Capítulo 4 Una casa familiar

Tras estar huyendo un buen tiempo, conseguí dejarlos atrás después de doblar un callejón y meterme en varias calles estrechas, que se cruzaban entre si y daban el aspecto de un laberinto.

La apariencia de estas calles era apagada, como muertas, sin alegría alguna, como si nadie viviera en ellas desde hace muchos años, por más que avanzaba seguían estando vacías.

La pintura de los muros era un gris desolado, solo acompañado por el musgo que crecían desde la parte de abajo, las farolas apagadas, los buzones sin contenido, solo algunos tenían cartas, pero estaban rotas y sin el mensaje legible.

Las viviendas más de lo mismo, apagadas, llenas de polvo, rotas, algunas sin techo, otras con las ventanas tapiadas, y así con todas, ninguna estaba completamente en condiciones.

Pero un poco más adelante mi descripción dejó de ser cierta, solo una de ellas estaba perfecta, incluso tenías plantas con flores, y también había luz en el interior.

-¿Qué le pasa a esa casa? ¿Por qué me suena tanto?- me empezó a doler la cabeza, me froté los ojos- ¡Ya sé, es mi casa!

Pero tras decir eso el aspecto maravilloso de la casa cambió drásticamente, las flores se secaron, las ventanas estaban bloqueadas por unas rendijas de metal, la puerta tenía cuatro alambres de espinos, que formaban una cruz, las luces se apagaron, del tejado empezaron a caer gotas de sangre.

-¿Que ha ocurrido? ¿Sigue siendo esta mi casa? ¿Por qué me duele la cabeza cuando intento buscar la respuesta correcta?

Y de forma inconsciente y totalmente involuntaria me acerqué a la entrada de la casa, abrí la puerta, entré y esta se cerró violentamente detrás de mí, y en ella apareció escrita en sangre la palabra bienvenido.

Una oleada de escalofríos me recorrió el cuerpo de arriba a abajo, también tenía la extraña sensación de que algo me observaba, si, alguien escondido me observaba, era real la sensación, pero ¿Dónde y que me observaba?

Analicé el interior de la casa, una cocina, dos cuartos, un baño, un salón, todo en buen estado, y el caer de las gotas de un grifo podría implicar que alguien había estado allí hace poco. Me acerqué y cerré el agua.

Seguía teniendo la sensación de estar siendo vigilado.

Inesperadamente noté a alguien pasar detrás mío, lo hizo rápido, cuando me giré no pude ver nada, solo presencié el caer de una pequeña nota de papel al suelo de madera. La recogí y la empecé a leer:

"Era nuestra casa, lo era, aún lo sigue siendo, pero algo pasa, algo que no puedo remediar, la felicidad del principio se ha esfumado, o la ha sepultado el polvo, en ocasiones parece que vivo sola, pero no es así, hay otra persona que duerme conmigo. El. Mi pareja. No es el chico que mi familia quiere para mí, pero yo lo elegí, tenía ilusión, pero ahora dudo de su existencia.

Esta casa era de los dos, pero ahora parece estar dividida, y no pertenece a ninguno ¿Cambiará esto algún día o el fuego hará cenizas todas estas paredes y recuerdos? ¿Por qué está tan vacío nuestro hogar?"

-¿Nuestra casa? ¿También se refiere a mí?- dije mirando la nota.

Entonces en el papel se fue dibujando un rostro femenino, me quedé atónito, sin saber qué hacer, solo observaba con atención aquello que estaba sucediendo.

-¿Alessia?

Nada más decir el nombre, la cabeza de la mujer, que en ese momento estaba medio de perfil, giró su cabeza para mirarme, el rostro que hasta entonces era de serenidad, y tranquilidad, fue oscureciéndose, se llenó de heridas abiertas, rojas por la sangre, los ojos se volvieron amarillos, sus labios se quebraron y dentro de su boca salió una mano ensangrentada, con las uñas largas y negras, aquella mano deseosa de agarrarme se movía de un lado a otro violentamente. Rápidamente arrojé la fotografía lejos de mí, y sin explicación alguna, volvió a aparecer la mujer de actitud serena.

Y en la puerta de la nevera apareció escrita una frase:

"Llena el vacío de nuestro hogar, por favor, hazlo rápido"

            
            

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