Capítulo 10 Límites Definidos

El amanecer llegó con una calma engañosa a la mansión Ferreira. Valeria despertó más temprano de lo habitual, perturbada por un pensamiento constante: ¿hasta dónde llegaba esta alianza con Damián? Mientras observaba la luz del sol filtrarse por las gruesas cortinas, una resolución comenzó a tomar forma. No podía continuar en este juego sin aclarar los términos, sin poner ciertos límites que le devolvieran el control.

Damián estaba en el salón principal cuando Valeria lo encontró. Estaba inmerso en una videollamada, hablando con tono seguro y cortante. Su voz proyectaba una autoridad que intimidaba incluso a través de una pantalla. Al percatarse de su presencia, Damián finalizó la llamada con un gesto decidido.

-Buenos días, Valeria -dijo, girando su silla para enfrentarla-. ¿Qué te trae aquí tan temprano?

Valeria tomó asiento frente a él, su postura recta y sus ojos firmes indicaban que no estaba allí para una charla casual.

-Necesitamos hablar -comenzó ella-. Sobre nosotros.

Damián arqueó una ceja, sorprendido por su tono directo.

-¿Nosotros? -repitió, como si estuviera tanteando el terreno.

-Sí. Sobre lo que implica este contrato matrimonial.

El silencio que siguió fue tenso, pero Valeria no retrocedió.

-Desde el principio, ambos acordamos que esto era un acuerdo puramente estratégico -continuó-. Pero con todo lo que ha pasado últimamente, necesito asegurarlo una vez más. No habrá contacto físico ni ningún tipo de intimidad entre nosotros.

Damián la observó durante varios segundos. Su expresión era inescrutable, pero finalmente asintió.

-Eso ya estaba implícito, pero si necesitas escucharlo nuevamente, aquí lo tienes: no pretendo cruzar ninguna línea, Valeria. Este matrimonio es un medio para un fin, nada más.

Aunque sus palabras eran tranquilizadoras, había un matiz en su tono que Valeria no pudo identificar del todo.

Un Nuevo Desafío

Horas más tarde, mientras Valeria repasaba documentos que Marco le había proporcionado, el sonido de un vehículo en el camino de entrada la hizo mirar por la ventana. Un coche negro y reluciente se detuvo frente a la entrada principal. De él descendió un hombre que parecía salido de una revista de moda: alto, impecablemente vestido y con un aire de arrogancia que se sentía desde lejos.

-¿Quién es? -preguntó Valeria a Marco, quien había entrado justo en ese momento.

-Es Luis Menéndez, un abogado que trabaja estrechamente con Navarro -respondió Marco, con una nota de disgusto en su voz-. Viene en representación de él, probablemente para negociar algo.

La sola mención de Navarro hizo que Valeria sintiera un escalofrío. Desde la gala, el nombre del empresario se había convertido en sinónimo de amenaza.

Damián recibió a Menéndez en su despacho. Valeria, por indicación de Marco, permaneció en la sala contigua, donde podía escuchar fragmentos de la conversación.

-Navarro está dispuesto a reconsiderar su postura si cedes parte del control de los activos internacionales -dijo Menéndez, su tono cortés pero cargado de intención.

-Dile a Navarro que no estoy interesado en ninguna propuesta que implique ceder control -replicó Damián con frialdad-. Si piensa que puede intimidarme, se está equivocando de enemigo.

La tensión en el despacho era palpable, incluso desde donde Valeria estaba. Sin embargo, lo que más la sorprendió fue el breve intercambio que siguió.

-Damián, sabes que estás jugando un juego peligroso -dijo Menéndez, su voz más baja, casi amenazante-. No siempre tendrás la ventaja.

Damián permaneció en silencio por unos segundos antes de responder con calma:

-Puede que no siempre tenga la ventaja, pero siempre tendré algo que Navarro nunca entenderá: lealtad.

Un Encuentro Revelador

Después de que Menéndez se marchara, Valeria fue llamada al despacho. Damián parecía más tenso de lo habitual, pero había un brillo en sus ojos que indicaba que no estaba dispuesto a rendirse.

-¿Cómo estás manejando todo esto? -preguntó, su voz más suave de lo que ella esperaba.

-Estoy aprendiendo -respondió Valeria con sinceridad-. Pero hay algo que quiero entender. ¿Qué es lo que realmente te impulsa, Damián? ¿Es solo proteger tus negocios?

Él se quedó en silencio por un momento, como si estuviera decidiendo cuánta verdad compartir.

-Es más que eso -dijo finalmente-. Esto no se trata solo de negocios, Valeria. Se trata de mantener un legado, de demostrar que no puedes ser doblegado por alguien como Navarro.

Valeria notó la intensidad en sus palabras. Por primera vez, vio algo más allá del hombre calculador y frío: una pasión profundamente arraigada por lo que hacía y por lo que representaba.

Preparativos para lo Inesperado

Esa noche, mientras repasaban la lista de próximos eventos, Marco le entregó a Valeria un dossier con información detallada sobre los asistentes más relevantes.

-Tendrás que prestar especial atención a Gabriela Solano -dijo Marco-. Es una empresaria influyente y tiene la capacidad de inclinar la balanza en nuestro favor.

Valeria estudió la foto de Gabriela y leyó con atención las notas sobre ella. A medida que avanzaba, se dio cuenta de que cada encuentro, cada conversación, era una pieza crucial en un juego de ajedrez que apenas estaba comenzando a entender.

Antes de retirarse, Damián la detuvo en el pasillo.

-Valeria -dijo, su voz baja pero firme-. Sé que no pediste estar en esta situación, pero necesito que sepas que tu papel aquí es más importante de lo que crees.

Ella asintió, sintiendo el peso de sus palabras. Aunque todavía había mucho que desconocía, estaba comenzando a comprender que su presencia en la vida de Damián no era solo una estrategia: era una apuesta. Y en este juego, no había lugar para el fracaso.

Un Juramento de Límite y Confianza

Mientras se preparaban para la cena, Valeria decidió reafirmar lo que había planteado esa mañana.

-Damián, sobre lo que hablamos... -comenzó, buscando su mirada-. Gracias por respetarlo.

-Siempre lo haré -respondió él, su tono sincero-. Este acuerdo puede tener muchas facetas, Valeria, pero una cosa es segura: no haré nada que comprometa tu confianza en mí.

Con esas palabras, ambos compartieron un momento de entendimiento silencioso. Aunque el futuro seguía siendo incierto, había algo innegable: el vínculo que estaban construyendo, aunque frágil, era auténtico.

            
            

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