Capítulo 6 No puedo dejarla

Pablo

El sonido de un auto ingresando por el camino interrumpe la paz de mi despertar en la cabaña, haciendo que de a poco vaya abriendo los ojos. Cuando finalmente termino de conectar con la realidad, comienzo a recordar las escenas de la noche anterior con Sol, y no me reconozco en los recuerdos, no puedo creer que caí en la tentación de esa manera, cuando toda mi vida mantuve un comportamiento totalmente intachable.

Lo primero que me viene a la mente es Clara, sin dudas no hay forma de seguir una relación después de haber traicionado así su confianza. En especial teniendo en cuenta que no solo le fui infiel, sino que además, lo hice con Sol, lo que significa que, con todos los vínculos familiares que tenemos de por medio, no podría dejar de verla nunca.

Eso me lleva a pensar en una segunda cuestión, es más que evidente que no quiero dejar de hacerlo. Desde que la vi ayer, después de tanto tiempo, algo en mí se despertó por primera vez, porque nunca en mi vida había sentido tanto deseo por alguien, al punto de que no atendí a las consecuencias y complicaciones que podían generar mis actos.

El sonido del motor al detenerse me alerta nuevamente, y me incorporo a mirar por la ventana. La sorpresa me invade al instante cuando veo, saliendo del auto, a Clara.

Me coloco un pantalón de joggin a toda velocidad y voy poniéndome una camiseta mientras corro escaleras abajo para abrir la puerta antes de que toque, rogando que nadie de la casa este despierto, en especial Sol, a quien supongo dormida por haber visto la puerta de su habitación aun cerrada.

Abro la puerta de la cabaña justo cuando Clara esta con la mano en alto, dispuesta a tocar.

-Hola -digo agitado, saliendo de la casa y cerrando la puerta a mis espaldas.

-Hola -contesta con gesto de duda-. Perdón por venir así, sé que tu papá había pedido que estén solo ustedes siete, pero necesito hablar con vos urgente –su tono de culpa, con la mirada gacha y visiblemente apenada me parte el alma, más aun cuando pienso que por más importante que sea lo que me tenga que decir, necesito imperiosamente que no lo hablemos acá.

-No hay problema, no es nada. Pero si querés busco mis cosas y vamos juntos, no hace falta que me quede hasta mañana -hablo intentando disimular mi incomodidad.

-No. Preferiría de hecho que te quedes, que te tomes un tiempo para pensar lo que te vine a decir –de repente, la posibilidad de que la culpa en sus ojos no se deba solamente a haber interrumpido mi fin de semana se hace presente y comienzo a dudar de lo que sea que tiene para decirme-. Podríamos ir a caminar y así hablamos tranquilos -sugiere, dándome una salida elegante.

-Perfecto, vamos -digo acelerado, encaminándome hacia el camino que bordea el lago, comenzando a morder la uña de mi pulgar inevitablemente.

-¿Vas a ir en pantuflas? -pregunta incrédula ante mi ocurrencia.

-Sí, son muy cómodas -miento mientras intento sonar creíble, para evitar subir a buscar mis zapatillas.

Comenzamos a caminar por el camino y recién entonces pienso que desde que la vi no hubo besos, ni emoción por tenerla cerca, nada. No parecemos en lo más mínimo una pareja enamorada, como quiero creer que somos, o al menos en algún momento fuimos.

-¿Estas bien? -pregunta visiblemente preocupada.

-Sí... sí, bien, ¿vos? -intento seguir el hilo de la conversación, desviando mis pensamientos de las dudas que me atacan.

-En realidad no. No estoy bien -dice con pesar, haciendo que mi atención se centre de lleno en ella.

-¿No estás bien? ¿Qué pasa? -consulto cada vez más preocupado.

-Sentémonos ahí -dice señalando un banco que mira al lago y ambos nos encaminamos para ocupar el asiento.

-Me estas preocupando Clari, ¿Qué me tenes que decir? -pregunto buscando su mirada, que me evade, perdiéndose en el horizonte.

Veo que sus ojos se llenan de lágrimas y respira profundo antes de hablar.

