El aire en la oficina era tenso. Amatista despertó lentamente, sus pestañas revoloteando mientras trataba de enfocarse. Sus ojos recorrieron el lugar, deteniéndose en los rostros familiares. Massimo estaba de pie cerca de la ventana, Emilio recargado en el escritorio con los brazos cruzados, y Albertina se encontraba junto a la puerta, sosteniendo
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