Caminé por toda la casa, hasta el momento no había presenciado nada fuera de lo normal, pero tras haber ido por todas las estancias y pensar que no habría nada importante que encontrar, la situación empezó a cambiar, y unas líneas de sangre me empezaron a indicar el camino ¿Debía seguirlo? No lo pensé más y lo hice.
El primer destino fue el salón, estaba tranquilo, no se escuchaba ningún ruido, pero entonces la televisión empezó a emitir imágenes, fotografías que mostraban su rostro, su sonrisa, su cuerpo. La persona que hasta entonces no había identificado me era conocida, volví a aprender su nombre, volví a recuperar aquellos recuerdos que viví con ella. Hasta como falleció.
-Oh, Alessia ¿Eres tú? ¿Dónde estás? ¿Es este nuestro hogar? ¿Por qué tiene este aspecto tan desagradable? Dame respuestas por favor, las necesito- exclamé en voz baja y desanimada.
Después de mis palabras la puerta que daba paso a las habitaciones se abrió por su propia voluntad, la televisión se apagó. Me levanté y me dirigí hacia las habitaciones, nuestra habitación.
Allí era donde ella tenía sus cosas, aunque no se dedicará a ello, su pasión era crear prendas de vestir, quería ser diseñadora, y allí tenía su estudio, y sus diseños propios, algunos puestos en maniquíes. A mi cabeza vino un recuerdo.
-Marc ¿Qué te parece? ¿Te gusta?
-Si cariño, me gusta la combinación de colores.
-A mí también, me encanta hacer estas cosas ¿Sabes? - se sentó al lado mío en el sofá- Quiero en un futuro dedicarme a ello, a diseñar mi propia línea de ropa y que todo el mundo las compré. Que paseé por la calle y vea a alguien llevando mi chaqueta.
-¿Y cómo llamarás a tu línea de ropa?
-Eso da igual, ya se me ocurrirá algún nombre, piensa en uno tú también.
-Lo haré, te ayudaré a conseguir ese sueño cariño, dentro de tres años serás la diseñadora más famosa del planeta.
-No es tan fácil idiota.
-Tampoco imposible- y ambos nos fundimos en un romántico beso, y allí acabo la visión de aquel recuerdo.
-Si...ese era tu sueño, prometí ayudarte a conseguirlo, pero...creo que lo destruí yo mismo, no me di cuenta de las cosas, no me di cuenta de las cenizas que se estaban formando en nuestro hogar. Quisiera arreglarlo, pero... ¿Podré?
Después de un tiempo allí sentado, decidí irme, abandoné la habitación, fue en ese momento cuando empecé a escuchar una voz femenina.
-¡Marc! ¡Marc! ¿Estás ahí? ¡Por favor, te necesito! ¡Marc, por favor, escúchame! ¡Aún puedes salvarnos, aún puedes arreglar las cosas! ¡Marc! ¡No tengas miedo! - la voz empezó a escucharse con interrupciones, hasta que desapareció, parecía venir de la radio, pero cuando me acerque a ella, estaba apagada. Agaché la cabeza con desanimo.
Entonces volví a recordar una vivencia del pasado.
En esta ocasión estábamos ella y yo también, ella permanecía asomada en el muro de un puente, parecía meditar. Me acerqué a ella.
-Alessia, he vuelto- ella se dio la vuelta, y me abrazó con gran ternura.
-Te he echado de menos, siempre lo hago cuando te vas.
-Lo sé, pero es mi trabajo.
-¡No! Puedes dedicarte a otras cosas más honradas Marc, no a desaparecer e irte a delinquir.
-Ojala fuera tan fácil, si no lo hago me matarán, incluso a ti, tengo que hacerlo, no hay otro camino.
-Si lo hay, huyamos de esta ciudad, dejemos a esos delincuentes atrás, empecemos una nueva vida, con nuevas metas. Marc, quiero formar una familia, y si te dedicas a eso para siempre no quiero, ni puedo formarla. No quiero, hacerte elegir, pero vete pensando que quieres en tu vida. Delinquir o a mí.
-Alessia, espera- pero ella no retrocedió y se marchó por la acera.
Dejé de recordar esa vivencia, me dolía la cabeza, estaba sudando, tenía demasiado calor. Miré a las paredes del pasillo, estaba escrito "Delinquir o a mí ¿Qué quieres en tu vida Marc?
Entonces la casa volvió a cambiar de apariencia, el vacío se estaba manifestando de nuevo, poco a poco consiguió causarme claustrofobia y agobio, Escuché unos pasos acercarse por la derecha, después un gruñido, luego una silueta, y por fin vi a la criatura horrenda, era un maniquí, ensangrentado completamente, tenía atributos y cuerpo femenino, era pálida, tenía puesto una camiseta, además de un escote que dejaba ver parte de sus pechos, y luego una minifalda. Ambas prendas estaban algo desgarradas. No tenía un rostro nítido, ya que esa zona estaba totalmente invadida de quemaduras y profundas heridas abiertas, que de vez en cuando desprendían sangre y pus. Se movía con intensas convulsiones, era algo lenta, pero decidida. Iba armada con una aguja enorme.