Capítulo 4 La verdadera historia

Pilar

Veo cómo las últimas cenizas terminan de caer hacia el mar y mi corazón se achica aún más, mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas. El brazo de mi hermano me rodea el hombro y me aprieta contra sí.

-Vamos a estar bien -dice en mi oído con firmeza, para luego depositar un beso en mi frente.

Lo abrazo y me hundo en su pecho, llorando desconsoladamente. Él sólo me abraza y suspira. Nos tomamos unos minutos y volvemos a casa, para encontrarnos con la nueva realidad del lugar, que parece vacío sin la dulce presencia de nuestra madre.

-¿Y si nos mudamos? –sugiere mi hermano con cautela, luego de sentarse en una silla del comedor.

-No -respondo con seguridad mientras sirvo dos vasos de jugo y me siento frente a él.

Ramiro me mira con paciencia, sin decir nada por varios minutos.

-Está bien chiqui. No te pongas así. Es solo que no creo que sea bueno aferrarse a las cosas o los lugares -dice después del silencio.

-Está bien, pero no estoy preparada -afirmo en un volumen más bajo de lo que querría.

Él se acerca y me besa en la cabeza nuevamente, para luego servirse un whisky y tomarlo de un solo movimiento.

-Mañana van a venir las amigas de mamá a ayudarnos con la limpieza. Dicen que ella les había pedido que cuando se fuera se aseguraran de que queden en la casa solo sus cosas positivas, que tiraran todos los remedios e insumos de su enfermedad –me avisa con tranquilidad.

-Bueno. Voy a comenzar a seleccionar algunas cosas, entonces -digo con resignación.

Voy al baño y con cuidado me cambio los lentes de contacto por los anteojos.

Ingreso al cuarto de mi mamá, donde hace solo unos días, ella perdía la vida, y un llanto desconsolado me invade. Me toma varios minutos recomponerme, pero finalmente lo consigo y creo que me siento mejor.

Comienzo a mirar sus cosas, pasando por alto los apartados donde se guarda la ropa, porque conozco su contenido de memoria. Primero examino los cajones que usualmente no se abrían, y me sorprendo al encontrar uno con llave. Dudo por un momento si abrirlo o no, pero me decido por el sí, ya que eventualmente alguien lo tendrá que hacer, y siento que siendo su hija, lo más oportuno es que sea yo quien vea su contenido.

Comienzo a revisar varios lugares donde mi madre podría haber puesto la llave, hasta que luego de varios minutos, se me ocurre revisar la biblia que cada noche leía rigurosamente. Para mi sorpresa, encuentro entre sus páginas una pequeña llavecita, con una cintita rosa. Coloco el metal en la cerradura y al primer intento, el misterioso cajón se abre con suavidad.

Encuentro varias cartas de amor de mi papá y las leo, emocionándome de lo dulce que era su relación.

"Sos el motivo principal de mi alegría, quisiera pasar todos los minutos de mi vida con vos." "Cada día agradezco al señor que te haya puesto en mi camino." "Nuestros hijos son el resultado de la brillante madre que tan bien los crió, no podría haber elegido una mujer mejor.", son algunas de las frases que me hacen emocionar y desear encontrar un amor como el suyo, alguna vez en la vida.

Luego de leer varias cartas, de ver fotos de la juventud y de admirar algunas postales de mis padres sonriendo para la cámara, encuentro un cuaderno marrón que llama mi atención.

Lo hojeo y veo la letra de mi madre, con tinta gastada por el evidente paso de los años, pero todavía lo suficientemente legible.

Miro la primera página y comienzo a leer.

"Nunca me había visto en la necesidad de escribir, pero dicen que es liberador, por lo que no estará de más intentar, así que aquí voy, a mis veinticuatro años, iniciando mi primer diario..."

La imagino escribiendo esas líneas, justamente a mi edad, y mi piel se eriza pensando que quizás en estas páginas encuentre una faceta de mi madre en la que, hasta el momento, nunca había si quiera pensado.

"¿De qué me tengo que liberar? Sería la primer pregunta que necesito responder. Y la respuesta es simple, de un amor que no puedo sostener."

