Capítulo 8 NATHANIEL

-Lamento decirte que ya no tienes el poder de mantenerme en Los Ángeles -exhalé en un suspiro aburrido mientras movía ligeramente el vaso de cristal en mi mano.

Los ojos de Henry me miraron fijos, fríos, alarmados. Sonrió de lado y se aclaró la garganta levantándose de la silla detrás del escritorio.

-Muchacho, ¿acaso no te ha ido bien? -cuestionó mirándome desde detrás del escritorio.

-No he dicho lo contrario, pero el contrato de tu juego que me hiciste firmar hace meses decía simplemente seis meses -lo miré fijamente después llevando el vaso con el whisky a mi boca.

Di un trago, dejé que mi lengua saboreara un poco y después lo hice deslizar por mi garganta.

-Te di tres meses de vacaciones, ya pasaron y dijiste que para ese entonces me tendrías una respuesta respecto a la renovación de contrato -comentó mientras tomaba un porro y lo encendía.

Automáticamente fui a una esquina de aquel lugar, no podía llegar a mi siguiente parada oliendo a tal cosa.

-Y ya te di mi respuesta -establecí mirándole con una expresión serena-. No voy a volver a Los Ángeles, al menos no ahora. Lo que te puedo ofrecer es seguir trabajando para ti en uno de tus clubs de aquí en la ciudad -agregué sin mover ni una de mis facciones.

Antes de que Henry pudiese dar una calada más al porro, me miró. Sus ojos fijos en mí claramente esperando a que le diese otra respuesta. No lo hice, tampoco iba a hacerlo.

En los tres meses que habían pasado me había ido bien. En cierta forma estaba viviendo de nuevo mi vida sin que tuviese que estar controlada o que tuviese que estar cada noche en el mismo lugar a tal punto de comenzar a hartarme siempre estar entre las mismas cuatro paredes. Definitivamente no iba a volver a Los Ángeles, al menos aquella decisión no estaba en mis planes por el momento.

Dos veces al mes había trabajado en estos tres meses y me iba bien, sumando las grandes cifras que ganaba en Los Ángeles. Incluso podría dejar de trabajar si quisiese, por un largo tiempo podría no hacerlo y vivir tranquilamente, pero tampoco me iba a fiar.

Henry ahora trataba de convencerme de volver a trabajar en Los Ángeles, pero me negaría siempre. Después de todo no tenía nada más con que amenazarme y cualquier movimiento en falso que hiciera, yo lo notaría.

Los meses trabajando para él también me había encargado de estudiarlo, analizarlo, conocerlo. Si iba a estar con el enemigo, entonces tenía que conocerlo más que a mí mismo.

Sabía absolutamente todo de él. Sus últimos movimientos, propiedades, negocios, trabajadores, socios, familia e incluso los actos ilegales como las personas que ha mandado a asesinar o la mercancía que vende o compra. Aquel hombre era todo un caos. Un caos lleno de poder con un gran disfraz de excelente negociador ante la sociedad.

Tenía las suficientes pruebas para hundirlo si era necesario. No lo haría si no estaba seguro de lo que podría pasarme. Prefería mantenerlo a borde y esperar el momento indicado si era necesario. Por el momento no me apetecía el entrar en un conflicto del que probablemente terminaría frustrado y encasillado en mis propios demonios.

-¿Cuántas veces al mes? -preguntó finalmente casi rendido en que no habría otra respuesta de mi parte.

-Dos o tres está bien -me encogí de hombros sin darle mucha importancia-. Lo dejo a tu criterio -comenté finalmente después dando otro trago del frío líquido.

-Tres -repuso de inmediato mirándome de lado y después dando una calada al porro-. ¿Quieres también dirigir?

De inmediato negué y di un paso lento hacia el frente.

-Solamente juegos -aclaré mirándole serio.

Me sostuvo la mirada igual en espera de que me corrigiese a mí mismo. No lo hice.

-De acuerdo -comentó apretando la boca, dio una calada al porro y después dejó salir el humo de su boca y nariz-. ¿Empecemos el viernes? -preguntó mirándome apenas de reojo mientras volvía a sentarse sobre la silla.

-No -de inmediato la respuesta salió de mi boca.

