Amatista y Enzo llegaron a la mansión poco después de su cita médica. El auto se detuvo frente a la imponente entrada, y Enzo, como siempre, se apresuró a rodear el vehículo para abrirle la puerta a Amatista. Ella aceptó su mano con una ligera sonrisa, agradecida por su atención, y con cuidado salió del auto. Su vientre comenzaba a notarse más, y a
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