Leo nuevamente las líneas y se me forma un nudo en la garganta. Saco cálculos y es evidente que no está hablando de mi padre, porque ellos se conocieron cuando ella tenía veintiséis años. Debe tratarse del padre de Ramiro, que falleció antes de que él naciera.

Por un momento siento celos, siempre pensé que mi papá era el gran amor de la vida de mi mamá, ¿Y si estas páginas prueban que no? ¿Y si encuentro que mi padre solo fue el reemplazo de otro hombre que murió? Me debato si seguir leyendo o no, pero finalmente decido hacerlo.

"Alejandro Pietrovsky es sin dudas el hombre más hermoso que mis ojos vieron. Desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron, sentí que el mundo había cambiado su rumbo. Hoy hace un mes que trabajo para él, y anoche, por primera vez, fui suya."

Cierro nuevamente el cuaderno, sintiendo que es una prueba de fuego. En solo la primera página mi corazón pareció detenerse tres veces, ¿será una señal de que no debo seguir leyendo? Dudo nuevamente, pero no sé a quién quiero engañar, jamás podría dejar de lado la intriga que me genera.

"Anoche, luego de varias horas de trabajo duro y sin descanso, encontré a Alejandro sentado en el sillón de su oficina, con la cabeza gacha y la corbata suelta. Su aspecto, siempre pulcro y serio, había dado paso a un hombre derrotado y abatido. Inconscientemente me senté a su lado y pregunté que le pasaba, fue entonces que me mostró una carta de su esposa, en la que decía que no podía seguir, que se iba de la casa porque necesitaba tiempo.

Lo abracé para consolar su tristeza, como la buena amiga en que en este tiempo me convertí para él, pero cuando nuestras miradas se encontraron nuevamente, esa pasión que habíamos contenido explotó como un volcán, bañando de fuego toda nuestra existencia.

Me hizo suya allí mismo, de la forma más mágica que podía imaginar. De no haber estado nunca con un hombre, pasé a conocer el placer más grande que en mi vida había sentido."

El asombro por pensar a mi madre en esa situación me deja pasmada, miles de preguntas se agolpan en mi mente y lo primero que hago es buscar mi Tablet para revisar en internet información sobre él, "Alejandro Pietrovsky".

Se abren frente a mí miles de noticias sobre un laboratorio "Brauner S.A.", del que, evidentemente, Pietrovsky también es dueño. En una de las fotos lo veo posando junto a varios jóvenes, de mi edad y un poco mayores. Amplío la imagen y observo a los jóvenes uno por uno. Al lado de Pietrovsky veo a un chico muy parecido a él. No se puede negar que mi mamá tenía buen gusto, porque se trata de un hombre verdaderamente apuesto, aunque el rubio de al lado llama más mi atención. Alejo esos pensamientos de mi mente y me concentro en la noticia que acompaña la imagen.

"Las familias Brauner y Pietrovsky celebran este año su treinta y cinco aniversario en el rubro farmacéutico, erigiéndose como el laboratorio más antiguo de la ciudad."

Vuelvo a la imagen y presto atención a las mujeres mayores que se encuentran en ellas. Una es rubia y es evidente que se trata de la madre de las chicas y el joven rubio que estuve mirando antes, mientras la otra es de tez blanca pero cabello oscuro y se parece más a las dos mujeres restantes y al chico parecido a Alejandro Pietrovsky, por lo que deduzco que el amor de mi madre no fue correspondido y finalmente, él volvió con su mujer, con quien sigue hasta hoy,o bien conoció a otra persona con quien sí formó esa familia.

El enojo se apodera de mí, y pensar a mi pobre madre con el corazón malherido por ese hombre me hace querer correr a enfrentarlo con la realidad de que ella falleció, aunque supongo que no le importaría.

Sigo leyendo, con la firme idea de buscar elementos para preparar una venganza contra ese señor, que desde ya comienzo a odiar.