-¿Te acordás que hace unos meses me había hecho varios estudios de rutina? -consulta mirando sus manos, entrelazadas sobre las rodillas.

-Sí -respondo, no muy convencido.

-Ayer a la tarde me entregaron los resultados -suspira, evidentemente buscando la forma de decir lo que se viene de la mejor manera posible-. Todo indica que tengo cáncer.

Siento que la información me cae como un balde de agua fría y un nudo se instala en mi garganta de solo imaginar que ayer, mientras ella digería la peor noticia de su vida, yo estaba teniendo una aventura con una chica mucho más joven, de la cual hasta recién hubiera jurado que estaba enamorado, pero ahora, el hecho de que esta noticia haya hecho que mi mundo se venga abajo me demuestra que lo que siento por Clara no es un juego.

La miro fijamente y no puedo dejar de ver a la primera mujer que me hizo sentir que valía la pena tener una compañera, dejar de lado todas las otras chicas del mundo porque con ella era suficiente.

Las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos y la abrazo inmediatamente, apretándola contra mí, mientras siento que también mis mejillas se humedecen y el nudo en la garganta cede ante un llanto silencioso que me esfuerzo en disimular.

Después de varios minutos por fin logra calmarse y vuelve a mirarme a los ojos.

-El médico me explicó que habrá que hacer una cirugía, después seguramente varias sesiones de quimioterapia y ahí veríamos como seguir -vuelve a llorar tapando su rostro con las manos y la abrazo nuevamente-. No vamos a poder casarnos este año -dice aun sollozando.

-No tenemos apuro, tenemos toda la vida por delante -contesto sin pensar.

La siento sonreír y me aparto para mirarla a la cara.

-Nunca habíamos hablado de esto, perdón, no fue mi intensión -dice risueña, mientras las lágrimas van cediendo de a poco.

No puedo evitar que mi corazón se estruje cuando la veo tan frágil y sensible. Para mi sorpresa, la tranquilidad que parecía que estaba adquiriendo se quiebra y nuevamente comienza a llorar desconsolada. Con paciencia la abrazo nuevamente y espero que se calme para poder indagar sobre este nuevo ataque de llanto.

-¿Qué pasó? -pregunto con cautela.

-Eso que dijiste... Que tenemos toda la vida por delante. ¿Y si no es así? ¿Y si tengo solo un par de meses? -pregunta con la voz temblorosa.

-No entiendo, dijiste que el médico habló de cirugía, quimioterapia... ¿Cómo puede ser que tengas solo un par de meses? -increpo sin entender.

-Sí, es verdad... Me imagino que no, pero todos los días la gente muere de cáncer, ¿Y si al abrir ven que es peor de lo esperado? ¿Y si no respondo bien a la quimio? Estoy muerta de miedo Pablo -confiesa bajando la mirada nuevamente.

-No es para menos. Te entiendo, yo también estoy muerto de miedo, pero lo vamos a superar, ¿sí? -digo con toda la convicción del mundo.

Levanta los ojos hacia mí con una alegría que no había visto en toda la conversación. Me abraza y nos quedamos varios minutos aferrados el uno al otro, simplemente apoyando nuestros miedos y dolores con una noticia tan impactante.

Al separarnos, noto que hay un brillo nuevo en su mirada y me alegra poder generar eso en ella, sin dudas la quiero muchísimo y espero estar a la altura de la situación y ser el compañero que necesita.

-No quiero que esperemos nada. No me importa en qué circunstancias, pero me haría muy feliz que sigamos adelante con la idea de casarnos -suelta sin pensar, mientras me mira con los ojos cargados de ilusión.

Por un segundo la imagen de Sol vuelve a mi mente y me siento totalmente confundido. No logro articular palabra y sinceramente tampoco puedo identificar en mis ideas que respuesta exactamente daría. Llevo el pulgar a mi boca y ruego que mis nervios no sean tan evidentes para ella.

Clara parece advertir mi confusión porque abre los ojos asustada y comienza a mirar hacia el suelo confusa.

-Perdón no quise presio... -comienza a decir, pero la corto en seco, esperando que no siga.

