Capítulo 8 Bienvenida a Brauner

Pilar

Estoy sentada en un café esperando que sea la hora de ingresar a la Empresa y me debato mentalmente entre hacerlo o no.

Las palabras de Ramiro vuelven a mi mente una vez más y su expreso pedido de que dejara el tema de su familia biológica en paz fue más que claro, aunque él mismo aclaró que lo que no quiere es conocer a sus medio hermanos ni a su padre, ni tener ningún tipo de vínculo con ellos... lo cual no implica que yo no pueda conocerlos.

Junto fuerzas y miro nuevamente el cartel de la entrada "Brauner S.A.". Si las entrevistas de trabajo de por sí me ponen nerviosa, esta, que tiene un condimento extra tan importante, ni que hablar.

Tomo aire, aliso mi camisa, acomodo mis gafas y camino decidida hacia el lugar.

Al ingresar me encuentro con un amplio hall, lleno de pantallas con publicidades. Todas las empleadas del lugar se muestran muy sonrientes y los uniformes me parecen hermosos, se trata de pantalón azul marino tiro alto con camisas blancas con el logo de la empresa bordado en el costado y un pañuelo azul y gris en el cuello.

-Buenos días. Vengo a una entrevista laboral, tenía cita a las nueve -anuncio a la primera recepcionista que encuentro disponible en el mostrador.

-Buenos días. Su nombre, por favor -solicita la joven.

-Pilar Echeverre -respondo mientras mi vista viaja hacia el otro lado del lugar, donde por una puerta lateral ingresa el joven rubio que vi en la foto de internet, vistiendo un traje claro, evidentemente hecho a medida, y no puedo evitar pensar nuevamente que es increíblemente atractivo.

Mientras espera el ascensor conversa animadamente con dos chicas que también aguardaban en el pasillo y siento muchas ganas de ser una de ellas, para tenerlo así de cerca y que dirija su atención hacia mí.

-Señorita... señorita... -escucho decir a la recepcionista y recién entonces entiendo que no es la primera vez que me llama. Al girar veo una amplia sonrisa en su rostro-. No se preocupe, pasa más seguido de lo que una pensaría -dice en tono cómplice, dándome a entender que advirtió el motivo de mi abstracción.

Siento que mi mejillas arden y estoy segura que el tono morocho de mi piel no disimula la vergüenza que me genera la situación. Acomodo las gafas en mi nariz y al hablar lo hago aun con la vista gacha.

-Solo espero que la entrevista no sea con él -confieso agradeciendo la empatía de la joven, que se sonríe y niega antes de contestar.

-No, tranquila, es en el mismo piso pero en el sentido contrario -me pasa un papel en el que tengo anotado el piso y la persona con quien debo hablar y agradezco con la cabeza mientras camino hacia el ascensor.

Al encontrarme sola, en el cubículo en movimiento, los nervios comienzan a hacerse presentes. En cualquier momento puedo cruzarme con alguno de los hermanos de mi hermano y tendré que disimular el hecho de conocerlos, o mejor dicho saber de su existencia. Además de que la idea de tener al rubio en el mismo piso también hace que mis piernas tiemblen.

Justamente en eso estoy pensando, cuando las puertas se abren y exactamente frente a mí, está el dueño de mis pensamientos, que me mira sonriente.

Me quedo helada, sin poder mover ninguna parte del cuerpo y él parece desconcertado con mi actitud.

-¿Bajas? -me pregunta sin entender.

-Sí -contesto nerviosa.

Él sube al ascensor y toca el botón de la planta baja. Me mira con precaución y por el reflejo puedo ver lo roja que estoy.

-¿Venís a una entrevista de trabajo? -pregunta evitando mirarme a los ojos.

-Sí -respondo con la vista gacha, acomodando nuevamente mis lentes.

Frena el ascensor y se gira hacia mí. Abro los ojos con mucha sorpresa, sin entender si esto está pasando realmente o es solo mi imaginación.

-Bueno, es evidente que estas muy nerviosa, porque la entrevista es en el piso que acabas de abandonar y seguramente fue porque te intimidó encontrarte conmigo, así que me disculpo. Vamos a hacer lo siguiente. Anda a la entrevista y después pasa a contarme como te fue, ¿te parece? -pregunta sonriente, sin una pizca de altanería ni burla en su voz.

-Sí -contesto todavía con la expresión de terror en mi rostro.

Él vuelve a activar el ascensor y suelta una carcajada.

-En la entrevista vas a tener que decir algo más que "sí" -responde con gracia.

No puedo evitar reírme y siento la tensión disminuir, justo cuando las puertas se abren y él sale, no sin antes guiñarme un ojo y levantar un pulgar.

-¡Gracias! -grito inconscientemente, aunque no sé si habrá llegado a escucharlo, porque fue exactamente cuando las puertas volvieron a cerrarse.

Llego a la entrevista unos minutos antes, como suelo hacer, y espero paciente a ser llamada. Cuando lo hacen, las mujeres que están a cargo de la misma me invitan a pasar y mantenemos un diálogo formal pero desestructurado, en el que logro dominar mis nervios pensando que es solo una entrevista más, intentando dejar de lado las cuestiones personales que tanto me desestabilizan.

