Capítulo 8 8

DAMIAN

Vuelvo a estrellar mi puño en la mejilla del hombre. Él escupe sangre y vuelve a rogar que lo deje. No, no lo hago. Pienso que es Gian y que está pagando por robarse a mi esposa, por mandar a ese paparazzi y por todos los inversionistas que terminaron su contrato.

-Maldita basura.

El último golpe cae en su nariz destruida. Me acerco a la mesa y limpio mi puño. He acabado por hoy. Salgo del sótano sin decir alguna palabra y subo a mi habitación en donde encuentro a Mónica atada y a mi merced.

Dirijo mi mirada a la ventana con abarrotes, está lloviendo y ha comenzado hacer frío. El invierno está iniciando. Suelto un suspiro y voy al armario por algo de ropa. Le coloco uno de sus vestidos de satín y unas medias.

Añado unos mantas y quito las esposas de sus pies y brazos para que pueda dormir cómoda.

Luego voy al baño y me doy una ducha dejando que el agua se lleve el resto de sangre de aquel idiota.

Unos quince minutos luego me aseguro de cerrar cada puerta con seguro. Me acuesto en la cama y sujeto a Mónica desde la cintura atrayéndola a mí.

-Por fin juntos, Mónica.

...

Siento como alguien empieza a moverse en mis brazos. Abro los ojos lentamente, encontrándome con Mónica, quien acaba de despertar e intenta salir de mi agarre.

-Quédate quieta -susurro apretándola sin oportunidad que escape.

-N-necesito ir al baño -susurra -. Tengo que ir al baño.

Me pongo de pie junto a ella y la llevo al baño, saco la llave de mi pantalón y abro la puerta. Mónica entra con la cabeza agachada y mientras que está ahí me fijo la hora, cuatro de la madrugada, carajo, no podre volver a dormir.

Mónica sale a los pocos segundos, vuelvo a tomarla de la mano y la lanzo bruscamente a la cama haciendo que pueda ver sus muslos.

-Ya que estás despierta, es mejor aprovechar este tiempo.

Me bajo el pantalón y libero a mi reciente erección. Mónica niega con la cabeza e intenta bajar a la cama, pero no se lo permito.

-Intentas gritar, morderme o levantarte de esta cama, te mandaré al sótano Mónica y no saldrás de ahí durante seis meses, sabes que cumplo mis promesas querida -rozo mis dedos con su cicatriz -y añadiré otra cicatriz a este bello rostro.

-No por favor.

Amo que ruegue.

Dirijo uno de mis puños a su costilla provocando que se retuerza de dolor.

-Es hora que entiendas tu lugar ¿No querías comportarte como una esposa? Pues ahora serás mi esclava -vuelvo a golpearla -¡¿Entendiste?!

-Sí, pero por favor ya no me golpees.

Mónica asiente y solo mira hacia la ventana. Rompo su bata en mis brazos, dejándola completamente desnuda para mí. Comienzo a dejar preciosas marcas sobre su cuello y bajo hacia su abdomen, a ese lugar donde hace poco estuvo nuestro bebe y tal vez el único, el deseo de padre nunca ha estado en mis planes y dudo querer serlo más adelante.

Dirijo mi polla ansiosa a su delicioso manjar y me hundo por completo en una sola estocada. Escucho un gemido de dolor de su parte y eso hace que comience a con mis profundas y lentas embestidas, ya que quiero que disfrute.

-Gime para mí.

Sus bellos ojos que me vuelven locos me miran sorprendidos. Vuelvo a golpear sus costillas al no oír una respuesta.

-¡Hazlo!

Suelto una carcajada cuando comienza a gemir. Son faltos, extraño los verdaderos.

Tal vez un embarazo pueda mantener a Mónica en su lugar. Si pude embarazarla una vez hay más oportunidades. Ya tengo planes para los siguientes meses.

...

Dos meses. Han pasado dos meses, desde las visitas de psicólogo, a más de cinco botellas de cerveza para que Mónica pueda soltar la lengua.

Y dos meses sin salir de la mansión hasta ahora. Mónica estuvo sintiéndose mal desde hace algunas semanas y su periodo se ha retrasado. No sé si ella está inocente o estúpida como para no pensar si está embarazada o no.

-Damián, ¿A dónde vamos? -pregunta.

-Al hospital -contesto.

Asiente y vuelve a dirigir su mirada a la ventana. Me alegra que Gian no se haya acercado a la mansión y mi hermana tampoco ha tenido noticias de él desde que me lleve a Mónica de su casa.

Cuando llegamos al hospital bajamos del auto y unidos de la mano entramos. Nos dirigimos directo al piso de Mariana, al llegar ella se encuentra en la puerta esperándonos y en esos ojos oscuros puedo ver el odio que le tiene a Mónica.

-Mónica colócate este -mi hermana le lanza la bata y ella lo coge antes que caiga al suelo.

-Ve -permito que entre al baño -¿Sabes algo de Gian?

-Ayer envió a su abogado para que firme el divorcio.

-¿Lo hiciste?

-Sí, por un demonio ¿Si no qué? Sería todo un lío legal y preferí ahorrarme ese tiempo.

Mónica sale del baño y se acuesta en la camilla por indicaciones de Mariana. Cuando mi hermana le coloca el gel sobre el vientre me sujeta de la mano. Puedo percibir aquel sentimiento que no siento hace mucho. Miedo.

-Felicidades a la pareja del momento. Mónica estás embarazada.

No me concentro en lo siguiente que dice Mariana y solo veo las lágrimas que bajan por las mejillas de mi esposa. Sinceramente... no esperaba que este embarazo llegara tan rápido y recién me doy cuenta de los límites que tendré que poner ahora para no lastimar a ese bebe.

-¿Qué sucede? ¿Son gemelos?

-No, es uno, pero alégrate por ahora, tu bebe tiene cuatro semanas.

Ayudo a Mónica a bajar y dejo que vaya al baño a cambiarse mientras que mi hermana me dice las recomendaciones y para cuando tendrán los resultados.

-Si tienes que interrumpir el embarazo es mejor hacerlo Mariana, no pienso poner en riesgo la vida de Mónica.

-Parece que no estás de todo feliz por el embarazo -sonríe burlonamente -¿Acaso la embarazaste para tenerla atada a ti?

-Es algo que no te importa.

-Si te atreves hacerle daño a ese bebe, te mato, Damián, eres mi hermano y estoy contigo en cualquier cosa que le hagas a Mónica, pero ese bebe tiene que vivir.

-Sí, sí, sí, siempre tu amor por los niños sale al maldito aire.

-Hablo en serio Damián.

Mónica sale del baño. Luego de recibir la foto de la ecografía y las indicaciones salimos del hospital y le pido al chofer que nos lleve al restaurante.

-Tal vez debemos celebrar.

-¿Estás feliz? -pregunto mirándola a los ojos.

-Si -susurra.

-Pues supongo que yo también.

La tomo de los hombros y la acerco a mi cuerpo en modo de protección. Tal vez este bebe sirva de mucho.

            
            

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