-Por supuesto que sí. Vamos a casarnos como vos quieras y cuando vos quieras. Es solo que estoy impactado por la circunstancia, pero claro que me quiero casar con vos -miento con firmeza, totalmente convencido de que lo último que necesita ahora Clara es que yo arruine nuestro vínculo o lo ponga en duda. Me necesita más que nunca y pienso estar ahí, como corresponde.

La sonrisa de mi novia me hace entender que tomé la decisión adecuada y nuevamente nos abrazamos con fuerza, sellando un pacto que bajo ningún concepto pienso arruinar.

Sol

Me despierto con la sensación de haber dormido durante días. Luego de regresar a mi habitación anoche sin dudas logré descansar como si no hubiera existido ninguna interrupción. Lo primero que pienso es en que ojalá no se me note a un kilómetro la cara de felicidad, después de haber tenido el mejor sexo de mi vida luego de una prolongada abstinencia.

Escucho mi teléfono sonar y me muevo en la cama buscándolo, hasta que lo encuentro tirado al lado de la pared. Me río pensando en cómo pudo ir a parar ahí.

Cuando lo tomo veo varias llamadas perdidas de Agustín, lo cual no es ninguna novedad, muchos mensajes de Luna, que debe estar ardiendo de odio de que no le escribo ni llamo, más aún cuando le cuente sobre anoche y advierta que tardé unas horas en contarle todo.

-Cuando te cuente, te morís -escribo a mi amiga y lo acompaño de una foto mía tumbada sobre la almohada, con cara de picardía.

Como la imagen me gusta aprovecho para subirla a mis redes sociales, acompañada de un ícono despertando.

-Tuvo que haber sido un polvo demasiado bueno para que tengas esa cara de felicidad -contesta a los pocos minutos y dejo salir una carcajada, pensando que, aparentemente sí, la cara me delata.

Me doy un baño y al salir veo una llamada perdida suya, acompañada de un mensaje.

-Ahora ya no quiero que me llames más. Hablamos a la tarde -junto al texto hay una foto suya levantando el dedo medio y nuevamente logra sacarme una sonrisa.

-Bueno bueno, llamame cuando quieras argel -le contesto sin borrar la sonrisa y bajo las escaleras con la intención de desayunar.

-Buen día -dice a mis espaldas Cristina, mientras mira por la ventana sobre mi hombro.

-Buen día. Qué raro verte despierta, pensé que no te íbamos a ver hasta la noche -digo en un tono burlón, en referencia al estado en que llegaron anoche.

-Qué poca fe me tenés. Para que sepas estoy hecha una lechuguita -contesta simpática, mientras se sirve un vaso de jugo y se sienta en la mesada, viéndome preparar el café y cortar una naranja.

Desayunamos juntas y al terminar se nos suman Natalia y Marina.

-¿Vamos a caminar? -propone Marina.

-¿Y si mejor hacemos yoga? -sugiere Cristina muy emocionada.

-No tenemos mats -se lamenta Natalia.

-Llevamos una colcha grande y hacemos ejercicios cómodos, dale, no sean malas -pide Cristina, haciendo puchero.

-Yo no tengo drama, tendríamos que llevar algo para reproducir una clase -acoto, pero inmediatamente me arrepiento porque veo que todas me miran como si tuviera monos en la cara.

-Yo soy instructora -dice Cristina, haciéndome entender el porqué de sus expresiones.

- Ah súper. Busco una colcha, entonces -respondo subiendo la escalera.

-Amaneció más simpática -escucho decir a Natalia y las tres ríen.

Me sonrío para mí misma, pensando que si supieran que el motivo de mi buen humor es Pablo, las sorprendidas serían ellas. Cuando llego a la planta alta miro la puerta de la habitación de Pablo cerrada y me siento tentada de abrirla, pero cuando lo estoy por hacer oigo un ruido en la habitación de Martín y decido seguir mi camino, para evitar que mi hermano sospeche algo.

Bajo con la colcha y salimos hacia el jardín. La clase me resulta de lo más relajante y dinámica.

Cuando llegamos nuevamente a la cabaña nos encontramos con una chica en la puerta. Le veo cara conocida, pero no logro descifrar de dónde.

-¡Clara! -grita Cristina, acercándose a hacia ella con emoción.

