Capítulo 9 PESADILLA PARTE 3

Golpes sonaban en la puerta de su cuarto. Misha se levantó asustado. El ipad se había quedado sin batería, se paró de la cama apurado y sus audífonos se enredaron en su cabello.

- ¡Ya voy! - No recordaba haber echado llave, siempre entraban en su habitación después de tocar. Cuando agarró el pomo vio que no tenía seguro. Era su mamá.

- Buenos días. - Ella le miró con una expresión extraña. Misha no quiso hacer contacto visual.

- Buenos días. - Saludó, desenredando su cabello de los auriculares.

- ¿Quieres desayunar? - Su mamá sonrió, divertida por la escena. Misha hizo una mueca de dolor y la mujer le detuvo. - Déjame ayudarte con eso. - Entró en el cuarto, Misha se sentó en la cama mientras Adela le ayudaba a desenredar su cabello. - Está muy enredado. - Comentó ella, en un tono sutil. Aun estaba tanteando el terreno.

- No lo cepille anoche. - Los audífonos finalmente salieron.

- Mmmm ¿Quieres que lo cepillemos juntos? - Misha no respondió, su mamá se acercó a la cómoda y agarró un cepillo. Volvió con su hijo a la cama y empezó a peinar un largo y rubio mechón.

Misha estaba recién levantado, que esto pasara de repente era abrumador. Claro que su mamá solía peinar su cabello, pero que pasara esto después del celo le hacía sentir mal.

- Mamá.

- ¿Sí amor?

- Tengo que cortarlo.

Adela no respondió en seguida, mantuvo la calma. Por dentro se sentía incapaz de dar guía a sus hijos. Eran muchas emociones para ella como madre, no quería imaginarse lo que estarían sintiendo sus niños. Su corazón se hacía chiquito al verlos tan tristes.

- Claro que no. No tienes por que hacer eso. - Repuso en un tono firme. - A menos que tú quieras hacerlo. - Ella sabía lo valioso que era su cabello para Misha. El hecho de que el niño dijera algo así le partía el corazón.

- Pero soy un alfa. - Aclaró. - Se van a burlar de mí. - Claro que, se burlaron de él siempre. ¿Qué mas daba?

- La gente que te molesta, siente envidia. - Adela seguía peinando el cabello dorado de su niño. - Envidia de tu belleza, de tu gracia. - Veía a Misha decaído, así que alzó su rostro entre sus manos e hizo que la mirara. - Serás un alfa hermoso. Un maravilloso alfa, yo voy a estar muy orgullosa de ti. Con o sin cabello largo.

Ella vio como los ojos del pequeño se llenaban de lagrimas. Los suyos se llenaron igual, como había llorado abrazando a Bange la noche anterior.

Abrazó a Misha y este chilló, la abrazó con fuerza y lo dejó llorar. Ella lo acarició, lo consoló mientras le daba besos y le repetía que "Todo iba a estar bien." Ella no sabía como lo iban a lograr, pero intentaría todo lo que estaba a su alcance.

Misha desayunó esa mañana con sus padres, Bange no estaba. Era extraño no verlo con su actitud arrogante, burlándose de él y robándole el pan tostado del plato. No pensaba que se podrían extrañar esas cosas de alguien, pero en ese momento lo extrañaba.

Estaba preocupado por él, sus padres intentaban hablar de trabajo, de la casa, de lo de siempre. Pero sonaban apagados también. Al parecer su papá había faltado al trabajo ese día, ya era lunes. Misha se atrevió a preguntar.

- ¿Cómo está Bange? - El silencio le golpeó. Miró a sus padres con temor, ambos tenían expresiones serias y de pesar. Se veían mal descansados.

- Él va a estar bien. - Dijo Peter.

- Su celo dura más días que el tuyo. Debe dormir más. - Adela intentó sonreír con normalidad, como si todo hubiese sido premeditado. Como si ellos no fuesen una broma andante, una aberración.

- ¿Hoy es el último día cierto? - Preguntó, insistente.

- Sí, hoy noche debe acabar. - Su mamá era la que más hablaba. La que intentaba aceptar esta realidad lo antes posible.

- ¿Cómo estás tú, hijo? - Peter miró a Misha, buscando cambiar el tema.

- ¿Yo? - El rubio casi tira el vaso con yogurt que estaba por tomar. Nunca en la vida sus padres se llegaban a interesar en él. - Ah, bueno... - No sabía que decir. - Estoy bien, estoy algo... Sorprendido. - ¿Era por ser alfa? ¿O por qué?

Claro que le preguntaban cosas, pero no le preguntaban sobre sus sentimientos o emociones. Más bien, cuando le hablaban casi siempre era para corregir su comportamiento o decirle como actuar. Pedirle cosas, darle ordenes.

- Descansa ¿Sí? - Su mamá sonrió sinceramente y él también lo hizo, por primera vez desde que esto ocurrió.

            
            

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