La luz de la mañana filtraba a través de las pesadas cortinas, iluminando los muebles sencillos de la habitación de Ethan. Había algo en el aire ese día, una extraña quietud que lo mantenía alerta, incluso sin saber bien por qué. Tras varias noches durmiendo en ese centro de rehabilitación, Ethan comenzaba a acostumbrarse al ambiente, pero a la vez, ese mismo ambiente lo inquietaba más de lo que podía admitir.
En las primeras horas del día, había evitado salir de su habitación, no porque no quisiera la compañía de los demás, sino porque no encontraba consuelo en la idea de interactuar con alguien que no entendiera lo que realmente necesitaba: control. Sin embargo, sabía que pronto tendría que enfrentarse a esa inevitable sesión con Lily.
La inquietud que sentía en su pecho era más profunda de lo que pensaba. Cada vez que pensaba en ella, en sus palabras durante las últimas sesiones, sentía que algo se rompía, como si las barreras que había levantado a lo largo de los años estuvieran comenzando a desmoronarse. **No podía ser tan vulnerable. No podía permitir que nadie tuviera ese poder sobre él.**
La puerta de su habitación se abrió con un suave golpe, y Ethan alzó la mirada, algo impaciente. Allí estaba Lily, como siempre, con su paso firme y su uniforme impecable. Pero hoy, su presencia le pareció diferente. Había algo en su mirada que no lograba descifrar, una especie de desafío tácito que lo puso nervioso.
-Buenos días, señor Bennett -dijo Lily, con su tono habitual de calma, como si nada fuera tan importante, como si la ansiedad que él sentía fuera solo una sombra que ella ignoraba por completo.
-Buenos días -respondió él, algo tenso. Se estiró en la cama, sintiendo un leve dolor en la pierna, algo que no desaparecía del todo, a pesar de los esfuerzos realizados.
-Hoy vamos a intentar algo diferente -dijo ella, mientras se acercaba al equipo de fisioterapia. Ethan la observó con recelo. Sabía que el "algo diferente" generalmente significaba que la sesión sería más difícil de lo que él esperaba.
-¿Qué significa eso? -preguntó, frunciendo el ceño. Su tono de voz no fue de desdén, sino de simple curiosidad, aunque en sus ojos brillaba una chispa de impaciencia.
Lily lo miró con una expresión que no lograba entender del todo. Su calma era casi irritante para él, como si su actitud lo desbordara. Ella no parecía impresionada ni intimidada por su presencia, como el resto de las personas en su vida. No, ella lo miraba como si lo conociera de verdad, como si ya hubiera leído cada uno de sus gestos y viera más allá de la fachada que siempre proyectaba.
-Quiero que confiemos en el proceso, Ethan -respondió, usando su nombre por primera vez en la conversación, como si lo hubiera despojado de su estatus de "señor Bennett" y lo hubiera tratado como una persona más. Eso lo dejó sin palabras por un momento, pero se obligó a no mostrar nada.
-No sé si eso va a funcionar -murmuró, mirando sus manos, que ahora descansaban sobre las sábanas. Era una confesión honesta, pero no del todo. La palabra "confiar" le parecía un lujo que no podía permitirse, no después de haber controlado cada aspecto de su vida durante tantos años.
Lily caminó hacia él sin prisa, con su paso medido y tranquilo. Colocó una pequeña silla junto a la camilla y se sentó frente a él, sus ojos fijos en los suyos.
-Lo sé, no lo crees. Pero eso no significa que no sea necesario. Tienes miedo, y es comprensible. Tu mundo siempre ha girado alrededor del control, pero aquí, el control es una ilusión. Tienes que dejar ir algo de eso para avanzar.
Ethan la miró con intensidad. **¿De qué hablaba? ¿Qué sabía ella sobre su vida?** Su rostro se endureció ante la sugerencia. No había lugar en su mundo para la incertidumbre. **¿Dejar ir el control? ¿Qué significaba eso, realmente?**
-No necesito tu filosofía de vida -respondió, tratando de desviar la atención. Su tono era brusco, pero internamente, las palabras de Lily comenzaban a calar hondo. Estaba molesto, pero no sabía cómo expresar lo que sentía.
