Enzo llegó a la mansión de Franco Calpi sin titubear, con una determinación clara en su rostro. La mansión estaba rodeada de una atmósfera de lujo y exceso. Mujeres hermosas, vestidas con elegancia, paseaban por los pasillos, entre risas suaves y susurros, todas buscando atraer la atención de los hombres presentes, especialmente de los socios de Fr
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