Martín
Luna sube al asiento trasero y saluda con un gesto de disgusto, claramente visible. Miro a Pilar, que me levanta los hombros, como explicando que advirtió lo mismo que yo, y ambos miramos al frente en silencio, sabiendo que Luna, cuando está molesta, es peor que una fiera enjaulada.
-¿A qué hora creen que va a terminar todo esto? –pregunta n