Lily no se inmutó. Su actitud seguía siendo serena, sin prisa por cambiar el rumbo de la conversación. Ella sabía que tenía que ser paciente con él, que no podía apresurarse a cambiar su forma de pensar. Pero también sabía que el tiempo era esencial.
-Hoy quiero que te relajes -dijo ella, de una manera tan sencilla que, por un momento, Ethan casi no lo creyó. ¿Relajarse? ¿Él, relajarse? ¿En un lugar como este?
Sin embargo, antes de que pudiera objetar, Lily continuó.
-Lo que vamos a hacer hoy es un ejercicio de respiración. Es parte del proceso de sanar, de reconectar cuerpo y mente. No hay prisa. Solo quiero que confíes en mí por unos minutos.
Ethan la observó con escepticismo. ¿Respiración? ¿De qué servía eso cuando su pierna seguía doliendo y su mente estaba completamente ocupada por la ansiedad de no saber cómo continuar con su vida?
-Lo intentaré -dijo finalmente, con cierta molestia, pero también con una pizca de curiosidad. Algo en el fondo de su ser le decía que debía hacerlo, aunque no entendiera completamente por qué.
Lily asintió, complacida de que hubiera accedido, aunque su rostro no mostraba una expresión triunfante. Ella estaba acostumbrada a lidiar con personas como Ethan: hombres de poder que nunca querían reconocer sus debilidades. Pero ella sabía que, más allá de su fachada, Ethan también era humano.
-Muy bien, quiero que te acuestes en la camilla -le indicó mientras ajustaba su postura, dejándole espacio para moverse. Ella se sentó de nuevo en la silla y cruzó las piernas, su rostro calmado y sereno-. Respira profundamente por la nariz, llena tus pulmones completamente, y luego exhala lentamente. Quiero que sientas cómo cada músculo de tu cuerpo se va relajando.
Ethan, que rara vez se había visto obligado a seguir instrucciones de nadie, se encontró siguiendo sus indicaciones sin pensar. **Esto no tenía sentido, pero tampoco tenía nada que perder.** Se tumbó en la camilla y comenzó a respirar profundamente. Al principio, no lo hacía de manera fluida, pero poco a poco comenzó a notar que su mente se despejaba ligeramente.
-Eso es, continúa -dijo Lily, con su voz suave y tranquila. El sonido de su respiración era calmante, como si cada palabra que saliera de su boca estuviera hecha para ser un refugio en medio de la tormenta.
Ethan cerró los ojos, sintiendo la calidez de su respiración en su pecho. La tensión en sus hombros comenzó a ceder, y aunque aún le parecía todo muy extraño, empezó a notar algo diferente. La ansiedad en su pecho comenzó a disminuir, y por primera vez en días, se sintió un poco más ligero.
-Bien, ahora quiero que pienses en lo que más te preocupa. Lo que te da miedo. ¿Qué es lo primero que te viene a la mente? -preguntó Lily, rompiendo el silencio que había envuelto la habitación.
Ethan no respondió de inmediato. Por primera vez, se dio cuenta de que la pregunta era difícil de contestar. La idea de perder el control era aterradora, lo sabía. Pero lo que le aterraba aún más era pensar en lo que sucedería si no lograba cambiar.
-Mi empresa -dijo al fin, casi sin darse cuenta de lo que decía. -Tengo mucho que perder.
Lily asintió, como si hubiera esperado esa respuesta.
-Tienes mucho que perder porque, hasta ahora, todo lo has hecho por miedo a perderlo. Pero el miedo nunca es una buena motivación, Ethan. ¿Y si te dijera que, a veces, perder el control es lo único que nos permite avanzar?
Ethan la miró, con los ojos entrecerrados, pero algo en sus palabras lo hizo reflexionar. **¿Qué sabía ella realmente sobre el miedo?**