El amanecer en la mansión Bourth prometía ser el inicio de un día tranquilo. Enzo despertó temprano, su mirada se posó en Amatista, aún adormilada a su lado. Con un tono autoritario, pero cargado de un matiz juguetón, la instó a levantarse.
-Gatita, apúrate. Vamos al baño. Tenemos que estar listos para tu cita con el médico -dijo, mientras le daba
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