De improviso, aparecí de nuevo en la casa del principio de esta historia, pero ahora esta casa era una pesadilla en cuanto a apariencia. Las paredes estaban llenas de sangre y por ella caminaban insectos enormes, las luces parpadeaban, las contraventanas se abrían y se cerraban violentamente, la radio reproducía gritos horrorosos, era imposible de apagar el aparato.
El suelo en ocasiones se tambaleaba como si de un terremoto se tratase, y las corrientes de aire causaban escalofríos.
Por el pasillo aquel apareció y desapareció rodando un vaso de cristal.
-Algo hay en ese pasillo.
Entonces empecé a oír gruñidos, gruñidos desesperantes y continuos, gruñidos que no pertenecían a ningún animal que yo conociese, ni siquiera a una persona, gruñidos seguramente de algo espantoso.
Cuando estuve en aquel pasillo se quedó todo a oscuras, no se veía nada, el gruñido seguía oyéndose, cada vez más cerca de mí, pero yo estaba totalmente quieto. Pronto el gruñido se oí a centímetros de mi lado izquierdo. Definitivamente no era de una persona. Luego aquel sonido se fue alejando, desapareció y se encendieron las luces de nuevo.
Pero ahora el suelo tenía un rastro de huellas de sangre.
-¿Qué demonios?- y sentí otro balanceo del suelo, esté más intenso todavía.
-Encuentra la salida Marc- dijo la radio y se apagó.
Fue aquí donde empezaron a salir brazos de las paredes, brazos ensangrentados, brazos quemados, repugnantes, que buscaban atraparme, miles de brazos eran y aumentaban. Además numerosos gritos acompañaban esta escena.
Me sentí nervioso, agobiado, sudoroso, con ansias de escapar, pero la salida no la encontraba, el suelo, se rompía a trozos, además de seguir con los temblores.
Puertas abiertas repentinamente se cerraban, impidiendo mi paso, las ventanas se cerraban y abrían con más violencia aún, los cuadros se estampaban contra las paredes, como si algún espíritu estuviera jugando con ellos.
Llegué al baño, pero el suelo había desaparecido, dejando a la vista un vacío enorme, pero al otro lado se había formado un camino, pero una llamarada de fuego mortal no me ayudaba a pasar.
Hasta que salté, llegué al otro lado, donde se había formado un pasillo extenso, pero aquel pasillo no era amable, tuve que esquivar aquellos horribles brazos, aquellos cuadros con comportamiento paranormal, tuve que mantener el equilibrio por causa de los temblores.
Abrí aquella puerta, ante mí apareció una escalera, larga, angosta, y cuanto más descendía por ella más calor sentía.
Allí abajo había fuego, llamas que quemaban cadáveres atados a las columnas, pero no estaban muertos, pues se movían, tuve que encontrar el camino para no quemarme yo, y lo hice.
Otra vez estaba en un pasillo, avancé hasta la puerta, pero oí unos pasos intensos aproximándose, y luego el arrastre de un metal, ambos sonidos bien coordinados, primero un paso, luego el metal, después el otro paso.
Al final lo vi, un gigante sosteniendo una cuchilla enorme, no pude ver sus rostro, ni el aspecto de su cuerpo. Pero se quedó mirándome fijamente, hasta que se cansó y avanzó hacía mí. Abrí la puerta sin dudarlo un segundo más, la cerré y me quedé pegado a ella.
Pero sin haberlo previsto la cuchilla atravesó la puerta, provocando un pequeño rasguño en mi mejilla izquierda. Me alejé de la puerta, el gigante retiró la cuchilla, para posteriormente intentar abrir la cerradura. Sin perder tiempo arrastré varias cajas pesadas y las puse contra la puerta, bloqueándola. Minutos después el gigante cesó su intento de entrar, cogió su cuchilla y se marchó.
Cansado, agobiado, respiración y pulsaciones aceleradas drásticamente, nervioso, temblando. Me arrodillé poco a poco, hasta tumbarme en el suelo y dejarme dormir, deseando que esto solo fuera una pesadilla irreal.