"Pasaron varios días y Alejandro es todo lo que puedo pedir de un hombre, sus atenciones son permanentes y no duda en hacerme sentir especial cada vez que puede. Sin dudas estoy profundamente enamorada de él (sin contar con que hace que el sexo me guste cada vez más)".

Sigo leyendo varias páginas en las que habla maravillas de él, dejando en claro que no la trató nunca como una amante, aunque no pudieran blanquear su relación porque técnicamente el matrimonio de él no había concluido, ya que su mujer simplemente desapareció.

Lo que parecía una novela romántica, con el protagonista más comprador que alguien pueda describir, pronto se volvió un relato más real.

"No sé qué hacer. Alejandro solamente entra y sale de una reunión a la otra y siento que el estrés acabará en cualquier momento con él. Entiendo que crear una empresa de la nada no es sencillo, pero temo por su salud y por supuesto por nuestra relación.

Anoche tuvimos una discusión, porque habíamos quedado en salir a cenar y lo esperé por dos horas en la oficina, cuando finalmente salió de la reunión, lo llamaron del bufete de abogados, para un encuentro urgente, y nuestra salida se canceló. Si fuera la primera vez que sucede, quizás lo entendería, pero esta escena se viene repitiendo cada vez más a menudo. O quizás siempre se dieron, solo que no las veía porque no teníamos planes juntos.

Sé que es muy pronto para pensar en esto, pero si él fuera el padre de mis hijos, ¿Qué clase de crianza les podría dar, si no estaría en casa en todo el día? Justamente, la discusión fue esa... su falta de capacidad para establecer prioridades. Aunque lo más doloroso fue entender que para él, su prioridad es la empresa."

Aunque mi madre no lo dice, al leer esas páginas entiendo un poco a la mujer que lo dejó, y me alegro de ver que mi madre, independientemente de estar enamorada, podía pensar las cosas adecuadamente.

Las rosas de la historia de mi mamá comenzaban a marchitarse, con faltas constantes de su amado Alejandro y un vínculo cada vez más desgastado, lleno de ausencias y desencuentros entre ambos. Hasta que finalmente, los lamentos y las quejas dan paso a un giro en la historia, que me ayuda a entender cómo pudo seguir.

"Hace varios días que no escribo, porque la verdad es que el ritmo de trabajo de la oficina no me permite hacerlo, además no hay mucho que decir que ya no haya contado aquí. Pero esta tarde pasó algo digno de ser contado.

La mujer de Alejandro volvió.

Sinceramente pensé que ésta sería la peor noticia de mi vida, pero ahora que sucede no me aflige como pensaba. Después de todo, en algún punto sabía que esta historia no tenía un futuro real, y creo que su regreso me ayudará a tomar la decisión de terminarla.

En este momento deben estar conversando y los celos que esperaba tener obviamente existen, pero en un nivel mucho menor del que hubiera imaginado. En fin, seguramente mañana sabré el motivo de su regreso y cómo piensa seguir Alejandro con su vida."

La puerta de la habitación se abre y Ramiro me mira con preocupación. Sentada en el piso, al lado de la cama, aprieto el cuaderno contra mi pecho, intentando esconderlo para evitar preguntas que no sabría cómo contestar.

-¿Estás bien? -pregunta preocupado.

-Sí, muy bien -contesto sin pesar.

-Bueno... Son las tres de la mañana. Deberías ir a dormir -dice para luego salir y cerrar la puerta a sus espaldas.

No sé en qué momento pasó la hora así, pero entonces miro el cuaderno y veo que, efectivamente, lo estoy casi por terminar. Abro en la página dónde lo había dejado y continúo mi lectura, intrigada.

"Me liberé. Acabo de renunciar a la Empresa y aclaré con Alejandro que no podemos vernos nunca más.

El motivo del regreso de su mujer fue, ni más ni menos, que estar esperando un hijo de Alejandro. Sí, como lo digo... Un hijo.

Hasta hoy no lo sabía, pero ahora Alejandro me contó que venían buscando un bebé hacía un año, y que el motivo por el que ella se fue había sido justamente que Alejandro no llegó a la cita con el médico que haría la inseminación artificial por haber estado en una junta.