-Hola chicas. ¿Cómo están? -pregunta la desconocida con simpatía.

-Muy bien ¿Te quedas con nosotros? Hay un bar muy divertido, pensamos ir nuevamente esta noche -sugiere Marina y mi duda cada vez aumenta más.

Natalia parece advertir mi intriga porque me mira expectante.

-¿No se conocen? -dice mi hermana, señalando a la chica y luego a mí.

-Nos vimos alguna vez, pero hace mucho tiempo, Sol todavía andaba de vestidos y dos trencitas -responde la mujer con dulzura, mientras se acerca y me da un beso en cada mejilla-. Soy Clara, la novia de Pablo -explica mientras yo siento que mi alma abandona mi cuerpo.

Me esfuerzo por disimular mi sorpresa y justo en ese momento escucho la puerta de la cabaña abrirse a mis espaldas. Abrazo con fuerza la colcha que tengo entre mis manos y ruego a todos los ángeles que no se note la decepción en mi rostro cuando me toque mirar a Pablo a los ojos.

Me concentro en colocar mi mejor cara de póker, aunque sinceramente la tengo muy poco entrenada, tanto que puedo imaginar lo que mis gestos están traduciendo en el momento que me giro y nuestras miradas se cruzan.

-Hola -dice con aire de culpa, mirándome más detenidamente de lo normal.

-Voy a dejar esto, un gusto Clara -anuncio cortando el contacto visual y mirando por última vez a la novia de Pablo.

Entro a la cabaña apresurada y subo las escaleras corriendo, esperando que nadie me detenga ni me escuche. Una vez en mi habitación escucho unos pasos subiendo y me figuro que podría ser Pablo, seguramente vendrá a rogarme que no diga nada sobre lo que pasó anoche, pero lo último que quiero ahora es escucharlo, así que entro al baño del cuarto y cierro también esa puerta, justo a tiempo para no cruzarme con él, cuando la puerta de la habitación se abre y escucho unos pasos en la habitación.

-Sol. ¿Podemos hablar? -dice Pablo del otro lado de la puerta.

Intento contener la respiración, esperando que piense que no estoy y se vaya, pero entonces me doy cuenta de lo infantil de mi idea y decido salir. Respiro profundamente para juntar fuerzas y salgo con la frente en alto y la expresión más seria posible.

-No te preocupes. No pienso decir nada -digo evitando mirarlo, mientras paso por al lado suyo en dirección al pasillo.

Me toma del brazo, deteniendo mis pasos y me obliga a girar hacia él. Cuando quedamos de frente nos miramos fijamente y es evidente que está buscando inútilmente las palabras para explicarme lo inexplicable.

Me suelto de su agarre suavemente y trato de hablar en el tono más calmo posible.

-No tenías ningún derecho a ocultarme que tenías novia. Que vos seas como todos los hombres, que les importa un comino su pareja no significa que yo sea una de las mujeres que se prestan para lastimar a otras -digo resuelta y veo en su mirada una mezcla de enojo e incredulidad que me sorprende.

¿Cómo puede creer que tiene defensa a lo que acabo de decirle, si no es más que la verdad? Pero el recuerdo de Agustín, justificando su infidelidad hacia mí con pretextos inútiles, como de que había tomado, o que pensó que sería algo sin importancia, y hasta que fue culpa de la mujer que lo sedujo, viene a mi mente y me enerva aun peor.

-¿Todo bien? -pregunta Martín asomándose por la puerta, con su aire de liviandad que lo caracteriza.

-Todo súper. Pablo estaba buscando algo pero ya le dije que acá no lo va a encontrar -digo sin quitar la vista de su mirada, que se vuelve cada vez más profunda.

-No tenés idea de nada -dice en voz muy baja para que solo yo lo pueda escuchar y no puedo más que suspirar y negar con la cabeza ante su descaro.

-Andate por favor -digo señalando la puerta con la cabeza mientras me cruzo de brazos.

No parece tener intención de irse, pero entonces Martín vuelve a hablar, recordándonos que sigue allí.

-¿Seguro que está todo bien? -increpa mi hermano desde la puerta.