Al finalizar, veo que ambas se miran entre ellas como si hubiera algo que no entienden. Cuando devuelven sus miradas hacia mí advierten que entendí su expresión gestual, porque ambas suspiran y una explica con paciencia.

-Estamos un poco confundidas. Uno de los jefes llamó hace unos minutos pidiendo que tuviéramos consideración con vos, porque estabas muy nerviosa. Pero acá no se notó. Pensamos que quizás se equivocó de persona, pero describió tu aspecto y es evidente que sos la misma. –Dice resuelta la entrevistadora.

-¿Mi aspecto? -pregunto sin poder contener mi intriga.

-Sí -dice la otra mujer-. Sos la única joven morena que entrevistamos y tenemos previsto entrevistar hoy.

Me remuevo en mi asiento, pensando que mi color de piel normalmente no es un tema que se hable tan abiertamente.

-Espero que no lo tomes como algo malo porque claramente no lo es -dice a la defensiva la primera señora y me apresuro a negar con la cabeza.

-Sinceramente no, no lo tomo como algo malo, solo me sorprende que lo pongan en palabras con tanta naturalidad. Normalmente a la gente le cuesta describirme, no soy de raza negra realmente pero tampoco blanca, y eso sumado a mis rulos, supongo que hacen que sea difícil de definir -respondo con naturalidad.

Ambas sonríen y asienten, para luego abandonar el tema.

-El proceso de selección es largo, esta entrevista es solo el primer paso, pero la superaste con creces. Felicitaciones -dice la otra entrevistadora y ambas se incorporan para pasarme las manos y luego invitarme a salir.

Camino por el pasillo contenta, pero cuando llego al ascensor dudo si efectivamente debería ir a agradecer a "el jefe" o si sería mejor no hacerlo.

-¿Te ibas sin saludar? Eso es traición -dice una voz a mis espaldas y me giro para encontrarme nuevamente con él y su hermosa sonrisa.

-No, estaba pensando para dónde quedaría la oficina, miento con toda la seguridad del mundo.

-Bien, dijiste más que un simple "sí", vamos avanzando -bromea abiertamente-. Seguime -contesta mientras camina a paso rápido.

Al seguirlo por el pasillo voy leyendo los carteles de las puertas y veo que varios son ocupados por personas de apellido "Pietrovsky", pero no logro identificar la de Alejandro, el padre de mi hermano.

Entramos a la última oficina del pasillo y veo que la puerta inmediatamente enfrentada reza "Pablo Pietrovsky", por lo que supongo que los padres de ambos estarán juntos en otro piso o sector.

La oficina es inmensa y vidriada del piso al techo, con algunos detalles en cristales que le dan un aire de elegancia extrema.

-Bueno. ¿Cómo te fue en la entrevista? -pregunta mientras se sienta en su sillón, haciéndome seña de que tome el lugar frente a él.

-Según dijeron las entrevistadoras muy bien, aunque me advirtieron que es un proceso largo -contesto con humildad.

-Es cierto. Pero ellas no saben que tenemos una situación urgente que cubrir y creo que podrías ser una solución adecuada... -dice mientras gira hacia la pantalla de su ordenador y comienza a cliquear en diferentes carpetas, hasta que finalmente abre mi currículum.

-Estudiaste relaciones laborales y fuiste primer promedio de tu clase, con reconocimiento a conducta intachable y honores. ¿Es verdad? -pregunta mirándome a los ojos.

-Claro -afirmo con seguridad para luego acomodarme las gafas más arriba en el puente de la nariz.

El gesto parece divertirlo y su hermosa sonrisa me desarma una vez más, pero me recuerdo que estoy en una entrevista laboral, con quien quizás sea mi jefe, no puedo portarme como una adolescente nerviosa, así que me obligo a mí misma a dejar de lado todos los pensamientos que no sean netamente vinculados al trabajo, y comportarme con seriedad.

-Bueno. Yo confío mucho en mi intuición, y en este momento me dice que sos una persona confiable e inteligente, que es justo lo que necesitamos a nivel empresarial y familiar -dice con aire enigmático-. El tema es así -se acomoda en el asiento, como si fuera a dar una larga explicación-. Esta empresa fue fundada por mi padre y mi tío. Ambos trabajaron muy duro para levantarla de cero y ahora se retiran. Quieren dejar todo en manos de mis hermanas, mis primos y yo, pero necesitan asegurarse de que tengamos claros los roles que cada uno vamos a asumir en la empresa. Hasta ahora solamente Pablo, que es mi primo, y yo, estamos en esto, por lo que es un verdadero desafío pensar como lo vamos a estructurar, y yo creo que lo mejor es que nos ayude alguien externo a la familia y a la empresa, por lo que vos serías una opción ideal. ¿Qué decís? -consulta con una evidente expectativa por mi respuesta.

