Verónica Rowell
La base militar, estaba, vacía.
-¿Entramos?- Pregunta Estela observando hacía el establecimiento como todos.
-Si la base está vacía, puede que estén en Aftil, y si no está vacía sólo pedimos ayuda y ya- Expuso Daniel. -O que nos coman vivos es otra opción.
-En ese caso, entremos con cuidado.- Agarré del piso lo que parecía ser una tubería. -Karla quédate con Bela y Daniel. Gaby y Mike vienen conmigo.
-¿Por qué ella? es una chica.- Cuestiona Mike señalando a mi hermana.
-Porque tengo un arma y tú no.- Gaby sonríe y pone el bate que le di antes en sus hombros.
-Esperen.- Íbamos camino a cruzar la reja cuándo Daniel nos detuvo.
-¿Y ahora qué quieres niño rata?- Insultó Mike y le di un manotazo por la nuca.
-Las bases militares normalmente proporcionan casa, entrenamiento, campo de tiro, operaciones y cafetería. Están hechas para alojar una o más unidades, esta es una base pequeña así que puede proveer alimentos y agua potable, sin hablar de los suministros de armas que nos puede aportar...
Interrumpí su charla. -Dices que si en realidad está vacía ¿nos quedemos aquí?
-Exactamente eso quería decir.
-Gracias por la información cerebrito.- Habló Mike haciendo un alboroto en el cabello de Daniel.
-Cuídense mucho.- Se despide la pequeña Bela.
Mi hermana lanzó el bate hacía dentro de la zona restringida, lo mismo hice con el artefacto de hierro oxidado.
Mike cruzó sus manos y ayudó a Gaby a subir, estando ella del otro lado procedimos a trepar nosotros.
Recogimos nuestras armas y avanzamos.
La base estaba en total calma, ningún ruido, eso era algo sumamente sospechoso.
-Si el Apocalipsis comenzó en Aftil, es técnicamente imposible que haya llegado hasta acá ya, ¿no?- Susurró mi hermana.
-¿Y si no comenzó en Aftil?- Indaga Mike por lo bajo.
Un fuerte sonido provino de uno de los camiones, hice el gesto harpocrático y con mi brazo guié a los chicos detrás de un contenedor.
-Ayúdenme, por favor.- Quejidos se escuchaban dentro de aquél transporte.
-Quédense aquí, y si tardo mucho vuelvan con los demás-
-Pero a penas acabamos de entrar.- Protestó Mike.
-Tú solo haz lo que te digo.- Susurré firmemente.
-Está bien, ve con cuidado.- Murmuró mi hermana y ambas asentimos.
Me acerqué con cuidado, tenía bastante miedo, mis piernas temblaban y mis manos estaban sudando.
-¡Ayuda! ¿Alguien me escucha?- Los quejidos y pedidos de auxilio se siguen escuchando de dentro.
Mi piel se puso de gallina con un grito grave y varios crujidos que se escucharon de repente, salí corriendo en dirección a los niños y les dije que nos fuéramos de allí.
-Vámonos, corran.- Dije tan agitada, como asustada.
Los niños me siguieron acelerando el paso cada ves más hasta llegar a la reja por la que entramos.
-¿Pasó algo?- Preguntó Karla preocupada.
Miramos el lugar dónde se encontraba el camión y las puertas se abrieron saliendo de dentro al menos una decena de zombies.
-¡Suban al autobús ahora!- Cargué a mi hermana, la lancé hasta la punta de la reja, tomé del brazo a Mike y subimos juntos.
Gaby continuó corriendo hasta dentro del autobús con el bate en mano.
Yo dejé caer la tubería.
-¡Verónica!- Karla soltó un grito señalando mis pies, el short de Mike se había atorado en la reja y esas cosas se estaban acercando.
Suerte que son lentos.
Bajé de vuelta, forcejeo y logro zafarlo, el sube lo que le faltaba y llega con los demás.
Tras sentir una respiración agitada y unos pasos pesados detrás de mí me giro enseguida, tomo el pedazo de hierro que antes dejé caer y le doy en los pies a uno de ellos, luego lo lanzo dándole a dos más, haciendo suficiente tiempo para cruzar.
Me monto, miro por el retrovisor asegurándome de que estén todos dentro del autobús; luego de una rápida revisa prendo el motor para irnos de aquí.
-¿Qué pasó? ¿Cómo llegaron esas cosas ahí? ¿Cómo se esparció tan rápido?- La voz chillona de Karla me desespera, pero sus preguntas son dudas que tenemos todos en este momento.
-No tengo ni idea- Suspiré. -Estela ¿dices que tu padre trabaja en un hospital reforzado?
-Sí, los pacientes tienen comportamientos similares a estos, mi papá les dice locos.- Se ríe Estela con inocencia.
-Me suena a hospital psiquiátrico.- Agrega Daniel. -O manicomio, pero con más confianza diría que lo primero.
-¿Qué es eso?- Pregunta Estela.
-Donde deberían estar tu padre y tú.- Dijo Mike con una sonrisa burlona.
-Estela, un hospital psiquiátrico es un establecimiento de salud mental, dedicado al diagnóstico y tratamiento de enfermedades psiquiátricas.
Derivan históricamente de los manicomios.- Expuso Daniel a Estela.
-Sí, Daniel, ya sabemos que estudias.- Habló Mike poniendo en blanco sus ojos y mirando hacía la ventana.
-Él por lo menos aporta comentarios útiles.- Enunció Gaby.
Reí fuertemente y no pude evitar comentar: -Eso debió doler.
-Hey, no se supone que tu eres la adulta aquí.- Se levanta de su asiento enfadado y haciendo pucheros bastante graciosos.
-Yo no dije nada.- Cerré mis labios y sonreí.
Avanzamos un poco más en la carretera.
-Tengo hambre.- Dijo Bela.
-Yo también- Le siguieron Mike, Gaby, Daniel y Estela.
-Abran una sola lonchera y de ahí compartan y coman todos, porque necesitaremos comida más adelante.- Los niños decidieron abrir la de Estela.
-Tengo sándwich de pollo, queso en cuadritos, verduras, frutas y jugo natural. ¿Qué quieren?
-¿Lo preparó tu abuelita?- Indaga Mike burlándose.
-Mike no seas tan insoportable.- Comenta Gabriela.
-Si quieres comer compórtate.- Le afirmé.
-Vale, vale.- Suspira -Quiero queso y frutas.
-¡Wow! El matón comiendo frutas, no me lo creo.- Bufa Daniel y Mike apretó los dientes. -Yo quiero verduras.
-¿Nada más?- Pregunta Estela.
-Sé que nadie quiere verduras, entonces lo que tendré contiene grandes cantidades de proteína y la suficiente ración como para saciar mi hambre en siete horas aproximadamente, quizás más.- Manifestó Daniel.
-¿De qué es el jugo?- Pregunta Bela.
-Naranja.- Responde Estela.
-¡Lo quiero!- Dice con emoción la pequeña niña.
Estela raciona el sándwich y lo comparte con mi hermana.
-Chicos, llegamos.