-Sí. Yo me tengo que ir, les dejo mi auto para que vuelvan -responde Pablo cortando el contacto visual y caminando por el pasillo con Martín.

Cierro la puerta con llave y me tiro en la cama a llorar, con la almohada apretada contra mi rostro para evitar que el sonido se escuche desde afuera.

Después de unos minutos siento el ruido de un motor y me imagino que es el auto en que Pablo y su novia vuelven a su vida. La idea de no haber sido más que una aventura de una noche, con la que un hombre le fue infiel a su novia, y encima sabiendo que los tendré que ver el resto de mi vida me hace sentir patética.

Paso varias horas llorando hasta que la puerta de mi habitación suena y trato de arreglar mi aspecto antes de abrir. Al hacerlo veo que las chicas y Martín están bajando, por lo que los sigo en el camino hacia el living.

Por suerte para mí, ninguno de ellos se imagina lo que pasó o está pasando, por lo que puedo fingir que todo está bien y seguir con el fin de semana en paz.

-Obviamente esta noche volvemos al bar, pero vamos a necesitar otro auto, así que estuvimos pensando que podrías llamar a tu amigo que conociste anoche para ver si quieren salir todos juntos. ¿Qué te parece? -pregunta Sandra entusiasmada.

No voy a negar que lo último de lo que tengo ganas en este momento, es de conocer a alguien nuevo, pero la sola idea de Pablo escuchando que salimos con ese hombre que tanto le molestó que estuviera cerca de mí la noche anterior me da el puntapié para aceptar la propuesta sin dudar.

-¿Y cómo lo contactaría? Creo que solo sé que se llama Damián y tampoco estoy muy segura. –Respondo pensando que no habrá forma de llevar adelante el plan.

-¿No te escribió? Nos pidió tu número ni bien te fuiste -dice incrédula Natalia.

Tomo mi teléfono y veo que efectivamente, tengo unos mensajes de un número desconocido.

-Sí, es verdad -digo entusiasmada, pero al abrir el mensaje entiendo que no es lo que esperaba.

-Espero que cuando vuelvas podamos hablar, me parece muy injusto que simplemente deduzcas algo y me lo eches en cara sin si quiera escucharme -dice el mensaje, que claramente no es del desconocido de anoche.

-¿Y? -pregunta ansiosa Marina.

Vuelvo a la pantalla anterior del teléfono, intentando disimular el nudo que se formó en mi estómago y encuentro otro mensaje de alguien que no tengo agendado, esta vez sí se trata de Damián.

-Sí. Ahí le escribo -respondo mientras contesto a Damián, invitándolo a que vengan a cenar a casa, para luego salir todos juntos, como mis compañeros de cabaña sugirieron.

Me contesta al momento, muy entusiasmado con la idea, y decido darle una oportunidad a la noche de este pueblo, que evidentemente, para las chicas y Martín, no estuvo nada mal.

Pablo

Paso el día entero pensando en la actitud de Sol, no puedo culparla por pensar así, pero si me conociera sabría que no soy el estilo de hombre que ella sugirió. Los nervios y la bronca me invaden cuando pienso que una primera vez que hago las cosas mal sirvieron para que me tachen de machista, infiel e insensible.

Miro a Clara durmiendo a mi lado y suspiro enojado conmigo mismo por no estar pensando solamente en ella, en lo preocupante de su situación y los momentos tan difíciles que vendrán. Pero no puedo elegir el camino que toman mis pensamientos, y nuevamente vuelvo a preguntarme que estarán haciendo en el pueblo Martín y las chicas.

Se me ocurre una idea.

Tomo mi teléfono y agrego a Sol al grupo que tenemos con las chicas y Martín, después de todo, esa fue la excusa que usé para pedirle a su hermano su teléfono.

-Buenas noches. Sugiero que usemos este grupo para organizar el almuerzo que pidieron nuestros papás -escribo intentando no sonar desesperado.

Para mi suerte, Sandra contesta al minuto con una foto en la que se ve su cara en primer plano y de fondo mucha gente en la cabaña.

Amplío la imagen y en una esquina me parece advertir a Sol, conversando alejada con el chico de la noche anterior.

