Capítulo 9 9

MONICA

Estoy en el baño dejando que las lágrimas se vayan junto al agua que recorre mi cuerpo. Un bebe, no había pensado en un bebe desde que desperté con sangre entre mis piernas, pero era claro que en algún momento iba a suceder. Damián viene aquí y me toca tres o cuatro veces al día.

Temo mucho tener otro aborto. No quiero que nada malo me pase a mí o al bebe. En este lugar no se puede criar un bebe, ni siquiera escapar, puedo porque cada esquina, cada ventana y cada puerta hay un hombre, un hombre de Damián vigilando y comunicándole todo a su patrón.

Tal vez este niño sea lo único bueno que tendré en mi vida, ya que el modelaje y el amor se fueron al demonio. Solo queda ese bebe y... me asusta.

-¡Mónica! -me sobresalto al escuchar su voz -debes tomar tus vitaminas, ya ha pasado los treinta minutos, así que sal de una vez o entraré por ti.

-Un momento.

Cierro la ducha y me coloco el albornoz, salgo del baño encontrándome con Damián y las pastillas en su mano. Cojo el vaso del agua y las tomo.

-Bien, es hora de dormir.

Me coloco la bata que ha dejado sobre la cama. Quito la toalla de mi cabello y me acuesto en la cama, pero Damián me lo impide.

-Pedí una secadora, no puedes acostarte con el cabello húmedo, podrías enfermarte.

Luego de un largo proceso, Damián termina. Me toma desde la cintura y apaga la lámpara. Acaricia delicadamente mi vientre, ojalá hubiera sido así antes y tal vez seguiríamos enamorados, pero no puedo vivir se los hubiera.

Cierro los ojos cansada por el largo día.

-Damián.

Abro los ojos cuando siento que se mueve bruscamente a mi lado. Lo toco desde el hombro hasta que logro que abra sus ojos, los cuales me miran con furia.

-Maldita sea -se levanta y se posiciona encima de mí tomando mi cuello en sus manos -. Di que eres mía.

El terror me invade, pero hago lo que pide por bien.

-Soy tuya.

-Sí, solo mía -sus manos me aprietan y se me dificulta respirar -Mía malditamente mía.

-Damián... me lastimas.

-¡No! -la palma de su mano se estrella en mi mejilla -¡No te hago daño! ¡Nunca te hago daño! -vuelve a golpearme -solo... solo te recuerdo que eres mías. Te amo, Mónica, has sido la única mujer a la que he amado en mi maldita vida.

-Damián, por favor suéltame. Soy tuya, pero me haces daño.

-¡No te hago daño! ¡Deja de decir esa mierda! -alza su puño y golpea mi pómulo -. Esta cicatriz pronto desaparecerá, volverás a ser mi Mónica, esa bella y hermosa Mónica sin cicatriz.

Sus manos vuelven a mi cuello y aprieta con fuerza. Lo araño e intento golpearlo, pero todo es en vano, de pronto solo caigo en la oscuridad.

...

Hoy es san Valentín, esa fecha donde los enamorados se recuerdan su amor. Damián se está cambiando, ya que tiene un almuerzo con los de la empresa, todos llevaran a sus parejas, pero él no y eso no me importaste.

Acabo de despertar hace poco y lo primero que duele son sus huellas en mi cuello.

-Al fin despiertas -me abrazo a mí misma cuando oigo su maldita voz -ya es medio día, así que baja a almorzar.

-Está bien -susurro.

-Volveré para la cena.

Damián vino a mí y beso mi frente y luego mis labios. Salió de la habitación dejándome sola y sinceramente lo agradezco. No quiero soportarlo ahora.

Cuando estoy a punto de acostarme y dormir escucho que la puerta se abre. No volteo y me mantengo acostada, sin embargo, siento algo peludo a mi lado.

Me siento en la cama encontrándome con una bella perrita.

-Oh, hermosa.

La acaricio varias veces y sin evitarlo sonrió. Es hermosa y pequeña. Anteriormente, le había contado a nana que quería una perrita y no puedo creerlo que ahora la tengo.

Por lo menos pude sonreír este día.

DAMIAN

Mis socios sonríen y besan a sus parejas como lo más preciado del mundo. San Valentín es un día que se celebra en mi empresa y lamentablemente no pude traer a Mónica.

Anoche... tuve una pesadilla, más bien un recuerdo cuando Gian y Mónica estaban teniendo sexo. Una noche los vi en el baño de hombres de un bar, ambos disfrutaban mientras que yo hervía de celos en ese instante.

Ese sueño hizo que perdiera los estribos cuando ahora más que nunca debo controlarme.

-Damián -Don Alejando viene a mí con una copa de champán -¿Y Mónica? Quisiera felicitarla por la portada.

-¿Disculpe?

-A pesar del mal chisme que se formó, tu esposa estuvo en la portada de una de las mejores revistas del país ¿Acaso no te enteraste? Margaret me leo recordando cada día de esta semana.

-No, no estaba ni por enterado -suspira

-Pero me alegro por mi esposa, ha logrado cosas grandiosas.

-Felicítala de mi parte -bebe de su copa -¿Y dónde está ahora?

-En casa, se sintió mal esta mañana debido a su embarazo, así que no pudo venir.

-Deberías ir con ella amigo, ahora es cuando más tu mujer te necesita -mira a su mujer detrás de mí, sonriendo junto a su hijo -. Los hijos son lo mejor. Mi esposa y yo estamos trabajando en el número dos.

-Espero que todo salga bien.

-Eres el jefe Damián, ve con Mónica y disfruta de este día.

Tomé el consejo de Don Alejandro y salí de ese lugar para volver con Mónica. Conduje durante una hora hasta llegar a casa, bajo y entro encontrándome con varios platillos de comida en la mesa.

-Señor Damián, no pensé que estaría aquí tan temprano.

-Preferí pasar este día con Mónica, ¿Dónde está? -pregunto cerrado la puerta.

-Dormida, acaba de comer y tomo sus vitaminas como usted ordenó.

-Perfecto -deshago el nudo de mi corbata -¿La perra?

-Su madre no ha venido, señor.

Quiero reír por aquel comentario, pero mantengo mi compostura seria. Entro al bar con intenciones de un whisky, pero al recordar lo que sucedió hace algunos meses me quitan las ganas.

-Me refiero a la perra que compre para Mónica -aclaro.

-Está arriba, con Mónica. Se veía feliz.

-Bien. Necesitaré que le compres las cosas necesarias a la perra, ya que mañana Mónica y yo nos iremos a Islandia por algunos meses, hasta que el bebe nazca.

-¿Es-estarán todos esos meses fuera?

-Sí, quiero sacar a Mónica de aquí. Tal vez podremos reconstruir nuestro matrimonio en el viaje.

-Ojalá así sea señor.

Subo las escaleras y entro a la habitación. Me quito mis zapatos y la camisa, y cuando estoy a punto de acostarme al lado de Mónica, la perra me gruñe y ni bien toco la cama, sus dientes se clavan en mi mano. No duele, pero es jodido que esa cachorra quiera sacarme.

La tomo de un rápido movimiento y la bajo. Por las que intenta volver a subir no lo logra, ya que es demasiado pequeña.

Abrazo a Mónica desde el abdomen y beso su cuello. Espero que nuestro viaje pueda servir para reconstruir nuestro matrimonio.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022