las agarró. - Lleva mi maleta a la cabaña, nos vemos luego. - Se fue saliendo. Tae iba con él, se despidió del rubio con un gesto de mano. Misha se quedó solo en la recepción con ambas pesadas maletas, se echó en el mueble y se desplomó.

Bange era un mandón, encima su propio hermano le había puesto ese apodo. Se había encargado de que la mayoría del campamento lo llamara así. No le molestaba mucho, le parecía hasta bonito. Pero era irritante cuando lo usaban despectivamente. Él estaba muy orgulloso de su largo cabello. Ahora lo llevaba en una cola de caballo.

- Misha, hola. - Era Amanda, la beta que los había registrado. - ¿Quieres que llame a alguien que te ayude con eso? - Consultó ella, el rostro del rubio se iluminó con una sonrisa.

- Sí, por favor. - Pidió, la mujer se apartó a llamar por teléfono.

- Dame unos minutos. - Aclaró, un momento después otro trabajador del campamento entraba por la puerta.

- Amanda, buenos días.

- Hola Joe, esas son las maletas, Misha tiene el número de cabaña.

- Listo, pequeño ¿A donde vamos? - El beta se acercó y agarró ambas maletas como si fueran aire. Le mostró una gran sonrisa al rubio.

- Am... Es la 102. - El rubio se levantó y salió de camino a la cabaña. No le agradaba Joe, llevaba aquí un año apenas. Misha estaba seguro de que le miraba raro. Le hacía sentir incomodo cuando se ofrecía a ayudarle. De todos modos hicieron el trayecto en silencio. Al llegar Misha no abrió la puerta, se giró a ver al mayor y le sonrió. - Las puede dejar aquí, yo las meto. -

- ¿Estás seguro? Están pesadas. - Joe ladeó la cabeza con una expresión de duda. Insistió. - Vamos, no hay problema, yo las dejo adentro.

Misha no pudo insistir, se giró y abrió la puerta con bastante temor. Su madre le hablaba mucho sobre cuidarse, de abusos, violaciones y favores sexuales. Le había explicado como prevenir, mejor eso que lamentar. Al abrir la puerta, un murmullo de voces se escuchaban, le regresó el alma al cuerpo.

Habían más niños en la cabaña, normalmente eran para cuatro y sus compañeros de este año ya estaban dentro. Se alegró, dejó pasar al mayor que buscó las camas vacías y bajó las maletas. Misha se adentró con un "gracias" y vio partir a Joe, parecía decepcionado. Al rubio le recorrió un escalofrío.

- Ash, mira, es la rubia. - Dos niños entraron en la habitación. Ambos miraron con desprecio al rubio. Nick y Deivid. - No puedo creer que estemos en la misma cabaña, va a ser divertido. - Nick hablaba con un tono despectivo. Se fue acercando a Misha, que retrocedió nervioso.

- ¿No estás un poco grande para seguir sin tener tu celo? - Se burló el rubio, sabia que Nick tenía la edad de Taero. Tenía el cabello negro, era alto y abusivo.

- Tú te estás tardando, quizás necesitas ayuda para que tu cuerpo razone que es de omega. - Habló Deivid, era otro niño odioso algo menor, pelirrojo. Ambos creían que iban a ser alfas, y en consecuencia actuaban como unos idiotas. Misha estaba ideando como salir de allí, lo acababan de amenazar.

- ¿Qué estás haciendo? - La voz de Bange nunca antes le había alegrado tanto como en ese momento.- ¿Qué está pasando? - Su hermano menor se veía confundido, pero el rastro de enojo iba llegando a su rostro suavemente. - Aléjense de él. - Tal vez, su hermano no era tan malo... Y estaba seguro que estos idiotas no le tendrían miedo, se giraron con toda la intención de pelear.

- Mejor váyanse. - Taero salió detrás de Bange, los niños se detuvieron. Tae entrenaba boxeo en una academia privada. Era el más fuerte y rápido en el campamento, tenía records en casi todas las actividades. Solo un idiota se enfrentaría a él. Nick y Deivid se fueron, a lo mejor si tenían un poco de neuronas.

- ¿Qué pasó? - El enojo en la voz de Bange era intimidante ahora.

- ¡Ellos me estaban molestando! - Misha se sintió mal, algo en la cara de su hermano le hacía creer que Bange pensaba que había sido su culpa. - Yo solo llegué con las maletas...

- Tranquilo, ya se fueron. No te van a hacer nada, me aseguraré de eso. - Tae le puso la mano en el hombro, se le fue el aire al rubio. Bange carraspeó y salió de la habitación murmurando. Misha aprovechó la privacidad y sin pensarlo mucho, abrazó a Taero.

Tae no reaccionó en seguida, se quedó algo rígido. Sus brazos estaban levantados y no sabía si abrazar o no a Misha. Asumió que el menor estaba asustado, intentó darle consuelo rodeándolo igualmente. Fue extraño, estaban solos abrazándose en silencio.

Había sido muy valiente de su parte, abrazar al chico que le gustaba. Lo malo era soltarlo y ver su cara ahora, no tendría el valor. Estaba avergonzado pero si no lo soltaba su hermano podría verlos.

- Gracias Tae. - Lo soltó mirando al piso. Le ardía el rostro. Tae le jaló muy suavemente de la cola de caballo, en un gesto juguetón. Misha se quería morir de felicidad. No podía esconder la sonrisa.

- No fue nada, tú dime si te molestan. - Tae salió del cuarto también. - Íbamos al lago ¿Vienes? - Escuchó a Bange reclamarle esa invitación pero Misha lo ignoró, sonrió ampliamente y salió rápido con ellos.

            
            

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