-Bastante irresponsables para invitar a desconocidos a la cabaña, Sandra -escribo sin pensar, intentando contener mi odio.

-Sacate la gorra y anda a dormir, veterano -contesta Martín.

Cristina manda otra foto en la que todos están posando, todos menos Sol y el hombre que anoche le había hablado en el bar.

-¿Dónde estás? -escribo a Sol por privado, sin poder contener el impulso.

Los minutos pasan y la falta de respuestas me pone cada vez más nervioso. Salgo de la cama y voy a la cocina de Clara. Abro una lata de cerveza y me siento en el balcón, con el teléfono en la mano.

No puedo evitar imaginarla sola con ese hombre, en la misma cama donde anoche estuvo conmigo. Me imagino su hermoso cuerpo sintiendo placer con él y la rabia se apodera de mí, al punto de querer romper algo.

Me doy cuenta inmediatamente que esta sensación no es propia de mí, no reconozco estas emociones tan intensas que me dominan desde anoche, siempre vinculadas a la hermosa rubiecita que invade mi mente.

-Martín me quedé preocupado, por favor no tomen como anoche -mando al privado con mi amigo.

-Tranquilo, al final no vamos a ir al bar, la estamos pasando tan bien acá que decidimos quedarnos -responde al poco tiempo.

Giro el teléfono en mis manos, evaluando si eso es algo positivo o no. Si se quedan allí es más seguro, pero también tienen más a mano las habitaciones y no sería nada raro que se quedaran a pasar la noche.

-No me gusta el chico que estaba hablando ayer con Sol. Fijate eso, ella es chica... -comienzo a escribir, pero la culpa me invade, me siento la persona más hipócrita del mundo, porque probablemente si mando un mensaje así, efectivamente lo sea. Así que borro la última parte.

-Ahora el preocupado soy yo, estas más viejo de lo que pensaba -responde mi amigo.

Estoy a punto de desistir de sacarle información, cuando me llega otro mensaje de su parte, es un video, que me apresuro en reproducir.

Cuando comienza la filmación se ve a Sol y Martín en primera plana, como posando para una foto. Su hermosa sonrisa hace que mi corazón se agite y no puedo dejar de pensar que es realmente hermosa, con esos ojos miel del mismo color que su cabello, que combinan a la perfección con tu tez rosada.

-Dale, saca la foto -dice Sol muy alegre.

-No es una foto, es un video para Pablo, que esta pesadeando -responde Martín.

Inmediatamente la expresión de Sol cambia y se puede ver el piso del lugar, hasta que la imagen se corta. Vuelvo a reproducirlo y me parece entender alguna frase más.

-No se lo mandes... -parece decir Sol, antes de terminar la grabación.

-Me lo mandó y no puedo evitar ver que estas hermosa -escribo en su chat, pero antes de enviarlo escucho un sonido a mis espaldas y me quedo helado.

Bloqueo el teléfono y siento los brazos de Clara rodear mi cuello.

-¿Desvelado? -pregunta con preocupación.

-Sí -contesto con sinceridad.

Se sienta en mi regazo y me acaricia el pelo. Seguramente piensa que el motivo de mi desvelo es su salud, porque efectivamente así debería ser. Suspiro y me recuesto sobre su pecho, preguntándome como una sola noche pudo complicar así mi vida.

Clara se incorpora, me toma de la mano y me lleva al sillón. Por un momento pienso que se va a sacar la bata y comenzar a besarme y me pongo muy nervioso, no sé si podría estar con ella habiendo estado con otra persona solo un día atrás, pero para mí tranquilidad solo se sienta al lado mío y prende el televisor, poniendo una de nuestras series favoritas.

Mientras pasa la introducción va hacia la cocina y vuelve con una cerveza para mí, un vaso de jugo para ella y un paquete de papas fritas y otro de maní. Pasamos las siguientes dos horas riendo de los chistes de la serie, que aunque ya conocemos a la perfección nos siguen generando gracia. La sensación de comodidad y familiaridad de esto me recuerda lo mucho que vale nuestra relación para mí.

-Es muy loco que en tantos años nunca hayamos peleado, ¿no te parece? -pregunto con cariño, mirándola a los ojos.

