La noche había caído sobre la mansión Bourth, envolviendo la propiedad en un silencio pesado. Enzo cruzó la entrada principal con pasos firmes, dejando atrás el gélido aire nocturno. Sin detenerse a mirar a nadie, se dirigió directamente a su oficina. Cerró la puerta tras de sí, buscando la soledad que solo esas cuatro paredes podían ofrecerle.
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