-Sería muy imprudente de mi parte aceptar este desafío sin dejar del todo claras algunas cuestiones -respondo adoptando la postura más formal que puedo-. En primer lugar no voy a favorecer a nadie, independientemente de que de eso dependa mi continuidad en la empresa o no. En segundo lugar, si alguno de los perfiles no sirve para ningún rol tengo que tener la libertad de poder manifestarlo. En tercer lugar, para hacer un trabajo así, necesitaría conocer a las personas detrás del currículum, porque la capacidad de liderar equipos no depende de la formación meramente académica -suelto con profesionalismo.

Lo veo sonreír ampliamente e incorporarse, tendiendo su mano derecha hacia mí.

-Te doy mi palabra de que así va a ser -dice mientras ambos nos estrechamos las manos-. Ahora solo queda convencer a mis hermanas y primos, la reunión es mañana a las ocho. Nos vemos quince minutos antes, acá.

Soltamos las manos y sonrío nuevamente, mientras salgo de su oficina, felicitándome a por haber sobrevivido a la experiencia con éxito.

Llego al hall y la recepcionista me mira con intriga.

-Me fue bien. Mañana tengo que estar acá a las ocho menos cuarto. Gracias -digo con una sonrisa que ella devuelve sin dudar.

-Me alegro, hasta mañana entonces -saluda mientras me alejo hacia la calle.

Camino unos metros y sonrío para mis adentros pensando que no solo estoy muy cerca de tener trabajo en una empresa importantísima, sino que además me va a dar la posibilidad de conocer a la familia biológica de mi hermano sin levantar ninguna sospecha.

Entro a la capilla más cercana y me arrodillo en un banco, agradeciendo a mi madre por esta señal, no tengo dudas de que haber recibido ayuda del rubio fue una obra suya, que me está indicando que es este el mejor camino a seguir.

Martín.

La puerta se cierra y me quedo pensando en la graciosa morocha de anteojos que acabo de conocer. Sin dudas su aspecto es muy particular, lleva los rulos abultados sueltos en una larga melena que enmarca su rostro tímido, de labios gruesos y grandes ojos marrones de forma almendrada, que se escudan en unos anteojos de marco grande.

Me felicito a mí mismo pensando que en ningún momento la miré con sensualidad ni me despertó otro interés más que el laboral, justamente por eso, intentando evitar todas las complicaciones y los peros que mis hermanas y primos puedan poner, es que le pedí que tomara el desafío de ayudarnos con la organización.

Llamo a mi secretaria por el intercomunicador y la hermosa castaña entra solícita y servicial como siempre.

-Buen día, al fin te quedas quieto y solo -dice coqueta mientras se acerca a mí y se sienta en mi regazo.

-Buen día. Te extrañé horrores el fin de semana –miento descaradamente.

Ivana se ríe, sabiendo perfectamente que es mentira, y deposita un beso en mis labios, mientras rodea mi cuello con sus brazos. No dudo en introducir mi lengua y comenzar a acariciar sus piernas, iniciando un juego que ambos conocemos a la perfección.

Levanto su pollera y comienzo a abrir su camisa mientras acaricio uno de sus pechos y llevo el otro a mi boca, lamiendo sus pezones, que no tardan en endurecerse y demostrar al máximo su excitación.

Ella se arrodilla frente a mí y abre mi pantalón, el cual la ayudo a bajar junto con la ropa interior, para dejar mi miembro a su alcance. Comienza a succionar y lamer mientras me dejo llevar por el placer de sentir sus movimientos expertos masturbando mi miembro con su boca y su lengua.

Después de unos minutos la levanto y la inclino sobre el escritorio, dejando expuesto su perfecto trasero con ropa interior de encaje, que corro para habilitarme la entrada hacia su sexo. Comienzo a penetrarla de a poco, disfrutando de su receptividad y de sus suaves gemidos que me indican que lo está disfrutando tanto como yo. Luego de varias embestidas la siento moverse más rápido, por lo que llevo uno de mis dedos a la parte delantera de sus genitales, estimulando su clítoris endurecido mientras acelero los movimientos, sintiendo como le orgasmo se avecina y sin reprimirlo, saco mi miembro, derramando mis fluidos en la suave y blanca piel de su trasero.

Me tomo unos minutos para apreciar la vista y antes de que ella se incorpore tomo un pañuelo descartable del cajón y la limpio cuidadosamente.

Se incorpora y me besa con suavidad, llevando mi mano a su entrepierna, en una clara señal de que quiere que siga, para llegar al orgasmo ella también, por lo que la siento en el escritorio y abro sus piernas, colocándome entre ellas, para hacerle sexo oral hasta sentir que sus fluidos mojan mis labios.

Esta vez sí, volvemos a besarnos, pero ambos comenzamos a acomodar nuestras ropas, para retomar la rutina laboral, en las horas que nos quedan.

Ni bien la puerta se cierra veo un mensaje en mi teléfono.

-Buen día. ¿Almorzamos juntos? -pregunta Florencia.

-Buen día hermosa. Sí, te espero a la una en "El Muelle" -contesto mientras me dispongo a trabajar por fin.

            
            

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