-Sí -contesta sonriente-. Que pasa, ¿el matrimonio inminente te puso romántico? -bromea sin sospechar que la reflexión venía más bien a la comparación de que con Sol solamente nos acostamos una noche y ya discutimos y ahora no me contesta el teléfono.

-¿Estas segura de que querés casarte así? -aprovecho para indagar más en la seriedad de su propuesta.

-Sí -responde con una sonrisa leve-. Pero si vos no, si preferís esperar a que podamos hacer una gran fiesta como siempre pensamos, te juro que lo entiendo -dice con resignación.

No puedo evitar notar que no me veo casándome, de ninguna forma, ni con una fiesta ni con un sencillo acto de firmas frente a un juez. No sé cómo voy a hacer para unir mi vida a la de ella con una mentira grande como una casa entre nosotros.

-Por supuesto que no. Eso es lo de menos -respondo sabiendo que es lo que necesita escuchar, y teniendo muy en claro que hoy por hoy, mi prioridad tiene que ser apoyarla a ella.

Miramos la televisión unos minutos más y cuando advierto que está dormida la alzo en mis brazos y la llevo a la cama.

Vuelvo al living a buscar mi teléfono y encuentro que en el grupo hay varias fotos y videos de las chicas y Martín bailando, en algunos se ve a Sol, siempre cerca del chico, lo que me comienza a colmar la paciencia.

Hasta que en las últimas solo aparece Martín, Natalia, Sandra y Marina.

-¿Y Sol y Cristina? -pregunto en el grupo, aprovechando que también mi hermana este incluida en la pregunta.

-Están arriba con Damián y el otro chico lindo haciendo yoga -responde en un audio Sandra, que termina con varias risas y me permite advertir que están todos alcoholizados.

Mi sangre hierve una vez más y sin dudar llamo a Martín.

-¿Vos no dormís? -pregunta mi amigo al atender.

-No. Me preocupa que este por amanecer y vos sigas con gente desconocida en la casa, sin si quiera saber por dónde andan -recrimino con enojo.

-¿Y dónde van a andar? Por ahí con las chicas, no entiendo que te preocupa tanto, dudo mucho que Sandra no sepa cuidarse sola hermanito -responde con tono burlón.

-¿Y Sol? Ella es más chica -digo dejando de lado mis reparos morales ante el comentario.

-Será problema de Agustín, al final resultaste más cuida que tu viejo, ¡anda hace el amor con tu novia y deja de joder! Chau -responde mi amigo, cortando la comunicación.

¿Agustín? ¿Quién es ese Agustín? Intento recordar exactamente la vez anterior en que ya escuché el nombre, pero no logro encontrar el momento exacto.

La curiosidad y el enojo compiten por cual se impone entre mis emociones y vuelvo a abrir el chat con Sol.

Leo el mensaje no enviado y lo borro inmediatamente, suplantándolo por otro.

-Me hubiera gustado pensar que lo de anoche te importó un poco más que para haber hecho borrón y cuenta nueva y estar hoy con otro como si nada. Evidentemente estaba pidiendo mucho -mando el mensaje con tanto enojo que no me doy cuenta de lo hipócrita de mi comentario, hasta que recibo su respuesta.

-¿En serio me estás diciendo esto? ¿Vos? ¿La misma persona que a solo unas horas de haber estado en la cama conmigo se fue con SU NOVIA? Lo único que espero es que no seas tan caradura de estar escribiendo esto con ella dormida al lado. REPLANTEATE TU VIDA IMBÉCIL.

Lo contundente de sus palabras me deja sin aliento y pienso que por solo unos metros no es exactamente como lo dijo, y no tengo a Clara durmiendo al lado mientras le recrimino cosas a ella.

Vuelvo a leer las líneas y escribo sin dudar.

-No me hables así. Mañana cuando llegues escribime y hablamos -doy enviar, pero advierto que el mensaje no le llega. Tampoco puedo ver su última hora de conexión, por lo que doy por sentado que me bloqueó.

Tiro el teléfono al piso y me acuesto en el sillón, completamente negado a compartir la cama con Clara, después de todo lo que estoy sintiendo por Sol.

            
            

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