El amanecer apenas se asomaba por el horizonte, pintando de tonos dorados y rosas el cielo, cuando Valeria se levantó de la cama. La noche había sido larga y plagada de pesadillas, cada una de ellas con fragmentos de las conversaciones que había escuchado en la reunión. El nombre de Navarro resonaba como un tambor en su mente, y el comentario de Sa