Capítulo 4 4

DAMIAN

-Ya hice los exámenes, Damián -Gian me extiende el sobre, el cual rápidamente abro y lo leo -. Hay un noventa y nueve por ciento de probidad de que fuiste el padre del feto.

-Está mal, Gian. Me hiciste un examen y descubriste que soy estéril, así que no me vengas con estas tonterías.

-No, no y no. No pongas palabras en mi boca. Yo te dije que había poca probabilidad de que puedas tener hijos -suspira -¿Mónica no se veía sospechosa? ¿Vómitos, antojos o mareos?

-Ahora que lo dices fui yo quien tuvo antojos y durante una semana estuve vomitando -paso ambas manos por mi rostro, frustrando y regañándome interiormente por lo que sucedió hace unas semanas -¿Cómo va la cicatriz de Mónica?

-Bien, no fue profundo y con una cirugía podría desaparecer, pero... durante la revisión de Mónica pude notar que actúa diferente.

Mónica ha estado actuando diferente. Parece encerrarse en su maldito mundo luego de que la marque, durante todo el día se mantiene en una posición en la cama susurrando palabras que no puedo entender.

Ya ha pasado un mes y sigue con ese comportamiento y por más castigos que use con ella nada la hace reacción. Parece que estuviera atrapada en un cuento.

-Dice que es Bella, del cuento ese...

-Ese es mi problema Gian.

-Ella vivía de su belleza, Damián, y a pesar de que sea tu problema, ella me interesa. Yo te presenté a Mónica cuando sabías que me gustaba -suelto una risa.

-Ya estás casado y yo con ella, no hay nada que hacer.

-Temo que enloquezca.

-Adiós Gian.

Me levanto de la silla y salgo de su oficina con los exámenes en mis manos. Encuentro a Mónica acompañada de mis hombres y viendo la pecera. Con sus dedos traza cada pez que pasa cerca de ella con una sonrisa.

-Es hora de irnos, Mónica.

-Quiero un pececito -negué con la cabeza y nos dirigimos a la salida -. Soy la princesa... quiero mi pez ¡Quiero mi pez!

-Ya basta Mónica.

Comienza hacer una escena en medio de las personas y sin resistirlo la abofeteo. Ella llora y comienza a caminar hasta entrar al auto. Su mano va a su mejilla golpeada y evita verme a los ojos.

-No sé qué maldito juego intentaste, pero si piensas que te irás, ¡no será así! -vuelvo a abofetearla cuando no oigo respuesta -¡¿Entendiste?!

-S-si señor.

Una de las cosas que también cambiado es que ya no suele llamarme por mi nombre. A veces escucho que me dice dragón y directamente señor.

Tiembla y se abraza a su misma mientras que las lágrimas siguen brotando. Odio que sea débil, luego de tanto pensé que se acostumbraría.

-Al fin y al cabo, no mentiste -me miro extrañada -. El bebe sí era mío.

El silencio gobernó el resto del viaje. Al llegar a casa bajé primero y ella después y cuando entramos a casa corrió hacia nana y la abrazo, ella corresponde y deja un beso en su frente.

-¿Cómo está mi linda, Bella? -pregunta nana siguiéndole la corriendo sobre aquel cuento repugnante.

-Muy bien nana, pero... el señor me golpeo -susurro -¿Puedo tomar algo? Tengo mucha sed.

Nana asintió y le sirvió un vaso de agua.

Mientras que voy a mi oficina pienso en el comportamiento de Mónica, tal vez pueda sacar beneficio de esto y frente a un estado Mónica estaría bajo a mi merced, ya que parecerá que no es una persona que cuidar completamente de sí misma.

Mañana hablaría con mi abogado al respecto.

El sexo se ha ido, necesito el coño de Mónica para hundirme, pero por más que quiera tocarla sigue repitiendo que es la maldita Bella, esta noche será diferente. Ya no esperaré más.

...

Mónica está a mi lado, acostada e intentando dormir, pero no puede al estar bajo mi mirada. Puedo sentir su miedo y eso me gusta. Por debajo de las sabanas paso mi mano por sus muslos.

-Damián -susurra mi nombre -no... no me toques por favor.

-¿Por qué no? -bajo las sabanas y alzo su vestido -. Eres mi esposa.

-No -susurra.

La tomo de los brazos y llevo mi boca a su cuello, se mueve intentando salir de mi agarre, pero no lo logra. De pronto siento un ligero golpe en mis bolas, provocando que me haga a un lado dándole libertad a Mónica, pero por solo unos segundos, ya que la puerta esta cerra, así que corre al baño y se encierra.

Logro recomponerme en unos segundos. Me levanto y voy en busca de la maldita bella durmiente, con solo una patada logro abrir la puerta del baño encontrándomela en una esquina asustada.

-Relájate -digo con la respiración agitada -¿Te harás la mojigata ahora? ¿Ahora cuando antes disfrutabas de mi polla todos los días? Te recomiendo que te relajes para que sea feliz para los dos.

-Sé lo que intentas... no puedes tocarme de esa forma -al ver que me voy acercando se abraza más a sí misma -. No por favor ¡No! Te lo ruego.

La tomo del brazo y me deshago de sus bragas. Sin embargo, ella... se encuentra llorando, suplicando que me detenga y no le haga daño y algo... hace que cambie. Ese deseo que estaba en mí en poseer su cuerpo, desaparece y me levanto de la cama. Basto solo unos segundos para que

ella se levanta y corriera hacia el baño.

Regreso a la cama y me acuesto. Durante largos minutos espero a Mónica para dormir, pero no sale sino después de una hora. Apaga la luz y en completo silencio viene y se acuesta junto a mí.

Suelta leves sollozos y se abraza a sí misma.

Suspira y la tapo con las sabanas. Le doy la espalda y cierro los ojos, cuento las horas para que amanezca e irme a trabajar.

            
            

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