Capítulo 7 La Estrategia Oculta

Valeria despertó temprano esa mañana, aunque apenas había dormido. La atmósfera dentro de la residencia de los Ferreira era cada vez más pesada, como si las paredes mismas estuvieran impregnadas de secretos. Desde su llegada, había sentido que cada conversación, cada gesto, estaba calculado al milímetro, y esa noche no sería la excepción.

Después de un desayuno solitario en su habitación, Marco tocó la puerta suavemente para anunciarle que Damián la esperaba en el despacho. La idea de enfrentarse a otra conversación con él la llenaba de nerviosismo. Aunque había logrado mantener una fachada de calma, sabía que su rol en este intrincado juego de poder apenas comenzaba a definirse.

Al llegar al despacho, Damián estaba frente a su escritorio, revisando algunos documentos. La silla de ruedas en la que estaba sentado no hacía nada para disminuir la fuerza de su presencia. Cuando levantó la mirada, su expresión era indescifrable.

-Valeria, siéntate -dijo, señalando una de las sillas frente al escritorio.

Ella obedeció, notando el cuidado con el que había dispuesto su espacio. Cada objeto estaba en su lugar, cada detalle parecía una declaración de control.

-Quiero hablar sobre nuestra próxima aparición pública -continuó Damián-. Es importante que entiendas el papel que debes desempeñar.

-Estoy escuchando -respondió Valeria, tratando de mantener la voz firme.

Damián esbozó una leve sonrisa, como si apreciara su intento de seguridad.

-Asistiremos a una gala benéfica en dos días. Es una tradición para la familia Ferreira, y una oportunidad para reforzar nuestras alianzas. También es un lugar donde las rivalidades suelen aflorar, así que necesitaré que sigas mi guía en todo momento.

-¿Qué esperas que haga exactamente? -preguntó Valeria, sintiendo cómo el peso de su situación se hacía más tangible.

-Nada más que aparentar -respondió él con franqueza-. Nuestra relación es un símbolo, una herramienta que debo usar para mantener ciertas alianzas. Pero hay una regla que debemos dejar clara: entre nosotros, todo debe permanecer en el terreno de la apariencia. No habrá contacto físico más allá de lo estrictamente necesario, y mucho menos... intimidad.

La franqueza de Damián la tomó por sorpresa, pero también le ofreció un extraño alivio. Aquella aclaración, aunque fría, le daba un marco claro dentro del cual moverse.

-Entendido -dijo Valeria, aunque no pudo evitar preguntarse cómo sería cumplir ese rol sin cruzar ninguna de esas líneas.

Damián asintió, satisfecho con su respuesta.

-Hay algo más que debes saber. En este tipo de eventos, no todos los presentes serán nuestros aliados. Algunos estarán allí para observar, otros para buscar debilidades. Es fundamental que mantengas la compostura en todo momento.

-¿Y si alguien me hace preguntas que no puedo responder? -inquirió ella, anticipando los posibles escenarios.

-En ese caso, dirás que estás aprendiendo. Nadie espera que una recién llegada entienda todos los entresijos de los Ferreira. Lo importante es que muestres lealtad.

Valeria asintió, aunque el nudo en su estómago no se deshizo. La conversación terminó poco después, y Damián la despidió con un gesto. Mientras volvía a su habitación, sus pensamientos eran un torbellino. ¿Qué tan profunda era la red de intrigas en la que se había involucrado? Y más importante aún, ¿sería capaz de mantener su lugar sin perderse a sí misma en el proceso?

La Gala Benéfica

Dos días después, Valeria se encontraba en el centro de un lujoso salón de eventos, rodeada por la élite empresarial de la ciudad. Las luces de las enormes arañas brillaban sobre las cabezas de los asistentes, reflejándose en las copas de champán y las joyas resplandecientes. Damián estaba a su lado, su postura en la silla de ruedas era tan digna como la de cualquier hombre de pie.

La entrada de ambos había sido calculada al detalle. Valeria llevaba un vestido rojo que Damián había elegido, un color que destacaba entre los tonos neutros predominantes y que enviaba un mensaje claro: los Ferreira estaban allí para ser vistos.

A lo lejos, reconoció a la señora Navarro, cuyo semblante frío la hizo recordar la advertencia de Marco en el evento anterior. La mujer la observó por un instante antes de acercarse, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

-Valeria, querida, estás deslumbrante esta noche -dijo Navarro, extendiendo una mano enguantada-. ¿Cómo te sientes en este nuevo mundo?

Valeria tomó la mano de la mujer, devolviéndole la sonrisa.

-Es un desafío, pero estoy aprendiendo mucho. Damián ha sido un gran apoyo.

Navarro lanzó una mirada a Damián, quien permaneció en silencio, observando con atención cada interacción. Valeria notó cómo Navarro intentaba medirla, como si buscara grietas en su fachada. La conversación se mantuvo superficial, pero cada palabra intercambiada era un juego de estrategia.

Más tarde, mientras Damián se involucraba en una discusión con algunos socios, Valeria aprovechó para observar el entorno. Su mirada se cruzó nuevamente con la de Marco, quien estaba al fondo del salón, actuando como un observador discreto. Él le hizo un leve gesto, indicándole que se acercara.

Cuando llegó a su lado, Marco le habló en un tono apenas audible.

-Tenga cuidado con Navarro. Está intentando socavar la posición de Damián.

-¿Por qué me dices esto? -preguntó Valeria, desconfiando de sus intenciones.

-Porque aunque no sea parte de esta familia, tengo lealtades claras. Usted es una pieza clave en este juego, y necesito que entienda lo que está en juego.

Antes de que pudiera responder, Marco se retiró, dejándola con más preguntas que respuestas. La noche continuó entre conversaciones tensas y miradas cautelosas, pero Valeria sentía que había dado un paso más en la comprensión del complejo mundo de los Ferreira.

Cuando regresaron a la residencia, Damián rompió el silencio en el coche.

-Hiciste un buen trabajo esta noche. Navarro no logró intimidarte, y eso es importante.

Valeria lo miró, intentando descifrar si sus palabras eran un cumplido sincero o simplemente parte de su estrategia.

-Gracias. Pero creo que esto apenas comienza, ¿verdad?

Damián asintió, y por primera vez, una chispa de respeto mutuo pareció surgir entre ellos. La batalla por mantener las apariencias y navegar las intrigas apenas comenzaba, y ambos sabían que dependerían más el uno del otro de lo que estaban dispuestos a admitir.

            
            

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