Me permití dar el último trago de aquel whisky, disfrutando del frío de este resbalar por mi garganta. Me acerqué a la mesita con ruedas, dejé ahí el vaso chocando el cristal con el aluminio. Alcé la mirada hacia los ojos claros de Henry, quien miraba cada una de mis acciones con atención como si no quisiese perderse ningún detalle.

-Este viernes no puedo -le aclaré tomando el saco en el sofá, me lo puse y me acomodé las mangas de este-. Empezamos el próximo lunes -relamí mis labios acercándome a la puerta.

-Próximo lunes entonces -soltó Henry casi en un exhalo.

Asentí. Le di una última mirada después abriendo la puerta sin decir nada más saliendo de ahí.

Detestaba ese lugar. Tan solo salir de aquella oficina la música invadió mis oídos y las luces violetas y rojas mis ojos. Apreté la mandíbula queriendo salir de inmediato de ahí. Caminé por aquel pasillo hasta salir al centro del lugar. La gente bailaba en el centro mientras el humo de las máquinas se metía entre ellas.

Bailaban y cantaban a todo pulmón. La gente tomaba en la barra o sentada sobre los sofás alrededor. Mi mirada se fijó en un punto en específico. Aquel punto que de haber sabido lo que provocaría, nunca me hubiese atrevido a mirar. Ahí donde la había visto hacía ya casi más de un año.

La imagen de ella riendo y tomando aquellos shots de tequila me hizo casi tensarme. Después la imagen de ella bailando en el centro de la pista me hizo casi querer sonreír, pero no lo hice. Simplemente fruncí el ceño sintiendo coraje y odio.

En ese momento deseaba que en un tiempo atrás mis ojos no se hubiesen fijado en ella, quizá todo hubiese sido mucho más fácil y me hubiese ahorrado ese dolor que me había hecho tomarle odio y rencor. No podía pensar en ella sin sentir coraje e impulsos por decirle que me había arruinado. Hacerla que viera todo lo que había ocasionado en mi vida, todo el desastre que había traído a esta.

Me había arruinado incluso cada paso que daba en la ciudad. No había un lugar al que fuera que no hubiese estado ella ahí antes, conmigo. Detestaba eso. Detestaba tener que verla en cada parte.

Pero me había acostumbrado porque aunque una parte de mí la odiaba, la otra parte ya estaba en un proceso de sanación en el que ella ya no significaba nada para mí. Ella ya no era aquello que abarcaba gran parte de mi vida, ya no era ese elemento esencial o necesario en esta. Se había convertido simplemente en un mal recuerdo que me atormentaba.

Saliendo de todo pensamiento con relación a ella, apresuré el paso para salir de ahí. Salí del club, viendo la larga fila que había para entrar en esta, chicas y chicos jóvenes esperando con ansias entrar al lugar para empezar una noche divertida en compañía de música y alcohol.

Involuntariamente mis ojos miraron cada chica que iba en esa fila. Involuntariamente mis ojos la buscaron, preguntándome si ella estaría ahí.

No lo estaba, chicas castañas o rubias con ropa diminuta avanzaban en esa fila. Mi castaña de ojos verdes no estaba ahí. No estaba y seguramente no lo estaría jamás de saber quien era dueño de aquel lugar. Claro a menos que quisiese de nuevo meterse en terreno peligroso todo por una cantidad de dinero, ya lo había hecho una vez y no encontraba la razón por la que no lo haría una vez más.

No. No era mi chica. No era mi castaña de ojos verdes, no lo era. Había dejado de serlo hacía diez meses atrás. A dos meses de cumplirse un año de su traición, aún no podía sacar de mi mente del todo lo que había sido de nosotros. Una parte de mí me empujaba a recordar, la otra me jalaba para salir de aquel recuerdo de inmediato que había sido cubierto por una tela de dolor y decepción, después siendo una cortina de coraje y odio.

La vería, en tres días la vería y no sabía como iba a reaccionar ante su presencia. La última vez había sido una tortura, había sido un acto de desesperación, necesidad, coraje y había sido un completo desastre. Un desastre del que tardé en recuperarme mucho tiempo.

¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué se había atrevido a buscarme? ¿Es que acaso no le había sido suficiente aquel mismo día cuando la tuve frente a mí y la ignoré? ¿Por qué me torturaba de aquella manera? ¿Por qué tenía que ser tan egoísta en buscarme y no pensar en si yo ya estaba bien? Se suponía que ya lo estaba, se suponía que la idea de no volver a tenerla cerca de mí ya se había impreso en mi cabeza como una plana. Y aquel día todo se había ido a la mierda. No había podido controlar mis impulsos. Me había sido imposible y por eso me atreví a besarla.

Por un momento mientras la besaba, mientras sentía su boca fría contra la mía que en segundos se hizo tibia, pensé en perdonarla. Pensé en que existía la posibilidad de mandar todo a la mierda y perdonarla para volver a tenerla conmigo. Había pasado meses enteros tratando de recordar como era sentir su boca contra la mía una vez más. Tratando de recordar como era tenerla junto a mí, tocar su suave piel, respirar su aroma, que mi respiración volviese a mezclarse con la suya.

Pero tampoco podía permitirme eso. No podía perdonarla, una parte de mí se rehusaba a hacerlo. No podría. ¿De qué me servía hacerlo si no podía mirarla de la misma manera? ¿De qué me servía hacerlo si al mirarla no podría pensar en otra cosa más que en el daño que me hizo? No importaba que la perdonara, porque igual no volvería a ella. No volveríamos a estar juntos. No podría permitirme eso.

La fila fue disminuyendo poco a poco hasta que la última chica entró al club. Miré las letras doradas del letrero en la entrada: LAVO.

Mis ojos miraron aquel lugar donde hacía más de un año ella estaba ahí, sentada con mi saco alrededor de sus hombros. Me vi a mí mismo ponerme de cuclillas para entregarle la botella, la duda en su mirada, y de pronto su rostro vino a mi mente. Recordé que aquella primera vez ahí junto a ella no podía dejar de pensar en lo preciosa que me parecía, en lo atractiva que me resultaba y en lo fascinante que lograba parecerme con sus preguntas y respuestas en Sur La Route. El pensamiento de que no iba a permitir que fuese la última vez que le vería, quise reírme de mí mismo porque quizá desde aquel momento tuve que ver las señales de que sería alguien que me terminaría arruinando.

Estaba la posibilidad de negarme a aquel evento donde tendría que volver a verla, Jessica me lo había dejado en claro. Pero tampoco existía la posibilidad de negarme ante tal propuesta de Jessica porque de ninguna manera podría hacerlo eso a ella, no cuando me había dado el honor y oportunidad de ser el padrino de su pequeña, cosa que me sorprendió cuando me lo propuso.

''Le salvaste la vida'', sus palabras sonaron en mi cabeza cuando le pregunté por qué me había elegido a mí. ''Me salvaste la vida y con la mía hiciste lo mismo con la de ella, de no ser por ti probablemente siquiera hubiera nacido'', dijo casi con lágrimas en los ojos.

Acepté. Acepté porque a pesar de mi pasado con Jessica, había sido uno de mis más grandes apoyos en los últimos meses, casi un año.

Casi me niego a la invitación cuando me dijo que Valet asistiría, y era claro que lo hiciera pues era el bautizo de la hija de su mejor amigo. Hubiese sido absurdo pensar que no asistiría. Justo en ese momento volví a maldecir a Jessica por haber tenido la suerte de meterse con el mejor amigo de la persona que ahora era mi ex y que me había destruido en todos los ámbitos. ¿Por qué la suerte no estaba de mi lado en ese aspecto?

Aparte de la ceremonia, tendría que asistir a una cena donde solamente seríamos un máximo de ocho personas, contando a la pequeña por la que celebraríamos. Y entre esas siete personas aparte, estaba Valet. Lo que significaba que tendría que estar en la misma habitación que ella por unas cuantas horas. Tendría que soportar escuchar su voz, mirarla, porque seguramente lo haría, tendría que hacerlo.

Tenía algo claro respecto a ese día. No pensaba dirigirle la palabra, al menos que fuera necesario. Siquiera sabía si la saludaría, no era algo que quería hacer. Aquel día trataría de mirarla en lo menor de la medida. Después de cumplir con la ceremonia y de asistir a la cena, me largaría de ahí y volvería a mi apartamento, probablemente donde necesitaría algo más que solo dormir para poder olvidar el caos que va a pasar por mi cabeza durante todas esas horas.

            
            

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