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El amanecer llegó más tarde de lo habitual para Isabel. Pasó la noche desvelada, repasando una y otra vez las palabras de Hugo. Algo en la forma en que él le había hablado esa tarde la dejó inquieta, como si no estuviera completamente abierto con ella. La estrategia que había propuesto era peligrosa, pero lo que la inquietaba aún más era lo que no había dicho. ¿Qué estaba realmente en juego? ¿Qué era tan importante que Hugo estuviera dispuesto a ponerla en una posición tan comprometida?
Con esos pensamientos en la cabeza, Isabel decidió hacer una pausa en su rutina habitual y se dirigió al despacho de Hugo. A esas horas, él ya estaba trabajando. La casa estaba silenciosa, el aire fresco de la mañana aún entraba por las ventanas abiertas. La luz del sol atravesaba las cortinas, proyectando sombras largas sobre el suelo de mármol, creando una atmósfera de calma engañosa.
Al entrar en la oficina, Isabel se encontró con la figura de Hugo de espaldas, con la mirada fija en la pantalla de su ordenador. Parecía tan absorto en su trabajo que no la escuchó entrar, lo que le dio a Isabel una oportunidad para observarlo con más detenimiento. Hugo Pérez, el hombre que había sido una presencia inquebrantable en su vida durante los últimos meses, tenía algo en su postura esa mañana que no podía identificar. Parecía más cansado, más humano de lo que ella solía ver en él.
-Buenos días -dijo ella suavemente, sin querer interrumpir, pero sabiendo que debía hablar con él.
Hugo levantó la vista lentamente, y su expresión cambió en un instante. No era sorpresa lo que vio en su rostro, sino una especie de resignación, como si hubiera estado esperando a que ella llegara. Cerró el ordenador con un clic, como si fuera una señal de que lo que fuera que estaba haciendo debía dejarse atrás.
-Buenos días -respondió, levantándose de la silla. Sus ojos se encontraron, y aunque la distancia entre ellos era mínima, el aire cargado entre ellos parecía separarlos aún más.
Isabel no sabía si lo que sentía era tensión o atracción. Había momentos en los que deseaba que las cosas fueran más simples entre ellos, pero la complejidad de su situación, de su relación, solo crecía con el tiempo.
-Necesito saber más -dijo ella sin rodeos, cortando el silencio que se había instalado entre ellos. No tenía tiempo para rodeos, y no iba a esperar más para obtener las respuestas que buscaba.
Hugo la observó durante un largo momento, y por primera vez desde que se conocieron, Isabel vio una especie de lucha interna en su mirada. Parecía estar sopesando si debía abrirse más o seguir guardando sus cartas. En ese instante, Isabel entendió que, aunque él confiaba en ella, había límites que aún no estaba dispuesto a cruzar.
-Lo que te dije anoche sigue siendo lo mismo -dijo Hugo finalmente, su voz grave, aunque ahora había algo de cansancio en ella. -Marín es la pieza clave, y tenemos que movernos con cautela. Si hacemos algo mal, todo puede venirse abajo. La familia... la empresa, todo.
Isabel asintió, sintiendo que esas palabras no eran suficientes. Hugo siempre había sido pragmático, calculador. Pero había algo en su actitud que le decía que había más en juego de lo que él estaba dispuesto a admitir.
-¿Por qué estás tan preocupado por tu familia? -preguntó, sin pensarlo demasiado. Sabía que no era el momento para hacerle preguntas personales, pero algo dentro de ella necesitaba comprenderlo. -Ya no parece ser solo una cuestión de negocios, ¿verdad?
Hugo la miró por un momento, como si estuviera decidiendo si iba a abrirse. Finalmente, dio un paso hacia ella, más cerca de lo que Isabel esperaba.
-Mi familia siempre ha sido complicada -dijo con un suspiro, como si le costara pronunciar esas palabras. -Mis padres... siempre estuvieron más interesados en el poder que en lo que realmente importaba. Por eso, cuando tomé el control de la empresa, lo hice para proteger lo que quedaba de nosotros. No quiero que nadie toque lo que me costó construir, Isabel. Y menos alguien como Marín.
Isabel quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. No estaba segura de si Hugo le había mostrado una nueva faceta de su vida o si simplemente estaba manipulando la conversación para seguir controlando la situación. Lo que sí sabía era que su vínculo con él ya no solo estaba relacionado con su trabajo. Había algo más, algo profundo y oscuro que los unía, y aún no podía entender completamente qué era.
-Entonces, ¿quién está detrás de todo esto? -preguntó, después de un breve momento de reflexión. -¿Hay alguien más? ¿Algo más que no me hayas dicho?
Hugo la miró fijamente, y por un segundo, pareció vacilar. Sus ojos se estrecharon ligeramente, y una sombra de desconfianza pasó por su rostro, aunque fue tan fugaz que Isabel casi no la vio.
-No todo se puede decir en voz alta -respondió, su tono ahora mucho más serio. -No estás lista para saber todo aún. Tienes que confiar en mí, Isabel. Y, por favor, no te involucres más de lo necesario.
El tono autoritario de Hugo la hizo dudar, pero su impulso fue más fuerte. Necesitaba respuestas, necesitaba entender qué estaba pasando detrás de todo esto. Sin embargo, algo en su interior le decía que si seguía empujando, las consecuencias serían mayores de lo que podía manejar.
-Lo que me estás pidiendo no es fácil -dijo Isabel, con una firmeza que ella misma sorprendió. -No puedo quedarme quieta y esperar a que me cuentes la verdad. Algo está mal, Hugo. Y si no me lo dices ahora, voy a averiguarlo por mí misma.
Hugo la miró en silencio por un momento, y algo en su expresión cambió. Parecía que la dureza con la que había hablado se desvanecía, dejando a un hombre que, aunque reticente, había visto en ella algo más que una simple asistente.
-Está bien -dijo finalmente, con un suspiro, como si estuviera cediendo ante algo que ya no podía evitar. -Marín está jugando con más fuego del que puede manejar. Y yo... yo no puedo permitir que él me lleve a su juego. La amenaza que representa para la empresa es solo la punta del iceberg. Pero hay algo que no te he contado, algo que está mucho más cerca de lo que piensas.
Isabel sintió cómo su corazón latía con fuerza. Hugo había dejado caer una pista, pero su mente estaba llena de preguntas. ¿Qué estaba tan cerca de ella, algo que no había visto? ¿Marín estaba vinculado a algo más que solo negocios?
Antes de que pudiera hacer más preguntas, Hugo la interrumpió.
-Te lo diré todo, Isabel, pero necesitamos tiempo. Y no quiero que te involucres más de lo necesario. Hay demasiado en juego, y aún no sabemos quién está detrás de todo esto.
Isabel, aunque llena de dudas, sabía que no podía detenerse ahora. Ya había cruzado demasiados límites. Tenía que seguir adelante, aunque eso significara adentrarse en territorios oscuros y desconocidos. La verdad estaba más cerca de lo que imaginaba, y Hugo, el hombre que había aprendido a respetar, ahora también era una pieza más en un juego mucho más grande.