La mujer había perdido tres embarazos y luego de irse, se enteró que estaba nuevamente en gestación, por lo que decidió esperar los tres meses de riesgo y volvió recién ahora, con la certeza de que éste sí sería un embarazo viable.

Si los motivos que tenía para alejarme de Pietrosvky no eran suficientes, este niño sin dudas viene a terminar de inclinar la balanza, y por suerte, la tristeza que siento no se compara con el alivio que me genera saber que estaré lejos de ellos."

Elimino mentalmente mi plan de la venganza y me alegro de saber que ese hombre no fue el amor de la vida de mi madre.

Miro el cuaderno y veo que todavía me quedan varias páginas para leer. Me genera mucha curiosidad pensar qué habrá puesto en esas páginas, si la historia que la agobiaba parece haber terminado, por lo que sigo con la lectura para conocer cómo termina todo esto.

"Hace varios días me siento mal. Primero pensé que serían los nervios por cambiar de trabajo, pero la empresa donde me tomaron gracias a las recomendaciones de Brauner y Pietrovsky, es un lugar muy tranquilo y cómodo.

Finalmente fui al médico y me sorprendió enterarme que estoy esperando un hijo. No hace falta calcular nada, ya que estuve con un solo hombre en toda mi vida, por lo que este hijo es, claramente, un Pietrovsky también.

Tengo la ecografía aquí, al lado mío y todavía no sé cómo seguiré.

Si se lo digo al padre estoy segura de que se hará cargo, pero siempre seremos la amante y el hijo extramatrimonial que vinieron a arruinar su vida, sin quitar que no podría perdonarme si el frágil embarazo de su mujer se viera complicado o hasta interrumpido por mi culpa.

Pero por otro lado, si no se lo digo, le estaría negando a mi hijo la posibilidad de conocer a su padre, a su medio hermano y quien sabe cuántas limitaciones más, con las que no tiene por qué cargar.

Solo una cosa tengo en claro: Este hijo es lo más maravilloso que me pasó en la vida, lo amaré y cuidaré como a nada y sé que será un niño muy feliz y el día de mañana, un hombre ejemplar."

Mis ojos se llenan de lágrimas al pensar que ese bebé era mi hermano, que sin dudas fue un niño muy feliz y hoy es el hombre más maravilloso del mundo. Mi mamá lo hizo muy bien, incluso siendo joven, estando sola, y ahora entiendo, que viéndose inmersa en tantas encrucijadas donde debió tomar decisiones imposibles.

"Decidí finalmente no contarle nada del embarazo a Alejandro. Ayer me enteré que el embarazo de su mujer sigue siendo de riesgo, y que por las permanentes ausencias de su esposo lo lleva adelante sola.

Me alegra saber que esa no es mi vida, estoy segura que encontraré un compañero que cumpla su rol de esposo y de padre a la par, no quiero un gran empresario que amase fortunas, quiero un hombre que me haga sentir prioridad, que juntos levantemos una familia con ambos padres presentes, llena de amor y apoyo incondicional.

Estoy segura, lo voy a encontrar."

Una vez más, cierro el cuaderno y lloro de felicidad sabiendo que sí, lo encontró y fue mi papá, ese hombre que se ajustó a la perfección a todo lo que ella deseaba, y que la acompañó en cada paso de su vida juntos. Miro al techo, pensando que en este momento deben estar juntos nuevamente, disfrutando de su mutua compañía y recuperando el tiempo perdido.

Mi mente vuelve a la fotografía que vi en internet y una punzada de celos se instala en mi estómago.

La vuelvo a mirar y deduzco que mi hermano, no solo tiene vivo a su padre, sino que tiene un medio hermano y aparentemente dos medio hermanas. Guardo nuevamente el cuaderno bajo llave, siendo que no hay más para leer. Y cierro la pestaña de la búsqueda sobre ese hombre, como si al hacerlo se disipara la decisión que en algún momento tendré que tomar, si decirle o no a Ramiro lo que descubrí, advirtiendo con ello una conclusión dolorosa: Nuestra madre le mintió toda su vida.

            
            

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