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Las ganas de llorar no eran nulas. En todo momento de camino a su edificio me concentré en mirar por la ventana para no tener que mirarlo a él o que notara las lágrimas al borde del colapso. En muchos momentos cerraba los ojos para evitar que las gotas de sal se siguieran acumulando en mis ojos sintiendo estos arder.
Claro no quería estar ahí. O